Los hinchas del Real Madrid viven horas de euforia tras la histórica remontada ante el Paris Saint Germain que significó el pase a los cuartos de final de la Champions League, y pocos integrantes de la comunidad futbolística tienen la autoridad de Jorge Valdano para reflexionar sobre el gran partido del Santiago Bernabeu y sus implicancias, en una muy rica entrevista exclusiva con Infobae en la que se tocaron todos los temas: el momento de Lionel Messi, el miedo escénico del PSG, la situación de Mauricio Pochettino, el camino de la selección argentina hacia el Mundial, hasta la realidad de la UEFA y la posibilidad de una Superliga con los equipos grandes que cambie el tablero de la competencia, y el futbolista que viene.
— Si hablamos de lo ocurrido en el partido Real Madrid—PSG, parece que fuera hecho para vos, porque venís refiriéndote desde hace mucho al miedo escénico, y si hay un ejemplo de aquello está justamente allí…
— Es el ejemplo por antonomasia, digamos. Al partido lo decidió la emoción. Dejó de jugarse en la cancha para empezar a jugarse en el estadio y desde ese momento en el Madrid se desataron los demonios y el PSG desapareció. El miedo escénico define más al rival que al Madrid.
— Y el Madrid parece estar cómodo también con el miedo escénico rival históricamente, ¿no?
— Sí, hay una euforización del Madrid al tiempo que hay una depresión anímica del rival y el otro día se dio de una manera muy gráfica, porque no hubo algo estrictamente futbolístico que cambiara el partido. Fue un episodio, un error. Me da igual que el PSG diga que el error es arbitral…
— Que además parece que no.
— Sí, además… El error arbitral o el error del portero, pero un error fue lo que provocó un antes y un después en el partido, y eso es difícil verlo en otro sitio que no sea en el Bernabéu.
— Lo que ya se veía alrededor del estadio antes de comenzar el partido era de absoluta confianza en los hinchas de que la historia iba a ayudar. Hay algo de eso en el hincha del Real Madrid.
— Sí, cuando yo todavía jugaba en el Real Madrid y protagonicé noches de estas características, escribí un artículo desencadenante de todo esto que se llamó “El miedo escénico” en la Revista de Occidente, que era la primera vez que un deportista escribía en una revista que creó Ortega y Gasset, y hablaba de una confianza insensata de la gente, porque aquí había un 1-0, ni siquiera cabía hablar de remontada. En todo caso, de remontada cabía hablar en el segundo tiempo cuando ya eran dos goles de ventaja. Pero aquí se resolvieron eliminatorias que veníamos perdiendo 5-1 por ejemplo, como contra el Borussia, un equipo alemán cuando en aquella época parecía que se comían a los chicos crudos y se llenaba el Bernabéu de una manera mucho más precaria que ahora. Ahora hay sesenta mil sentados. En aquella época había mucha gente de pie, había mucha gente que se colaba, de manera que había en el estadio ciento veinte mil personas que contribuían clarísimamente al fenómeno porque aquello era un auténtico fenómeno.
— Hay mucha riqueza en este partido en estas cuestiones de contexto, ¿no? Porque por ejemplo estamos hablando de un club de una enorme tradición que es de los socios –con toda la distancia que puede existir entre la dirigencia y los socios— y de otro club con doping financiero. Hay algo de eso, ¿no?
— Sí, hay dos “algo”: primero, las raíces históricas que cuentan, indiscutiblemente, y luego, el contexto. No es lo mismo ser futbolista en Madrid que ser futbolista en París. Aquí en Madrid hay un contexto más apasionado, más exigente, más futbolero. Y eso, a los jugadores, que les gusta sentirse en el centro del escenario, les resulta muy motivador. París, en ese sentido, es una ciudad mucho más fría (me refiero a lo futbolístico) y eso todavía tiene su peso, Lo dijo Mauricio (Pochettino): tener trece Copas de Europa no es sólo una cuestión de jugadores. Es una cuestión institucional y no podemos más que estar de acuerdo.
— Y en este contexto, un jugador como Mbappé, por ejemplo, pudo haber sentido eso de “quiero jugar acá” después de haber visto lo del otro día, ¿esto pudo haber contribuido a que quiera venir al Real Madrid más que antes, todavía, o le es indiferente al jugador cuando pierde un partido así?
— Si se siente futbolista, me parece que este es un club que le va a ayudar a expresar las emociones del fútbol de una manera mucho más auténtica.
— Y llegando al caso de Messi, ¿cómo lo ves a Leo? Porque se dijeron tantas cosas aunque lógicamente uno no puede entrar en esa vorágine francesa de los tres puntos en una calificación o el “perdimos por Messi”, pero ¿cómo lo ves en general? ¿Qué creés que le puede pasar? Esa frialdad de la que hablabas que transmite su club, ¿puede estar ahí presente?
— Es posible, porque él viene de un país, y de una exigencia, distintos. Lógicamente hay cambiado su patrón de juego. Ahora es más un estratega que un definidor, y cuando no es el mejor del partido está entre los tres mejores. Pero le pedimos en función de quien ha sido, un superdotado que metía sesenta goles por temporada. Bueno, esa versión, desde luego, ya no es posible encontrarla en ese nuevo Messi pero los genios no dejan nunca de ser genios y ver a Messi sigue siendo un buen plan.
— De hecho tampoco jugó mal en el Bernabéu…
— No, no, para nada. De hecho, en esos sesenta minutos, él y Verratti fueron el eje del equipo. Pero claro, lo acercamos a Verratti y no lo acercamos a Mbappé, y se resiente el peligro. Yo creo que ese fue uno de los elementos que pesaron para que el dominio no impactara en el resultado de una manera más contundente y cuando el trámite del partido se dio vuelta, dos goles eran poco (risas).
— Te quería preguntar por el PSG, porque se lo criticó mucho a Pochettino por el esquema, que parece ser que originalmente era más pensado en explotar la velocidad de Mbappé, le llega Messi más tarde y tal vez, no sé si lo pensás así, tuvo que cambiar de esquema y fue más complicado, quizás, para que encajaran todos los demás en un equipo con tantas estrellas.
— Sí, primero que es muy difícil encajar a muchos jugadores que son obligatorios en la alineación. En segundo lugar, seamos sinceros: la eliminatoria duró tres horas y el PSG dominó dos horas y media. La otra media hora no fue fútbol, fue otra cosa, en la que los entrenadores no tuvieron nada que ver. No tuvo que ver ni con el físico ni con la táctica ni con la técnica. Tuvo que ver con la emoción, con el estado de ánimo. Por lo tanto, veo a Mauricio libre de responsabilidad en el análisis de la eliminatoria.
— Y con el PSG con el año terminado, que difícil debe ser administrar ahora lo que queda con estas estrellas con todas las habladurías y las versiones que van a haber… Porque además, el PSG viene de otros mazazos como aquel 6—1 contra el Barcelona en el Camp Nou que fue terrible, luego de ganar 4-0 la ida.
— Sí, sí, fue peor que esto de ahora. Un entrenador tiene que gestionar expectativas y cuando éstas desaparecen, lógicamente se hace mucho más difícil la conducción de un equipo. Encontrar factores motivadores, tener que atacar cada día un conflicto real o inventado. Ahora llega un período de supervivencia para el PSG. Pero no nos engañemos. Esto no es exclusivo del PSG. Es algo que les ocurre a todos los equipos grandes en Europa. Esa es una característica del fútbol europeo actual. A los grandes no les alcanza con ganar la liga local. Es la Champions la que marca la temporada. Una de las dudas que teníamos en el PSG-Real Madrid era cuál de los dos entrenadores iba a salir marcado del partido. Uno lleva trece puntos de ventaja en la liga y el otro lleva ocho, Se supone que eso marca un nivel de regularidad de la temporada, que debería bastar para sentirse tranquilo pero aquí no hay paz si no estás en la fase siguiente.
— Con esto que decís, ¿estás de acuerdo con esta Superliga que se quiere armar, porque todo indica que las ligas nacionales no alcanzan?
— Me parece que los clubes son libres de elegir competencias. Ahora bien, la Superliga no consideraba la meritocracia como elemento definitorio del campeonato. Ahora parece que se está revisando esa situación y me da la sensación de que estas tendencias acompasan al mundo globalizado en donde los grandes son cada vez más grandes y los pequeños son cada vez más pequeños. Visto desde la industria del fútbol, hay un problema de fondo. Es verdad que desde la pandemia, los equipos grandes salieron con más problemas que los equipos pequeños y si vemos España, en donde hay clubes que tienen de presupuesto sesenta millones de euros, de los cuales cincuenta los produce la televisión. Y como los partidos se siguen televisando, no sufrieron las consecuencias. Pero el Madrid, el Barcelona tuvieron que renunciar en un año a trescientos millones de presupuesto. Lógicamente, eso produjo una respuesta a la hora de analizar el futuro. Ahora bien, aquí habría un problema grave si los grandes resuelven la situación a costa de los pequeños porque claro, los derechos de televisión se van a ir hacia los grandes partidos y eso va a castigar a los clubes de nivel medio, que son representativos de ciudades muy importantes y que son clubes, además, con una larga historia detrás. Así está el tablero en este momento y ya veremos lo que depara el futuro, aunque estoy convencido de que si hay una especie de Superliga es porque habrá antes una ruptura con la UEFA y eso va a modificar cosas de fondo del fútbol europeo.
— ¿Cómo ves a Xavi Hernández en el Barcelona? Parece haber terminado el tiempo de las turbulencias.
— Lo veo como anillo al dedo. Es la persona justa para el lugar justo. La gente se reconoce en Xavi. Xavi jugaba como el Barcelona es y entiende el fútbol como lo entiende el Barcelona. Eso le da una ventaja identitaria descomunal, que no digo que esté por encima del resultado, pero que lógicamente va a ayudar a la paciencia que en estos momentos necesita el Barcelona para reconstruirse.
— En cuanto a juego, en Europa, ¿qué selecciones te gustan?
— No hay una solo país europeo en el que se juegue mal al fútbol y al que sea fácil ganarle. Vas a jugar contra Noruega o Suecia y te vas a encontrar con once jugadores que saben controlar y saben pasar. Que no solamente saben competir y saben disputar sino que además saben jugar. Quizá no tienen talento creativo para la gambeta o el pase filtrado, pero son equipos que te mortifican. Luego hay más candidatos al título que nunca en Europa. Candidata es Inglaterra, es Francia, es Alemania. Candidatos son dos equipos que se van a enfrentar para ver quién va al Mundial como Portugal e Italia. Candidato es Bélgica. Es la ventaja de tener una economía fuerte y un proceso de formación cada día más completo. Y eso hace más difícil las cosas para Sudamérica.
— Hace ya mucho tiempo que una selección sudamericana no gana un Mundial y cada vez está más lejos…
— Y sus equipos no ganan el Mundial de Clubes tampoco. Hasta que no sepamos llevar los valores que extraíamos de la calle a la academia, vamos a seguir sufriendo. Y además, hay otros problemas que son endémicos ya: jugadores que se van muy pronto, infraestructuras envejecidas, dificultades económicas. Todo eso impacta la sociedad y el fútbol es parte troncal de la cultura popular sudamericana.
— ¿Cómo ves a la selección argentina? Se criticó mucho a Lionel Scaloni por cómo fue su elección, por la cantidad de entrenadores que había como posibilidad y al final el elegido fue él…
— Sí, se lo criticaba a Scaloni pero no se sabía por qué se lo criticaba cuando todavía no estaba definido como entrenador. Bueno, lo primero que hizo fue ganarse la confianza de los jugadores, porque a Scaloni le creen, ha generado un grupo sólido donde los jugadores jóvenes han tenido un muy buen vínculo con los veteranos y el equipo está encontrando competitividad. Lo hecho hasta aquí es irreprochable.
— Ganar el Mundial es algo muy difícil de vaticinar pero ¿le ves a este ciclo un viso de protagonismo importante?
— Sí, sí, claro que sí. Ponerse la camiseta de la Argentina como ponerse la de Brasil obliga a mucho y ninguna generación nuestra va al Mundial a cumplir con el expediente, Se va a ganar y nos frustramos si no se gana. Para eso vale la historia.
— Vos fuiste campeón del mundo. Sos de la clase selecta de los que ganaron un Mundial que son muy pocos, apenas 43 en la Argentina. ¿Ves en esta Selección algún condimento, algo que digas “me huele bien”, algún elemento de estos tres años y pico del ciclo de Scaloni que te haya generado alguna sensación particular?
— Me parece que es un grupo de hombres que ama la camiseta, que ama el fútbol, y todo eso tiene su peso también cuando uno va a un Mundial. Si tengo algún recuerdo del 86 es que empezamos a vincularnos desde el conflicto y terminamos el Mundial como hermanos, hasta ahora. Eso hace al campeón también.
— Hablando del Mundial 1986, ¿viste alguna de las dos series que andan dando vuelta?
— No, la de Bilardo aquí no se ha visto todavía, de manera que no puedo decir nada al respecto. La de Maradona, sí.
— ¿Qué te pareció?
— Me pareció que hacía pocas concesiones, que fue una serie que sinceraba al personaje, que encaraba los claros que son muy claros y los oscuros que son muy oscuros sin recortar nada. Luego hay personajes más creíbles, menos creíbles…
— ¿El personaje que te representa, qué tal está?
— Muy bien, muy bien (risas)
— Creo que físicamente te caracteriza bien también.
— Sí, a mí me despeinan un poco y ya el personaje ya da el sí…(risas). Es que Diego es de agradecer para una serie. Es un personaje de extremos como pocas veces se ha visto.
— Con la distancia del tiempo que pasó, ¿cómo te toma en perspectiva lo de su fallecimiento?
— Cuesta creerlo. Además, era una persona que estaba tan presente en el día a día… Pero no deja de tener protagonismo. Antes pesaba como personaje y ahora pesa como leyenda. Pero ahí está.
— Algo interesante de la serie de Bilardo es que aparece Menotti hablando allí.
— ¿Pero grabado o el Menotti de ahora?
— Ahora, y dice cosas favorables, como que el Estudiantes de 1982 jugaba bien al fútbol, como rescatando eso de Bilardo.
— Bueno, de hecho en sus equipos siempre cabían desde dos hasta tres creativos. Eso es así. Ahora bien, los creativos se tenían que dejar el alma como los que no eran creativos. Es un signo de identidad de los equipos de Bilardo. En cuanto a Menotti, lo considero como una de las grandes inteligencias del fútbol argentino y esta cuerda que tira hacia el otro lado es un signo más de inteligencia.
— ¿Ves algo de fútbol argentino?
— No, aquí la liga argentina no se televisa.
— ¿Se aburrieron?
— Bueno, es otro problema, porque no se compra lo que no se ve.
— Tal vez es un llamado de atención para el fútbol local argentino.
— Sí, bueno, pero ocurre con prácticamente todo el fútbol sudamericano salvo con la Copa Libertadores donde sí, a deshoras pero hay una visibilidad; yo creo que es muy importante que se televise. No es un problema económico directo. No tiene que ver con los derechos de televisión, tiene que ver con la cadena de consecuencias que producen los partidos televisados: encarecen el producto, dignifican el producto, y eso, lógicamente, activa el mercado.
¿Has podido ver algo del River de Marcelo Gallardo, que está tan de moda?
— Es que hace tanto tiempo que Gallardo está en River que uno ya reconoce al equipo. El primer gran rasgo de un entrenador es que su equipo se parezca a su entrenador, como el Atlético se parece a Simeone y el Manchester City a Guardiola. Allí hay un gran síntoma de que hay un gran entrenador detrás. Gallardo es otro ejemplo de esa familia.
— ¿Te parece que tiene alguna chance en Europa o sería aconsejable ir despacio, primero a un equipo mediano o más chico?
— No creo. River te da una dimensión que te permite afrontar luego cualquier tipo de presión y de desafíos. Aquí pasa por encontrar a alguien que confíe. El problema para entrar a un grande no sería Gallardo. El problema sería de mercado, la confianza del mercado para un triunfador remoto, pero de preparación está sobrado.
— Cristiano Ronaldo y Messi estuvieron más de diez años peleando por el cetro mundial y acapararon en ese tiempo todos los Balones de Oro. ¿Creés que hay un cambio ahora a partir de la edad que tienen, la llegada de un recambio lógico y natural?
— Es inevitable, sí. Los números siguen estando ahí. Cristiano sigue siendo el máximo goleador de la historia del Real Madrid y Messi del Barcelona. Los Balones de Oro que se repartieron están ahí, pero el tiempo también está ahí y no hay manera de vencerlo, así que hay que empezar a ver a otro tipo de jugadores que marcarán la próxima década, no creo que con el acento de Leo y Cristiano, pero es inevitable ver a Mbappe como una de las próximas grandes figuras, a Haaland, a Vlahovic. Estoy hablando además de jugadores que tienen una característica en común: son superdotados físicamente y ya eso te demuestra un cambio de tono del fútbol.
— ¿Vamos un poco a ese complemento?
— Digamos que el físico ya forma parte de la ecuación. El talento sigue ocupando el primer lugar, hay que respaldarlo, pero bueno… En la historia del fútbol, de Alfredo Di Stéfano, los viejos del lugar alababan que salvaba un gol en su portería y metía un balón en la próxima jugada en la portería contraria. Pelé fue un atleta de todos los tiempos. No tenía, muscularmente, nada que envidiarle a Mbappé. Te quiero decir que ahora estamos hablando de jugadores que miden uno noventa y tantos, que desde la presencia ya impactan.
— Y finalmente, me gustaría hablar con vos de entrenadores. Sé que Pep Guardiola es de tu gusto por cómo plantea los partidos, pero…
— Sí, a mí me extraña que Guardiola sea de mi gusto y que no sea del gusto de todos (risas), porque sus equipos se cansan de jugar, pero bueno, el fútbol es un territorio emocional y eso pone a todo en discusión, pero estamos hablando de equipos que se cansan de jugar y de ganar.
— Otro que surgió en este tiempo es el alemán Jürgen Klopp. ¿Te gusta esa línea del DT del Liverpool?
— ¡Ah, también! Tiene un juego en el que propone totalmente. Propone un juego de ataque y defiende un resultado atacando, es admirable. No trabaja tanto los partidos con la pelota, es mitad pelota y mitad espacio, pero como dijo un día Diego al entrar al vestuario, “todas las tácticas que quieran, pero para adelante”. Estos son tipos que le devuelven la entrada al espectador, al hincha.
— Esta discusión que hubo en los últimos tiempos sobre sistemas de juego parece saldada porque los que ganan por lo general son equipos que prefieren atacar.
— Sí, ya nadie revienta la pelota al salir desde su arco, por ejemplo., No se ve eso ni en Italia, donde son varios los equipos que juegan a proponer y no sólo los de la parte alta de la tabla.
— Cierto, porque están el Sassuolo, la Fiorentina…
— Eso es, eso es. Son equipos que pretenden salir de pobres practicando el buen fútbol.
— Tal vez Italia hizo este cambio un poco tarde luego de quedarse afuera del Mundial pasado…
— Sí, los únicos que no esperaron a perder para cambiar fueron los alemanes. Vinieron, copiaron y llevaron en la época del tiki-taka cuando todavía seguían ganando. Eso tiene que ver con una inteligencia colectiva y por eso mantienen vigencia por los siglos de los siglos.
— El Mundial parece una competencia cerrada a los sudamericanos y europeos, porque el fútbol africano parece estar en retroceso.
— Es que así comenzó esta entrevista: la importancia de la cultura. Empezamos hablando del PSG y del Real Madrid y lo llevamos ahora a niveles continentales. Hay una cultura de fondo que hace que continentes como Sudamérica y Europa saquen una ventaja desde el puntapié inicial.
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