Robert Pires, que viene de pasar por Argentina luego de varios días de recorrer estadios y compartir momentos con dirigentes, entrenadores y ex futbolistas - entre ellos su ex compañero en el Villarreal, Juan Román Riquelme-, en una de sus primeras experiencias como agente internacional, consiguió levantar la Copa del Mundo con la selección francesa en 1998, aunque también perdió la posibilidad de participar en otros dos Mundiales y una Eurocopa al no ser convocado por Raymond Doménech, muy creyente en el Zodíaco y quien consideraba que los escorpianos traían problemas a los grupos.
Durante su visita a la Argentina, Pires compartió un asado y varios momentos con Riquelme, ex compañero suyo en el Villarreal en 2007, donde fue testigo de sus desavenencias con el entrenador chileno Manuel Pellegrini, y meses antes fue su rival en la semifinal de la Champions League cuando aún jugaba para el Arsenal, cuando los ingleses eliminaron al “Submarino Amarillo”. Después, el talentoso volante izquierdo perdió la final ante el Barcelona en París e inmediatamente fue transferido al club español,
Pires, que estuvo en la Argentina por primera vez en su vida, se reunió también con Marcelo Gallardo, a quien como jugador enfrentó vistiendo la camiseta del Olympique de Marsella cuando el entrenador de River defendía al Mónaco y dijo de él que “tiene nivel” para estar al frente de un equipo europeo “porque ha jugado allí y sabe cómo es la competencia, y si mañana tiene una posibilidad, la tiene que tomar. Lo tiene que intentar porque lo que está haciendo es muy bueno”.
El ex jugador de la selección francesa visitó los estadios de River, Boca, Vélez, Argentinos Juniors, Estudiantes, Racing y Banfield y se llevó apuntados los nombres de Matías Galarza (Argentinos), Ezequiel Fernández (River) y Exequiel Zeballos (Boca), aunque quedó impactado con Julián Álvarez, de quien dijo que “tiene la suerte de ir a un equipo que juega muy bien al fútbol y que tiene a mi gusto uno de los mejores jugadores como Kevin De Bruyne, que lo va a potenciar. Ha elegido muy bien”, e hizo una referencia a Josep Guardiola, el entrenador del Manchester City. “Cuando tienes un entrenador que te quiere y habla tu mismo idioma…, eso lo va a ayudar mucho”, aunque advirtió sobre el delantero de River y la selección argentina que “allá es diferente, es un fútbol distinto al de acá y tiene que estar listo de la cabeza y en lo físico”.
También tuvo posibilidad de referirse al momento que vive Lionel Messi en el PSG y de la reacción del ámbito del fútbol en su país: “Estamos hablando de uno de los mejores jugadores de la historia y de vez en cuando, en Francia, eso lo olvidamos. No sé si está cómodo, si se siente bien pero lo que quiero decirle a la afición es que te puedes llamar Messi o Cristiano Ronaldo, pero cuando cambias de liga, de país, de idioma, de manera de jugar, de compañeros, cuesta. Hay un proceso de adaptación porque la liga francesa es dura y los periodistas son duros. Le dan un poco de caña porque pensaban que iban a ver al Messi del Barcelona, pero eso lo tienen que olvidar. No sé si él lee francés porque es complicado, ¡pero que no lea!”.
Robert Emmanuel Pires nació en la localidad de Champaña-Ardenas, en la zona de Reims el 29 de octubre de 1973. De padre (Antonio) de ascendencia portuguesa, exiliado a Angola porque venían a buscar jóvenes para alistarlos en la guerra, habla castellano por influencia de su madre (Maribel, “Pola”), de origen asturiano.
La familia buscó en Francia un mejor destino, y acaso por eso, el ex campeón del mundo en 1998 suele decir que el origen del futbolista “es tener que luchar” y traza una gran diferencia entre sus tiempos y los actuales. “Antes había que luchar fuerte –le dijo al diario “Tiempo”-. Hoy, si no le dices al jugador que tiene que luchar, no lo hará. Piensa que por haber jugado dos o tres partidos, ya llegó. No. Llegar es complicado, pero quedarse en un nivel y mantenerlo, eso es lo más complicado y los chavales no agarran información. No les interesa ver partidos antiguos. Las redes sociales cambiaron cosas pero no pasa nada. Nosotros tenemos que ir con ellos. Si no lo hacemos, nadie lo va a hacer. Hay que ayudarlos”.
Su buena estatura (1,85 metro) y su talento para jugar por la izquierda, lo depositaron pronto en el Metz, donde debutó, terminó jugando 160 partidos y se ganó apodos como “D’artagnan”, “Bobby” o “Le Bob”. En esa primera temporada 1996/97 hicieron una gran campaña, ganando la Copa de la Liga y obteniendo el subcampeonato de la Liga, y él fue premiado como jugador joven del año.
Parecía todo servido en bandeja, porque eso lo proyectó enseguida al poderoso Olympique de Marsella justo en la temporada previa al Mundial en el que Francia iba a ser local y se preparaba con toda la artillería. Rápidamente se lo señaló como el sucesor de uno de los mayores ídolos del club en los noventa, Jean Pierre Papin, que jugaba en el mismo sector, y volvió a ser subcampeón de liga y al mismo tiempo, finalista de la Copa UEFA (hoy reemplazada por la Europa League), aunque cayeron en la final ante el Parma.
Tanto fue su éxito en el estadio del Velódromo que quedó en la mira de los principales clubes de Europa como Real Madrid o la Juventus, subyugados por su cambio de ritmo que hacía pasar de largo a los rivales, o su talento para el pase justo y su entendimiento del juego. Sin embargo, terminó en las filas del Arsenal del ingeniero francés Arsene Wenger, en una época de gloria en Highbury, compartiendo plantel con jugadores como Thierry Henry, Patrick Vieira, Dennis Bergkamp o Frerick Ljunberg.
El Arsenal pagó por él 6,9 millones de euros creyendo haber encontrado al reemplazante justo para el neerlandés Marc Overmars, transferido al Barcelona. Terminó ganando dos Premier Leagues, tres Federation Cups, dos Community Shields (Supercopa inglesa) y llegó a la final de la Champions League 2006 ante el Barcelona en la que cayó 2-1 en París luego de haber estado en ventaja. Tras aquella definición, Henry emigró al Barcelona y Pires, al Villarreal, al que el Arsenal había eliminado en semifinales aunque los españoles tuvieron sobre la hora un penal que pateó Riquelme y fue atajado por el arquero alemán Jens Lehman que pudo alterar la suerte de ambos equipos.
También su paso por el Arsenal dio lugar a excentricidades como el penal que tuvo a su cargo ante el Manchester City el 22 de octubre de 2005. Ya había convertido uno, se colocó para volver a rematar el segundo, pero en el momento de ejecutarlo quiso homenajear a Johan Cruyff (como hace poco hizo Lionel Messi en el Barcelona) y decidió pasarle la pelota hacia un costado a Henry, pero pifió, la pelota quedó en el lugar y el árbitro pitó tiro libre para el rival. La jugada quedó en la nada y perdieron una buena ocasión para aumentar el marcador.
Pese a las enormes expectativas por ver a Pires en el Villarreal, se lesionó enseguida por una rotura de ligamento cruzado anterior y eso lo marginó varios meses de los campos de juego, hasta que regresó de a poco siempre bajo la dirección técnica de otro ingeniero, el chileno Manuel Pellegrini. Eran tiempos en los que las polémicas entre el entrenador y Riquelme iban en aumento, hasta que el argentino regresó a Boca y acabó ganando la Copa Libertadores, pero allí se forjó una gran relación con el francés.
En el “Submarino Amarillo” alternó en el puesto con el argentino-chileno Matías Fernández y jugó allí hasta 2009. “Eran tiempos en lo que se podía fumar tabaco o tomar cerveza en el vestuario sin que pasara nada”, recordó con nostalgia. En 2008 consiguieron un histórico segundo puesto en la Liga, pero el club le comunicó que no le renovaría contrato al iniciar la temporada 2009/10, por lo que estuvo unos meses sin jugar hasta que firmó con el Aston Villa. Parecía que terminaría su carrera allí pero en 2014 decidió regresar para vestir la camiseta del FC Goa, de la Superliga india, hasta que oficialmente anunció su retiro definitivo el 25 de febrero de 2016.
Con la selección francesa tuvo un comienzo prometedor, ganando la primera Copa del Mundo para su país (es Caballero de la Legión de Honor) y como local en 1998, y llegó a jugar 79 partidos (convirtió 14 goles) en una de las épocas doradas del fútbol francés, conquistando también la Eurocopa 2000 en Holanda y Bélgica, en aquel equipo que contaba con Zinedine Zidane, Yuri Djorkaeff, Lorent Blanc, Bixente Lizarazu. Fabien Barthez, Marcel Desailly, Didier Deschamps, Emmanuel Petit, Thierry Henry y David Trezeguet. Era citado de manera permanente y ya en 2001 y 2003 ganó la Copa Confederaciones, aunque la primera, disputada en Japón y Corea del Sur, fue la mejor para él porque fue Botín de Oro y Balón de Oro.
Ya para 2004, Francia quedó eliminada en los cuartos de final de la siguiente Eurocopa y tras ese torneo comenzaron sus problemas (como los de otros jugadores como Zidane o Trezeguet) con el nuevo entrenador “blue”, Raymond Doménech, al que internamente le cuestionaban decisiones y no venía precedido de un gran currículum (apenas cuatro años en el Olympique de Lyon y once años en la selección sub-20). La gran sorpresa fue cuando Pires, que justo en ese año había llegado a la final de la Champions con el Arsenal, no fue convocado para el Mundial de Alemania, en el que Francia, contra todo pronóstico, llegó a la final y fue derrotada por penales por Italia.
Un año antes, en 2005, Doménech había concurrido a un programa de televisión, “El derecho de saber”, en el que reconoció que solía consultar el zodíaco y los ascendentes de los jugadores para decidir si los convocaba o no para los torneos y que no confiaba en algunos signos como Escorpio, Cáncer o Libra porque los consideraba “poco beneficiosos para el grupo” y según sus creencias, “los de Escorpio terminan matándose entre ellos”.
Johan Micoud, un muy buen mediapunta relegado por la presencia de Zidane, tuvo sin embargo aún menos oportunidades de mostrarse… por ser del signo de Leo. Doménech lo conocía muy bien de su etapa como juvenil y solía sostener que era “propenso a cometer locuras por su signo temperamental”.
“¿Alguien puede creer en semejante cosa? Seriamente, no puede ser. Conmigo se ha equivocado mucho”, se limitó a decir Pires. Que tampoco estuvo en Sudáfrica 2010, cuando el plantel francés, de todos modos, resultó un caos y todo terminó en un escándalo interno, aunque ya todo había comenzado en la clasificación, cuando los “blues” pudieron llegar al Mundial gracias a un gol con la mano de Henry. Ese equipo jugaba mal y el DT se defendía diciendo que se trataba “de una transición por un relevo generacional”, motivo esgrimido por los dirigentes de la Federación para contratarlo.
El delantero Ludovic Giuly se defendió diciendo que “seguramente los de Cáncer no están bien para él. Ya le preguntaré si me tengo que cambiar de nombre, no sé… Después, que tenga cojones y que hable conmigo cara a cara para que me explique por qué no estoy en la lista” pero el ex extremo del Barcelona no se quedó allí y le envió al DT una carta a través de la entonces novia de éste, la periodista deportiva Estelle Denis. El jugador tuvo que salir a desmentir un affaire con ella.
“Mi única preocupación es ir al Mundial y rendir en un buen nivel allí. Al final, solamente importará el resultado. Al final, seré Dios o el diablo”, sostenía Doménech, mientras se especulaba con que otro jugador de la Premier League inglesa, Samir Nasri, tampoco estaba por ser de Cáncer.
En su reciente paso por la Argentina, Pires, que vive en Ibiza con su segunda esposa Jessica y sus hijos Naia y Theo y juega al fútbol siete para los veteranos de la peña Santa Eulalia y es embajador del Arsenal inglés, estuvo jugando en el “Lasaigues Pádel” del hotel Sheraton contra la pareja Hernán Crespo-Santiago Hirsig, también se hizo tiempo para compartir momentos con su amigo Riquelme. “Tenemos la misma filosofía de fútbol –sostuvo- la técnica, manejar bien la pelota. Con él aprendí que el fútbol es simple”.
Para Pires, la calidad de los futbolistas de antes es superior a los de la actualidad. “Antes podía nombrar cincuenta muy buenos jugadores y hoy, no más de quince” –insistió-. No hay jugadores como Redondo, Riquelme o Iniesta. El fútbol ha cambiado de dirección hacia lo físico. Si le preguntas a un presidente o a un entrenador qué elige entre un jugador que tiene físico o al que tiene técnica, elige al que tiene físico. Ese es ‘mi problema’. Miro en cada equipo a los jugadores que tienen buena técnica. Claro que hay jugadores que tiene velocidad y que físicamente están bien, pero no los miro. Miro al que está en el medio, que maneja bien la pelota, que juega corto y largo y que tiene paciencia y tranquilidad”.
“Los jugadores somos muy cabrones –sostiene en modo autocrítico- porque siempre estamos quejándonos de todo o hablando mal de alguien. Siempre pasa algo. No estamos contentos. Y yo lo digo porque era el primero. Y ahora el futbolista es peor por todo lo que lo rodea, no sólo por el dinero. Cuando no juega no está contento, o cuando juega te manda a su representante o a su papá. Por eso no quiero ser entrenador aunque integrando un cuerpo técnico, puede ser. Pero ¿ser el número uno? No, gracias”.
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