Saber qué siente Messi es más sencillo que saber qué piensa Messi. De a ratos es un enigma. Sus caras pueden mostrar alegría o desazón, ilusión o fastidio, comodidad o hartazgo. De ahí a adivinar su próximo movimiento hay un largo camino. A Leo no se lo conoce tanto en profundidad. No tiene que ver con los más de 310 millones de seguidores en Instagram ni con una vida en televisión. Ser conocido no significa que se lo conozca. Él siempre cuidó su mundo íntimo. No permitió ensanchar su mesa chica con los amigos del crack. Al punto que son contados los que entran a su casa y hasta los que tienen el número del iphone que es una extensión de su mano. Desde esa perspectiva, su mirada perdida después de la derrota contra el Madrid dejó ver su dolor. Y su silencio como respuesta a los silbidos fue una forma de esconder la rabia. Suficiente con mirarlo salir abatido del estadio del Madrid, y aturdido del Parque de los Príncipes para saberlo.
Después, para avanzar en su reacción, no alcanza con lo que se ve. Obliga a bucear en su intimidad. Ahí es donde se descubre que estos días fueron duros, aun cuando su entorno responda que “Leo está bien”. Se dejó contener más en su familia que en la distracción del chat con amigos, por ejemplo. Es sólo un detalle, pero cuentan que no interactuó tanto ni tan rápido. Y hasta prefirió evitar alguna salida por obligación. Los últimos días no fueron felices en París, pero no significa que hoy Messi mire Barcelona como un refugio de paz.
Silbar a Messi -en términos futboleros- habla más de quien silba que del silbado. Aun cuando se venga de una caída catástrofe, es rarísimo ver que sus propios hinchas ataquen al mejor jugador del mundo. Y al propio Neymar. “Fútbol sin memoria”, lo tituló Luis Suárez, el tercero de ese grupo de chat que se armó en los tiempos de Barcelona. De este lado del mundo, Gallardo pidió escaparse del falso patriotismo porque en Argentina también “maltratamos a Messi”. El Muñeco se refirió a los ataques sin piedad. Que existieron, tanto que hace un tiempo Messi reveló una charla con Thiago. Esa vez su hijo mayor, que tenía seis años, después de navegar por Youtube, le preguntó: “¿Por qué te matan en Argentina, papi?”. Y alguna vez hubo una reacción familiar al episodio en París. En la Copa América 2011, después del feo 0 a 0 con Colombia, la Selección se retiró fue chiflada de Santa Fe. La diferencia es que la reprobación fue para el equipo.
Otras voces del fútbol fueron más allá y le aconsejaron a Leo irse ya del PSG. No es tan simple con un contrato millonario que se firmó por dos años y otros compromisos. Pese a esas dificultades -y a que no es una decisión que Messi tomó- más de uno le subió el volumen a una versión española que dice que Jorge Messi ya se contactó con Barcelona para el supuesto plan retorno de su hijo. Cerca del 10 se desmiente enérgicamente ese guiño. Es más: recuerdan que Messi sintió que “lo echaron” del club al que hizo gigante.
El último contacto de Messi y el Barcelona fue el día que se despidió llorando. Ese 8 de agosto se rompió el lazo con Laporta. Más allá de su tristeza para las cámaras, el presidente no hizo lo imposible para retener al jugador más preponderante de su historia. Ese es el lugar que tiene Messi en un club donde jugaron Maradona, Ronaldo, Ronaldinho, Rivaldo, Iniesta... Tampoco son contundentes los “datos virales”. Que Messi vaya al cumpleaños de Xavi, su ex compañero y ahora entrenador, puede sumar clicks sin significar que prepara la vuelta. Que Antonela viaje a su casa tampoco revela que ya prepara la mudanza. Es sabido que Leo y su familia son locales en Castelldefels, pero por ahora no definen el regreso. Aun cuando haya algunas situaciones por mejorar en París. Ya no es el lugar para vivir, que inicialmente fue un hotel lujoso y hace tiempo está en una casa en el barrio de Di María y Paredes.
El tema es más que nada el fútbol. El equipo mostró su mejor y su peor cara contra el Madrid. Durante una hora llegó a la versión top del equipo de Pochettino y el error de Donnarumma le rompió la cabeza. El espíritu fatalista que se apoderó del PSG, la mística del estadio, todo empujó al miedo escénico del que habla Valdano. Messi lo sabe. Le duele y le molesta, asumiendo su responsabilidad. Del mismo modo vio que hasta esta serie, el Dream Team era un equipo con poco juego y delanteros que iban a otra velocidad del resto del equipo. A Leo tampoco le puede gustar ese estilo -tan distinto al que disfrutó en otro Barcelona- aunque desfile en la liga francesa.
La fama y el dinero generan poder. Pero ni siquiera Messi puede hacer lo que se le ocurra. No se pudo ir de Barcelona cuando se empacó -los días del famoso burofax- y después se tuvo que despedir cuando no quería. Es cierto que deberá verse qué modelo de club queda ahora que se falló en la Champions. Mbappé hace rato que coquetea con el Madrid y concreta en breve. Neymar, otro de los chiflados, a veces parece harto de la presión. A Pochettino le buscan reemplazante desde antes de perder...
Pese a ese panorama, el jeque podría sacar otra vez la billetera o definir un plan más direccionado a armar un equipo. De un modo u otro, en Francia dicen que lo piensa desde Messi. Y Leo está agradecido con un club que lo fue a buscar y le mostró un mundo nuevo. Él ahí había encontrado una gran noticia después de irse de España. Raro en un crack como Messi, pero nunca lo habían presentado en un club, nunca lo habían recibido así, nunca había tenido tantos nuevos compañeros. En el combo, nunca la prensa lo había ajusticiado como en París. Los 3 puntos de L’Equipe le hicieron ruido... Aunque eso suena a un malestar periférico. Si se apunta a lo importante, lo malo es que a Leo le queda largo el año. Tiene que dar la vuelta en la liga, tomarse vacaciones, comenzar la otra Champions y recién en noviembre empieza su último Mundial. Lo bueno es que la semana que viene ya vuelve a jugar en Argentina. Y hoy Messi se siente más feliz en la Selección que en cualquier equipo del mundo.
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