Ellos son los conductores de Boca y de River, claro que no dentro de la cancha. Son los encargados de trasladar a los dos equipos “más grandes” de la Argentina. Ellos también son parte del Superclásico. El primero en llegar es Luis Alfredo Borges con su paraguas color azul y amarillo junto al característico escudo de Boca Juniors. “Este me lo regalaron cuando salimos campeones de la Copa Argentina”, cuenta orgulloso el chofer de uno de los tantos recuerdos que atesora. Un poco más atrás lo sigue Néstor Fabián Senos, usual conductor de River Plate, con una desafiante frase para su compañero: “¡Ah, arrancamos así! ¡No me hagas ir a buscar mis cosas porque te gano...!”.
Así bromean estos dos amigos unidos por su oficio y que desde hace años cumplen el sueño de miles de fanáticos, estar muy cerca de los protagonistas mayores del fútbol. A pocas horas de una nueva edición del Superclásico, Infobae los reunió para que cuenten sus experiencias. “A veces no tomamos dimensión del lugar en el que estamos. Estar del otro lado de la valla, dentro de los hoteles y hasta compartir comidas con los jugadores es algo que nunca me hubiera imaginado. Si mi viejo fanático, que falleció hace unos años, vería dónde estoy estaría como loco”, cuenta en primera persona Luis, encargado de transportar al plantel Xeneize.
La distribución en las butacas está prevista y cada uno sabe en qué lugar se debe ubicar. “Todo el cuerpo técnico va abajo, los jugadores arriba. Pero Gallardo va solo en los asientos 60 y 61 del lado de la ventana. No tiene a nadie a su derecha, queda vacía”, detalla Néstor sobre el Millonario. Del otro lado de la vereda, Boca tiene un reparto un poco distinto: “Yo esto lo disfruto desde que me arranco a preparar en mi casa. Me levanto de la cama y lo primero que pienso es ‘hoy juega Boca’. La gente que se da vuelta al vernos pasar, nos tocan bocina y una vez que llegamos a buscar a toda la delegación comienzan las cábalas: no se puede romper nada. Tiene que ser todo perfecto. Las primeras butacas del piso de arriba son de los más capos: Izquierdoz, Javi García, Rossi y Marcos Rojo. Battaglia va abajo con Krupoviesa, en los dos primeros”.
Cada estadio del fútbol argentino tiene sus particularidades, pero ambos coinciden que hay un denominador común. “No hay un estadio que tenga una entrada tranquila. Creo que también un poco malintencionado está para el visitante, todos tienen un obstáculo en las entradas. En Banfield hay un poste, en Unión tocaba el techo aunque ahora lo refaccionaron y en Vélez antes también, pero ahora rasparon el piso para que entre. Yo creo que tiene la intención de molestar un poquito al visitante”, explica uno de ellos.
Pero a la hora de hablar de la dificultad que existe para ingresar al Monumental o a la Bombonera, las zonas de acceso y la ubicación de las canchas marcan un claro ganador. “La de Boca, sin dudas, es difícil. Son más angostas las calles. Cuando vas por Aristóbulo del Valle y ves a toda la gente colgada de los árboles, los balcones. Por todos lados te esperan. Entrás con la adrenalina tremenda y te dan unas ganas terribles de que empiece el partido”, explica Senos ante la atenta mirada de su colega.
Además del manejo, los conductores deben tener en cuenta ciertas directivas. “Por ejemplo, en Boca con el plantel arriba está prohibido dar marcha atrás. Todo para adelante. Nada de que llegas a un estadio y no te da el ancho para que entre el espejo y meter reversa. De entrada tiene que ser perfecto”, explica Luis a lo que se le suma Néstor: “Eso pasa en ambos clubes. Es hasta automatizado. Capaz si vas pensando ‘uy no puedo ir marcha atrás’ es para peor. Nosotros tenemos muchísima experiencia. Las presiones del fútbol la tienen los jugadores, pero a nosotros en lo profesional también entendemos que todo debe salir redondo”.
En la intimidad, cada uno se ganó el trato especial a base de su gran trabajo y profesionalidad. “Yo en el plantel soy popularmente conocido por Sombrilla. Porque soy de Misiones y como tenemos la frontera con Paraguay soy “casi paragua”. Entonces, Sombrilla. El que me puso el apodo fue la Roca (NdR: Diego Moreno, encargado en la seguridad del plantel). ¿Y qué le voy a decir a la Roca? Si un brazo de él es una pierna mía”, cuenta Senos divertido. Por el lado de Luis el trato es más formal: “En mi caso no tengo un apodo definido. Depende con quién me cruce: los colombianos me dicen pana o crack, Zambrano tío y Cascini, viejito”.
Borges toma su celular por unos segundos y comienzan a sonar unas trompetas provenientes de un video. “Esto cuando salimos campeones de la Copa Argentina. Me subí e Izquierdoz me agarró y me tiró en medio de todos que estaban cantando. Es emocionante para mí que soy hincha de Boca. Compartimos muchos lindos momentos y hoy en día hasta nos hacen un lugar para almorzar con todo el staff. Somos parte del día a día”, cuenta el chofer del bando Xeneize. La competencia se vive hasta en los pequeños detalles por lo que automáticamente Néstor también tomó su teléfono en busca de evidencia: “Mirá, el día que ganamos la Supercopa en Santiago del Estero contra Colón. En el vestuario estaba Gallardo con el paraguas y Milton con el bombo. El que más onda tiene siempre es Nico De La Cruz, todo el tiempo está bromeando”.
En el caso de Borges su relación no sólo se queda con el plantel de Primera. “Después también llevo al Senior, a los veteranos. Eso es un viaje de egresados por la buena onda que transmiten. Con ellos fuimos a La Rioja, Corrientes y Tucumán. Charlan conmigo en la cabina, la presión es otra por no decir que no existe. Delgado, Cascini, Bermúdez, Ledesma, Barijho, Clemente Rodríguez, Donnet, Pompei. Riquelme juega, pero de local, afuera no fue nunca con nosotros”, agregó sobre una de sus tantas experiencias con los colores de Boca.
Sin apuestas de por medio, un nuevo Superclásico volverá a juntar a los dos conductores en el estadio Monumental este domingo a las 19 horas. La tarea pesada caerá del lado de Luis que cinco minutos antes de partir del Hotel Intercontinental tendrá las órdenes de los encargados de la seguridad sobre el trayecto que respetará Boca para llegar con tiempo a Núñez en lo que será el partido que concentrará la atención del país y más allá.
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