Por qué Campazzo no fue traspasado por los Denver Nuggets y qué le deparará hasta el final de la temporada de la NBA

Las razones por las que el argentino, sobre el cierre del mercado, no se marchó de un equipo que hoy no le da lugar y un análisis de lo que puede aguardarle. ¿Estuvo cerca de irse? ¿Hay salida o debe esperar a que se termine el contrato?

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El cordobés deberá esperar su
El cordobés deberá esperar su oportunidad (Ethan Mito/Clarkson Creative / Getty Images via AFP)

A la NBA no traten de entenderla y menos con el enfoque argentino o latino. La mejor liga del mundo es así: no tiene sentimientos. Y es capaz de darte y quitarte todo, sin miramientos. Y justamente por eso... Porque te ofrece TODO lo mejor: instalaciones top para desarrollarte como jugador, decenas de empleados para hacerte la carrera –y la vida- más fácil, los mejores traslados en aviones privados, los mejores hoteles, los mejores vestuarios, las mejores comidas, las mejores prendas, las mayores comodidades, las últimas tecnologías y más… Lo que se te ocurra, lo tenés. Y si no está, lo pedís y te lo dan. Sos como un hijo de millonario. O, muchas veces, directamente, un millonario que puede darse todos los lujos que soñaste.

Pero, claro, como pasa en este mundo capitalista, nadie te regala nada. La NBA te da y te exige. Y si no rendís, te quita. O te utiliza como una mercancía, sin remordimientos. Así pasa hace décadas… Al menos desde que se convirtió en un negocio multimillonario y global, a partir de mediados de los 80. Así le está pasando a Facundo Campazzo. Como les ha sucedido a tantos otros. No hay mejor ejemplo que el de Juancho Hernangómez, el español que fue canjeado dos veces en un mes (en enero, de Boston a San Antonio y este miércoles de los Spurs a Utah). O, por citar otro caso, el de Ricky Rubio, la figura española que fue objeto de seis traspasos en 13 años, incluso antes de ser elegido en el mismo draft de la NBA. Una auténtica locura.

Entonces, está claro, no se puede esperar otro tratamiento para nuestro mejor jugador. No importa nada. Que sea una figura mundial, que haya sido uno de los mejores bases de Europa hasta hace dos años, que haya apostado fuerte –económica y deportivamente- para dejar el Real Madrid y llegar a los Nuggets, que se haya mudado con su esposa embarazada… A la NBA, salvo rarísimas excepciones –tal vez los Spurs con Popovich, un poco más “humano”-, no le importa nada. Quiere que rindas y ayudes al equipo a ganar. Y punto. Si no lo lográs, adiós. Incluso puede pasarte que también te den salida si eso lo hacés... Si aparece un jugador mejor... O un negocio superior, en términos muchas veces difíciles de comprender para la gente, como son los salariales.

En la NBA hay reglas complejas, con un tope máximo de dinero a gastar para armar un equipo (109 millones, con impuestos a pagar por penalidades desde los 133m), pero que al ser flexible requiere de permanentes estrategias para ir construyendo los mejores planteles posibles. Entonces, claro, el tema es mucho más complejo de lo que se cree. Hay una ingeniería detrás de estos armados de equipos, dependiendo de si querés “competir” hoy o dentro de unos años. Hay equipos que apuestan a ganar todo ahora y otros que planean las llamadas “reconstrucciones”, que pueden llevar entre tres y seis años (o más), a grandes rasgos, dependiendo de los éxitos de los procesos.

Denver está ahora en un escenario intermedio, una especie de nebulosa. Porque tiene para ir por todo pero le pasan cosas que no le permiten pelear el título. Todo comenzó hace dos años (2020), cuando su equipo pacientemente construido durante cinco temporadas (desde 2015, cuando arribó Nikola Jokic, su actual superestrella) tuvo un pico de rendimiento y llegó, casi inesperadamente, a la final de la conferencia Oeste -perdió 4-1 con los Lakers de LeBron que terminarían siendo los campeones-. Fue el momento en el que la dirigencia decidió potenciar a un equipo que tenía una gran ofensiva a partir de Jokic, como dúctil hombre grande, y el canadiense Jamal Murray, base anotador. Entre otros, buscó a Campazzo, un armador completo que venía de ganar todo y descollar en España y la Euroliga, el máximo nivel fuera de la NBA. Había ilusiones de que, tras una adaptación lógica, sobre todo a cuestiones de tiro (la línea de tres puntos está más lejos), velocidad (FC7 sacaba ventajas en Europa, pero ya no en la NBA) y alturas (su 1m77 generaba algunas dudas), el cordobés sería una parte valiosa de la rotación de los Nuggets.

Y, de hecho, en la primera temporada NBA, lo fue. Si bien es verdad que fue un jugador de highlight (cada noche se viralizaba una gran acción suya, sea por lujos, entrega o pases extraños), tuvo algunos momentos muy interesantes, cuando aparecieron las lesiones en masa en el plantel y él tuvo que capear el temporal como base titular (19 de 65), sobre todo a partir de la lesión de ligamentos que sufrió Murray en abril. Se destacó por su intensidad y defensa. Jugó físico, al límite, y así desafío –e hizo molestar a algunos rivales, desde Curry hasta Wall, pasando por el respeto que se ganó de Lillard- y por eso le pusieron apodos como La Araña, La Peste y La Mosca… En ataque tuvo altibajos, pasó la pelota mejor (3.6 asistencias) de lo que lanzó (35% en triples), pero para ser la primera temporada, dentro de un equipo irregular (récord de 47-25 y despedida en segunda ronda de playoffs), estuvo bien. O muy bien, dependiendo de la exigencia y mirada de cada quien.

Distinto ha sido en esta segunda temporada. Se esperaba un salto de calidad o al menos mantener el nivel de la 20/21, pero por distintos motivos esto no sucedió. Denver ya nunca volvió a ser el equipo temible del 2020. Las lesiones siguen estando –a la de Murray se sumó la de Michael Porter Jr, otra figura, en la espalda -, la endeblez defensiva también y a eso se sumaron otros problemas –como el pobre rendimiento de los suplentes- que conspiraron con el esperado upgrade. Hoy el equipo está sexto con marca de 30-24, pero varios le pisan los talones y nada está asegurado. Y el técnico Mike Malone no regala nada. O, al menos, no quiere hacerlo. Por eso toma decisiones que, en esas últimas semanas, perjudicaron a Campazzo, hasta sacarlo de la rotación habitual.

Facu comenzó jugando, casi como la temporada pasada: 18 minutos de promedio en noviembre, luego de estar en 21 minutos durante la 20/21. En diciembre subió a 26, destacándose en el armado pero sufriendo en la anotación, con una eficacia que bajó (35% de campo y 32% en triples). Esto empezó a generar cuestionamientos, en parte de la prensa, los hinchas y hasta el cuerpo técnico. En la NBA de hoy ya casi no hay lugar para los bases –o los jugadores- que no anoten con consistencia. Si no lo hacés, los rivales liberan más a ese jugador para enfocarse en otros y Denver no puede darse ese lujo porque, justamente, necesitan anotadores y tiradores que dejen espacios para Jokic.

Encima, en Denver, faltan los 21 puntos de Murray. Malone buscó reemplazarlos con los tres bases: Facu (apenas 5.8), Monte Morris (12.6) y Bones Hyland (8.6), un pibe (1m85 y 21 años) que llegó esta temporada tras ser elegido en el draft pasado y rindió muy bien, hasta el punto de tomar varios minutos de Facu e incluso sacarle el lugar al argentino en las últimas semanas. Promedia 18 minutos, anotando más y lanzando mejor que Facu. Su 39.4% en triples es una diferencia importante ante el 31.3% de FC7. No son los únicos números que toman en cuenta. Hay otros más avanzados, que reflejan productividad, que dejan complicado al argentino, en una era en la que muchas decisiones se toman mirando estadísticas…

Así es que hoy, en la franquicia, confían más en Hyland que en Campazzo y, en principio, apostarán a él. Es más joven y ya rindió igual o más que Facu, siendo un novato. Lo que deja el techo bastante más alto. No es que Malone no valore a Facu. Lo quiere y respeta su compromiso con el equipo, su defensa y algunas virtudes, sobe todo las intangibles –competitividad, intensidad y virtuosismo-, pero hoy siente que el equipo necesita otra cosa y, de a poco, fue creyendo que FC7 no se lo puede dar. O, al menos, que la dupla Morris y Hyland puede hacerlo mejor. Entonces, con la presión que tiene, el coach elige y no le está yendo tan mal –el equipo ganó siete de los últimos 10-. Por eso Campazzo quedó out de la rotación. En los últimos cinco partidos lo puso poco y nada, incluso generando la bronca de los hinchas argentinos, que observan como una falta de respeto que lo ponga unos minutitos con los partidos definidos.

La chance de que Campazzo saliera del equipo antes de que se venciera la fecha límite de traspasos –pasó este jueves 10/2 a las 17 horas de ARG- era verídica. Los agentes del jugador estuvieron en comunicación con la gerencia del equipo y expresaron la voluntad de que, si no lo iban a utilizar, extremaran la voluntad para canjearlo a otro equipo. Denver, con reservas, asintió. “Si llega la operación correcta, lo haremos”, contestaron. “Varios equipos expresaron interés”, le contaron a Infobae desde el círculo íntimo del argentino, sin precisar nombres. Ayer, en las horas finales, distintos medios y periodistas de Estados Unidos mencionaron a los Lakers, los Clippers, los Pacers y hasta los Bulls, como posibles destinos, pero las horas pasaron y nada se concretó. “Se estuvo cerca, pero no se dio”, agregaron, aunque dejando claro –y desestimando- que los Nuggets le dieran un tratamiento diferencial a la situación del jugador. Se dijo que, por todo el esfuerzo que hizo el jugador para llegar a Denver y por su profesionalismo y calidad humana, lo traspasarían para hacerle un favor. “No es así, lo trataron como a cualquier otro”, reconocieron, dejando claro que Campazzo, como tantos otros, incluso estrellas, es una mercancía más. No está mal. Es así. A la NBA no traten de entenderla…

Lo que se viene para FC7 es una prueba más para su temple, mentalidad y paciencia. Debe absorber el golpe de no haber sido canjeado y volver a entrenarse con buena cara. Como siempre lo ha hecho, aseguran desde la franquicia. En ese sentido no hay ni un mínimo reproche. Todos le valoran que ha sido un profesional absoluto que sólo ha buscado lo mejor para el equipo, resignando lo propio, dentro de un contexto complicado. Un legado que absorbió de la Generación Dorada y que también es parte de su esencia. Facu deberá, con dureza mental, dar todo en cada entrenamiento –de los pocos que hay a esta altura de temporada- y, sobre todo, esperar algún contratiempo si quiere jugar. Porque, además de Morris y Hyland, están Austin Rivers y Bryn Forbes, el base-escolta que llegó hace tres semanas desde San Antonio y viene jugando bastante (21m) y bien (10 puntos con 39% en triples). Está claro que, en esta situación, de los armadores-perimetrales jugando bien y el equipo ganando, lo más lógico es que Campazzo juegue poco y nada de acá al final de la temporada (faltan 28 partidos). Incluso en su entorno esperan eso. Pero la NBA es una Caja de Pandora y todo puede cambiar, de un día para el otro, por malos rendimientos o lesiones.

La pregunta, que muchos se hacen, es por qué Denver no traspasó a Campazzo. Primero, porque no llegó ninguna oferta que lo convenciera y beneficencia, como dijimos, nadie hace en la NBA. Y segundo porque todavía deben regresar Murray (¿marzo?) y Porter, si es que lo hacen. Algunos creen que no volverán en esta temporada, en especial el base, quien sufrió la rotura de ligamentos hace 10 meses-, porque no quieren apurarlo. Entonces necesitan otro base, por las dudas. Algunos preguntan, entonces, por una rescisión de contrato y si bien no es imposible, porque Denver necesita liberar dinero en el tope salarial, hoy parece difícil, porque por los 3.800.000 de dólares que gana FC7, tal vez les conviene tenerlo como reaseguro por si no vuelve Murray o algo más pasa. Campazzo, por lo pronto, deberá armarse de más paciencia y esperar s chance. O directamente esperar que termine la temporada, la última que le queda con contrato. Ahí sí quedará libre y será libre para elegir.

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