El mundo de la lucha libre y el periodismo deportivo recibió la inesperada noticia de la muerte de Arturo Rivera. El afamado comentarista del pancracio mexicano fue internado y, aunque una solicitud de donadores de sangre y plaquetas en su beneficio se viralizó en redes sociales con rapidez, la causa de su hospitalización, así como la de su muerte no se dieron a conocer de inmediato. Fue la mañana del 10 de febrero cuando en el canal Foro TV confirmaron que su defunción derivó de una falla orgánica múltiple.
La semana del 2 de febrero se dio a conocer la hospitalización del Rudo en el Hospital General de Zona Número 1 “Dr. Carlos Mac Gregor Sánchez Navarro”, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Desde entonces, no se dio a conocer mayor información acerca de su estado de salud. Finalmente, la noche del 9 de febrero se reportó su fallecimiento, a los 67 años, por dicho padecimiento.
Una Falla Orgánica Múltiple, también conocida como Disfunción Orgánica Múltiple, es un síndrome que disminuye, de manera progresiva, la función de uno o más órganos del cuerpo humano. La presencia de dicho diagnóstico deriva de otros padecimientos como infecciones graves o la insuficiencia de algún órgano que, en caso de no revertirse, pueden afectar al resto.
Otra de las personalidades que perdió la vida a causa de dicho síndrome fue la legendaria intérprete de música ranchera Chavela Vargas. En su caso, permaneció internada cerca de 10 días por padecimientos renales y cardiorrespiratorios irreversibles. No obstante, la gravedad de su estado de salud provocó el desarrollo de una falla orgánica múltiple y falleció el 5 de agosto de 2012.
Quién fue Arturo Rivera
El Rudo Rivera, como se dio a conocer cuando incursionó a los micrófonos de la lucha libre, comenzó su carrera en el periodismo deportivo como reportero de Televisa Deportes. No obstante, en sus primeros años su función principal era cubrir la información relacionada con la Selección Mexicana de Futbol. Así permaneció durante ocho años en los que, incluso, fue testigo del veto del Tricolor en el Mundial de Italia 90 por el caso de los cachirules.
Al término de dicha justa deportiva, cuando se encontraba de guardia en la televisora. El productor Luis Cabrera solicitó su apoyo para narrar lucha libre. Aunque Rivera aclaró su poco conocimiento de la disciplina que comenzaba a ganar afición en las pantallas de televisión, su interlocutor lo designó a cargo de una función grabada que se transmitió por medio de Univisión.
“Yo empecé a ser así, sin querer, porque no tenía argumentos, no sabía de llaves, no sabía la historia de cada luchador. Para mí todo era nuevo”, declaró en una entrevista con Antonio de Valdés. Sin embargo, el productor quedó conforme con su actuación y, además de agradecerle por haberlo sacado del apuro, le anunció que lo programaría para repetir su papel en la siguiente semana. Así, de forma totalmente inesperada comenzó a forjar su historia.
Con el paso de los años, Rivera comenzó a abrirse paso como una de las personalidades indispensables en la narración y crónica del pancracio mexicano. Su exacerbada afición por el bando de los rudos también lo convirtió en un ícono, pero le causó conflictos en el espectáculo con algunos de los protagonistas del deporte. A pesar de ello, junto con el Dr. Alfonso Morales, consolidó una de las duplas más entrañables de la comunicación deportiva.
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