A veces el fútbol tiene cosas insólitas, como aquella mano divina de Diego Maradona en pleno Estadio Azteca que destrabó un partido complicado y le dio a Argentina el paso a la semifinal del mundial de 1986, que eventualmente ganaría.
Pero si esa “mano de Dios” quedó inmortalizada entre las jugadas más icónicas de la historia del deporte rey, un partido, bastante más terrenal que aquel Argentina-Inglaterra, tal vez pueda llevarse el título del más insólito de la historia, aunque la memoria no haya sido tan benévola con él como con el puñetazo bendecido de Maradona.
Nos referimos a Barbados-Granada jugado en la etapa final de la fase de grupos de la Copa del Caribe en 1994, un partido extrañísimo cuyo resultado fue motivado por una regla que desde entonces no se volvió a implementar en el torneo: el gol de oro doble.
¿Qué tuvo de extraño? Bueno, no se si haya escuchado alguna vez de un equipo defendiendo la portería del equipo rival para evitar que este se hiciera un gol en contra.
Pero antes de adentrarnos en la historia tengamos primero un poco de contexto.
La Copa del Caribe
La Copa del Caribe fue un torneo organizado por la Unión Caribeña de Fútbol, un pequeño organismo afiliado a la Concacaf que representa a unas 25 selecciones de América.
El torneo se llevó a cabo hasta el 2017 cuando fue reemplazado por la Liga de Naciones de la Concacaf y para el año 94 estaba en su quinta edición.
El campeonato contaba con un esquema de organización un poco extraño. Primero había una fase de grupos con 16 zonas, de las cuales solo los primeros de cada zona clasificaban a siguiente ronda. La segunda fase también era de grupos, pero solo había dos zonas integradas por los clasificados de la primera fase. Después se jugaban las instancias de semifinal y final.
El ganador del torneo obtenía un cupo a la Copa de Oro de la Concacaf, que es equivalente para América del Norte y Centroamérica de la Copa América para las naciones del sur del continente.
Pero aunque este fuera el caso, el bajo nivel de las selecciones que competían en el torneo y la poca penetración cultural del fútbol en estos países hacían de la Copa del Caribe un espectáculo poco atractivo para el público.
Por eso, los organizadores de la edición del 94 decidieron hacer algunos cambios al reglamento del fútbol para hacerlo más interesante, los cuales terminarían teniendo consecuencias insólitas.
Primero determinaron que ningún partido podía quedar empatado, ni siquiera los de la fase de grupos, así que de decretarse la igualdad en los 90 minutos reglamentarios, sí o sí se jugarían 30 minutos adicionales. Pero había un truco adicional: en el alargue se implementaría la regla del gol de oro, es decir, quien marcara el primer gol ganaba el partido.
La regla, común en varios torneos durante la década de los 90 tuvo otra adaptación “caribeña” para este torneo, porque en vez de un gol de oro, los equipos que marcaban en el alargue se les concedían “goles de oro”, es decir, cada tanto valía el doble. Algo nunca antes visto.
Estas extrañas reglas tenían un efecto directo en las clasificaciones, muchas de ellas definidas por la cantidad de goles a favor de un equipo, en especial cuando empataban en puntos con otro. En otras palabras, se daban situaciones donde era ‘más rentable’ para los equipos empatar en los 90 minutos y anotarse un gol doble en el alargue.
El partido definitivo
La fase final de grupos de la Copa del Caribe 94′ tuvo su epicentro en Trinidad y Tobago, que recientemente se había recuperado de un fuerte intento de Golpe de Estado y una intensa tormenta tropical.
Como novedades ese año regresaba Haití como contendor en la fase final de grupos, y hacía su debut la selección de Montserrat. Además estaban ausentes las selecciones de Antillas Neerlandesas, Aruba, Santa Lucía, Cuba y Jamaica.
Esas “grandes ausencias” sumaban al bajo nivel general del torneo, cuya atención se centró en la definición del Grupo A en el cual estaban Puerto Rico, Granada y Barbados.
El partido final, que definiría el pase a la siguiente ronda de sólo una de las tres selecciones se jugaría entre Granada, que estaba empatada a tres puntos con Puerto Rico, y Barbados que tenía 0 puntos.
Para pasar de ronda, Barbados debía ganar para empatar en puntos y por lo menos anotar dos goles para superarlos en el desempate.
Con este panorama rodó el balón en el Estado Nacional de Barbados el 27 de enero de 1994.
Una definición insólita
Como era de esperarse el partido comenzó con los locales lanzados con todo a buscar los dos goles que le dieran el pase a la fase final del Torneo en Trinidad y Tobago.
Faltando 10 minutos para el final del partido el “Orgullo de Bajan” estaba consiguiendo la épica, ganaba 2-0 a Granada y tenía la clasificación en la bolsa. Pero en el minuto 83′ de juego los visitantes descontaron, 2-1, resultado suficiente para clasificarse pese a la derrota.
Los jugadores de Barbados no lo podían creer, la victoria se les escapa a nada del final y por más que intentaron marcar otro gol el tiempo les estaba jugando en contra. Del otro lado de la cancha los aficionados del Granada celebraban la clasificación.
Pero los festejos terminaron pronto porque el director técnico barbarense Kevin Millard tuvo una idea insólita pero muy inteligente. Jugando con las reglas particulares del torneo dio la orden a sus jugadores de que anotaran en su propia puerta. Sí, por increíble que parezca los mandó a anotar un autogol.
Recordemos que los partidos no podían quedar empatados, tenía sí o sí que haber un ganador, entonces el autogol los enviaba directamente a tiempo extra y gracias a la regla del gol de oro doble, a Barbados sólo le bastaría hacer un gol más en el alargue para salir victorioso.
Una estrategia arriesgada pero que en principio le compraba al partido otros 30 minutos de juego, una alternativa mejor que quedar eliminados cuando ya agonizaba el tiempo reglamentario.
Así pues el defensa Terry Sealey fue acercándose disimuladamente a su área, pasando el balón cortito y al pie de su portero hasta que finalmente pateó para marcar en su propio arco. Marcador del partido 2 a 2 y faltaban tres minutos para acabar el juego.
Esos últimos minutos fueron una locura. Porque el conjunto granadino buscaba desesperadamente marcar…¡Dónde fuera!
Si anotaban en el arco de Barbados clasificarían ganando el partido y sumando 6 puntos en la general del grupo, pero si marcaban en su propia portería también clasificaban pues aunque perdían el partido la diferencia de goles los seguía favoreciendo.
Así se desató la locura, con el equipo de Barbados partido en dos, medio equipo defendiendo su portería, y la otra mitad en el arco de Granada para evitar que los granadinos marcaran un autogol.
La consigna era clara: Granda no podía marcar un gol, sin importar en qué portería tratara de hacerlo.
Lo observado en este encuentro dejó atónitos a los aficionados y al propio árbitro, pues no podían creer que algo así estuviera sucediendo. Lo más loco de todo fue que la estrategia funcionó, el partido quedó empatado y en el alargue Trevor Thorne marcó el gol de oro que, al valer doble, le dio la ansiada clasificación a la selección de Barbados.
El Grupo A quedó así: Barbados, 3 puntos +1 gol de diferencia; Granada 3 puntos y 0 de gol diferencia; y Puerto Rico 3 puntos -1 gol de diferencia.
Para la posteridad quedaron las declaraciones del director técnico de Granada, James Clarkson, una vez terminado el partido: “Siento que me hicieron trampa. La persona que inventó estas reglas es un candidato para un manicomio. Nuestros jugadores no sabían para dónde atacar. Nunca vi algo así. En el fútbol, hay que hacerle goles al rival para ganar, no en contra”.
Esta historia también tiene una diferencia fundamental con aquella mano de Dios maradoniana, y es que aquí operó lo que podríamos catalogar como ‘justicia divina’ ya que Barbados fue eliminado en el primer partido de la siguiente fase, mientras que Argentina no solo ganó ese partido contra Inglaterra sino que ganaría el mundial.
Tal vez Barbados sólo tuvo suerte y no estaba tan bendecido como el Diego en el Mundial del 86. En todo caso, el insólito partido que protagonizaron sirvió para que la loca regla del gol de oro doble nunca más volviera a usarse.
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