“Dejabas huella. Eras aquel mágico donde disfrutaba siempre con un balón en los pies”, pronunció Rafael Márquez Álvarez mientras Ronaldinho denotaba gran emoción por ser investido al Salón de la Fama del Futbol Internacional. El defensor mexicano fue el encargado de presentar al astro brasileño antes de ser reconocido y lo hizo con un discurso que puso a su excompañero en Barcelona al borde de las lágrimas.
Ronaldo de Assis Moreira fue el último, de la décima generación, en ser investido en el Magno Salón de Pachuca, Hidalgo. Al igual que sus antecesores, un reconocido personaje le dedicó unas palabras antes de recibir el galardón en sus manos y tomar la palabra ante los asistentes. Para ello, Rafa Márquez narró, cual testigo, el crecimiento futbolístico del brasileño desde que rivalizaron por vez primera.
Fue la Copa Confederaciones del año 1999 cuando el Káiser se vio las caras con Dinho en el partido definitivo. Aunque México se llevó el primer lugar, el defensor destacó las cualidades del joven brasileño que comenzaba a destacar en el futbol internacional. “Ya comenzaba a ser líder en su gran selección. Así lo demostró siendo el campeón goleador de aquel campeonato”, pronunció ante los oyentes.
Manuel Lapuente, quien encaminó al Tricolor a su primer título intercontinental, no quiso que Ronaldinho lo tomara por sorpresa, por lo cual asignó una importante labor al prometedor zaguero. “Me dio una importante tarea que era tratar de marcarte. No me quedó más remedio que darte uno que otro recuerdito, marca de la casa”, pronunció. Y es que, para ese entonces, el nivel futbolístico del 10 ya era notable.
“Me sorprendió tu manera de saltar las líneas, tu capacidad de controlar el balón, tu magia para quitarte a cuanto adversario se ponía en frente. Era lo imposible o posible porque lo intentabas tú. Era lo imprevisible. Incluso, en algún momento pareciera que estuvieras bailando samba, que eso se te da también muy bien”, mencionó Márquez ante el brasileño.
La rivalidad que se gestó en el continente americano se trasladó a Francia, donde ambos jugadores recibieron su primera oportunidad en el futbol europeo. Su carisma, habilidad y desequilibrio lo convirtieron en el referente del París Saint Germain y la estrella de la liga. Asimismo fue la pesadilla de cuantos defensores buscaron frenarlo, incluso el propio Márquez que entonces vestía la camiseta del A.S. Mónaco.
El camino los juntó en el Barcelona donde, de la mano de Frank Rijkaard, reivindicaron el poderío catalán en el ámbito mundial. No obstante, Márquez consideró que Dinho fue el único capaz de cambiar la historia del equipo. Como blaugranas formaron una dupla efectiva y veloz en los contragolpes, mérito que los hizo merecedores un sinfín de títulos, pero el futbol los llevó más allá.
“Hoy te has convertido en una leyenda, pero me quedo con aquellos momentos en el vestuario, en los entrenamientos, fuera de las canchas donde pudimos convivir y tener esta gran amistad. Eras atrevido, potente, mágico, alegre, feliz, pero sobre todo, Ronnie, el gran ser humano”, finalizó el michoacano en medio del alarido del público y las lágrimas de su excompañero.
Adornado por los aplausos, Ronaldinho se aproximó al centro del escenario con una escolta de lujo compuesta por Cuauhtémoc Blanco, Mario Alberto Kempes y Carlos Bremer, quien le colocó el saco conmemorativo y entregó el balón de plata. Una vez en el micrófono, moderando el llanto pero exaltando la emoción, agradeció los homenajes brindados a nombre de sus 17 años de trayectoria profesional.
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