“Juego de back central, pero no tengo problemas de hacerlo como volante central, por izquierda o derecha. En una línea de cuatro o de tres. Estoy contento de llegar a Boca, donde han triunfado varios compatriotas como Oscar Córdoba, Mauricio Serna y Jorge Bermúdez”. De esta manera, se presentaba en julio de 2002 José Arley Dinas Rodríguez como nuevo refuerzo del plantel que comandaba Oscar Washington Tabárez.
El defensor colombiano llegaba procedente de Millonarios de Bogotá con buenos pergaminos. Antes, había debutado en América de Cali para luego recalar en Deportes Tolima y Deportivo Cali de su país; y tener un breve paso por el fútbol japones. Pero una vez llegado a Boca no tuvo el mejor recibimiento, ya que el entrenador de turno le dejó muy en claro que no lo quería. “Yo a usted no lo pedí. Sin embargo, entrene a ver qué pasa”, le aseguró el uruguayo.
De esta manera, Dinas apenas jugó dos encuentros por la Copa Sudamericana 2002. El primero fue ante Gimnasia y Esgrima de La Plata por los octavos de final, con derrota por 3 a 1 en El Bosque. El segundo, fue la vuelta en la Bombonera con empate en cero. Fue titular, pero en el entretiempo salió para que ingresara Ezequiel González. A partir de ahí, el defensor se negó a jugar en la Reserva en un partido ante Colón y lo separaron del grupo.
“Le pedí a Tabárez que por favor no volviera a mandarme a la Reserva. Le dije que cuando expulsaban a Rolando Schiavi o a Nicolas Burdisso traían uno de abajo por encima mío y no contaban conmigo. Pero fue peor, porque no me quiso tener más en el plantel”, reveló el marcador central, quien cerró su etapa en el Xeneize y en 2003 regresó al Deportes Tolima.
Pero lo peor estaba por venir. El 12 de julio de 2004, el colombiano sufrió una grave lesión en su rodilla derecha jugando para su seleccionado en la Copa América de Perú. El defensor saltó a rechazar un balón con la cabeza y, cuando cayó, sintió que algo no estaba bien y no pudo continuar. “Se me reventó el cartílago de la rodilla derecha y desafortunadamente no pude volver a jugar al fútbol. Ese fue mi último partido como profesional”, recordó.
Aquella lesión lo alejó definitivamente de las canchas y de la peor manera se terminaron 13 años de carrera futbolística. “Me recuperé para ser una persona normal, pero ya no puedo patear con la pierna derecha porque se me sale el hueso”, contó, resignado.
“Cuando juegas al fútbol te rodean muchas personas que son amigos del bolsillo, del dinero. Pero después desaparecen cuando algo te pasa. Cuando me lesioné, quedé sólo. Nadie se acercó a mí ni me llamaron. Solo estuvo mi familia”, recalcó, con voz apagada.
Desde Cali, en una charla íntima con Infobae, el ex futbolista de 47 años se animó a analizar el cruce entre Argentina y Colombia por las Eliminatorias Sudamericanas rumbo a Qatar 2022. Además, reveló detalles sorprendentes de su paso por Boca. Cómo descubrió que su ex representante le robaba dinero, la charla privada que tuvo con el ex presidente Mauricio Macri, el motivo que lo llevó a renunciar al club, y la plata que tuvo que pagar para poder irse de Argentina.
-¿A qué se dedica, Arley?
-Estoy manejando una ladrillera en Cali, donde se hacen ladrillos. Ya llevo dos años en este nuevo proyecto. Al futbol lo dejé prácticamente a un lado.
-¿Por qué motivo?
-Más que todo porque me trató muy mal cuando me lesioné. Todo el mundo me dio la espalda y quedé muy decepcionado con todo lo que tiene que ver con este deporte. Entonces, me dediqué de lleno a este proyecto propio, donde me siento muy a gusto y contento.
-¿Quiénes lo dejaron sólo?
-Los que decían ser mis amigos. Yo me lesioné jugando para la selección Colombia y nadie me respondió. Tantos años le entregué al futbol para que apenas tenga una lesión y me dejen al olvido. Me abandonaron los de la Federación Colombiana de Fútbol, porque yo me lesioné jugando la Copa América de 2004 en Perú. Además, en Deportes Tolima también me soltaron la mano porque en ese entonces era parte del club.
-¿Qué lesión sufrió?
-Me sacaron el cartílago derecho de una de mis rodillas y me quedó hueso con hueso. No puedo caminar normal. Tengo que recargar todo el peso sobre la pierna izquierda. Me lesioné la derecha. Hoy se me dificulta poder desplazarme fácilmente. Casi no camino mucho, porque prácticamente recargo todo a la cintura y a la cadera.
-¿Cómo hace para trabajar?
-Me mantengo quieto y sentado en mi oficina de la Farolera. Trabajo en sociedad con un amigo. Estoy necesitado de trabajar porque de este proyecto se alimenta mi familia. No tengo otra entrada económica. Saco dinero de aquí para poder sostener mi casa. Lo poco que hice jugando al fútbol lo utilicé para comprarme una casa. En esta época se gana mucho dinero, un jugador en un año o dos puede definir su futuro en un 60 o 70 por ciento por las cantidades que se manejan. En mi época era diferente, no se pagaba muy bien.
-¿Pidió ayuda en su momento?
-Sí, a la Federación Colombiana de Fútbol. Pero siempre me dieron la espalda. Inclusive su presidente Ramón Mesuran. Le pedí ayuda y no me dio bola. A raíz de eso, quedé muy decepcionado. En su momento representé al país siendo parte del seleccionado. Cuando me lesioné toda Colombia se enteró y nadie me reconoció nada, ni mis compañeros de la Copa América de 2004 se preocuparon por mí. Me defraudaron todos. Hoy ando sólo por la vida.
-¿Se tienen verdaderos amigos en el fútbol?
-En mi caso, no. Porque cuando uno está allá arriba te rodean muchas personas que son amigos del bolsillo, del dinero. Pero después desaparecen cuando algo te pasa. Cuando me lesioné quedé solo y nadie fue capaz de llamarme.
-¿Cómo hizo para salir adelante?
-Por mi familia, A uno nadie le lleva plata a la casa. Por ende, salí a rebuscármela. Así fue como busqué trabajo fuera del fútbol. Tengo dos hijos, una mujer y un varón, a quienes mantener. Salí por mis propios medios adelante sin la ayuda de nadie. Quedé tan decepcionado que ni miro partidos.
-¿En serio?
-Sí, te lo juro. Le entregué muchos años de mi vida al fútbol y me dieron la espalda cuando los necesitaba. En Deportes Tolima, Gabriel Camargo, quien es el máximo accionista del club, luego de la lesión, me dijo: “Usted ya no me sirve, arreglemos”. Entonces, quedé lesionado y me abandonaron.
-¿Por eso se retiró a los 29 años?
-Por la lesión que tuve en el cartílago. No pude seguir desarrollándome como deportista. La lesión fue por un desgaste. Cuando jugaba fútbol profesional me molestaba la rodilla izquierda y recargué todo sobre la derecha, la diestra. Al comienzo fue muy difícil manejar la situación del retiro. Estaba acostumbrado a una vida de lujo y de repente, de un día para el otro, me quedé sin nada. Fue un momento muy duro de atravesar. Hasta el día de hoy sigo dolido por la situación. Y no le presto mucha atención a los partidos.
-En su etapa en Boca, ¿hizo amigos?
-Sí, con varios compañeros me llevé muy bien. Además, también con uno de los vicepresidentes de ese entonces, Pedro Pompillo. Con el ex presidente, Mauricio Macri, hablé dos veces. Una de ellas fue cuando le fui a renunciar.
-¿Por qué renunció?
-Porque el empresario que me llevó me engañó. Estaba cobrando una plata en negro que yo no sabía. Cuando me di cuenta, renuncié inmediatamente a Boca. Mi representante era José Castagno, que en paz descanse. Él se quedaba con parte de mi sueldo y a mí me estaban cantando otra cosa. Cuando me enteré, le dije de todo.
-¿Cobraba un contrato y parte se la quedaba su representante?
-Sí, pasaba eso. Yo en esa época cobraba 15 mil dólares. Él me daba 7 mil y se quedaba el resto. Lo que pasaba era que Boca le depositaba el dinero a su cuenta y José me daba la plata al contado. Así estuve durante seis meses hasta que me enteré y renuncié. No hubo claridad en ese contrato y llegué engañado a Boca por parte de mi ex representante.
-¿En Boca qué le dijeron?
-Con Boca no tuve inconvenientes, porque yo hablaba con mi representante, quien me decía que ganaba siete mil dólares, pero en el contrato figura otra cosa. A él le consignaban mi sueldo y José me decía que ese dinero era lo que me correspondía. Boca le transfería la plata a él. Mi representante se quedó con parte de mi dinero y me traicionó. Cuando le fui a renunciar a Macri, le dije que quería irme porque Tabárez no me tenía en cuenta. Entonces, me preguntó: “¿Por qué vas a renunciar si vos ganás más que tus compañeros?”. Al escuchar eso, le repregunté: “¿Cuánto es que gano yo?”. Cuando me respondió “15 mil”; y yo apenas recibía siete mil, le renuncié inmediatamente, aunque había firmado un contrato por un año.
-¿Lo encaró para decirle lo que estaba sucediendo?
-Sí. Me dijo que “eso era mentira”. Pero el contrato decía otra cosa, porque lo chequeé. Macri me pidió que no renunciara, porque ya iba a tener otras oportunidades para jugar. Al final no me fui por eso, sino por la traición de Castagno. Recuerdo que renuncié para octubre de 2002.
-¿De su paso futbolístico por el Xeneize qué recuerda?
-Jugué dos partidos por la Copa Sudamericana 2002 ante Gimnasia y Esgrima La Plata. El técnico era Oscar Tabárez, quien cuando llegué a Buenos Aires me dijo: “Yo a usted no lo pedí. Sin embargo, entrene a ver qué pasa”.
-¿Cómo se sintió cuando escuchó eso?
-Muy mal. Imagínate que recién me bajaba del avión y cuando llegué a la sede de Boca, el entrenador me recibió de esa manera. Me marcó negativamente y eso me bajoneó. Sin embargo, seguí entrenando. Hasta que un día le dije que me regalara cinco minutos de su tiempo. En esa reunión, le pedí por favor que no volviera a mandarme a la Reserva. Le dije que cuando expulsaban a Rolando Schiavi o a Nicolás Burdisso traían uno de la Reserva por encima mio y no contaban conmigo. Pero fue peor, porque no me quiso tener más en el plantel.
-Entonces, ¿qué balance hace de su paso como futbolista?
-El balance es negativo, porque sabía que con mis condiciones podía jugar en ese club. Sabía que en Boca había que meter huevos y esa era mi característica. Pero no me dieron los partidos suficientes. Yo jugué en América de Cali con Oscar Córdoba y Jorge Bermúdez. Además, enfrenté al Chicho Serna. Yo era un jugador para Boca, pero desafortunadamente no me dieron muchos partidos para mostrarme.
-Cuando llegó a Boca se encontró con un plantel plagado de estrellas que venía de ganar la Copa Libertadores 2001. ¿Le costó ingresar al grupo?
-No, porque yo era un jugador de la selección de Colombia. Eso marca de qué estás en condiciones de jugar en cualquier equipo grande. Toda mi vida fui parte de la selección de mi país, desde las juveniles hasta la Mayor. Así que condiciones para un equipo grande como el Xeneize no me faltaban
-¿Con quién hizo buenas migas en el plantel del 2002?
-Con Carlos Tevez, el Mellizo Barros Schelotto y Cristian Giménez. El Apache recién arrancaba y tenía 18 años. Llegar a una institución tan grande y tener de compañeros a semejantes jugadores fue muy bueno para mí. Me siento muy orgulloso de haber jugado en Boca.
-¿Que sintió al jugar en la Bombonera?
-Una alegría inmensa. Ya había estado en ese estadio con el Deportivo Cali un año antes por la Copa Libertadores. Siempre me trataron muy bien los hinchas boquenses. Nunca sentí racismo ni nada de eso. No le paro bola a ese tema. Todos los seres humanos somos iguales.
-¿Le dejó alguna enseñanza como entrenador Oscar Tabárez?
-Sí, un profesor que con todos los jugadores era muy directo y eso siempre lo valoré. Que los técnicos te hablen de frente es bueno, siempre que sea con la verdad. Creo que merecí más oportunidades en el campo de juego y se lo dije. Pero Tabárez no me las dio. Por mis características, era un futbolista hecho a la medida de Boca. Se sabe que en ese club tenés que correr y meter; y era lo mío, ¿no?.
-¿Cómo fueron esos días en Buenos Aires?
-Muy buenos. Trataba de pasarla bien junto a mi familia. Recuerdo que cuando terminaba la práctica me iba a recorrer la 9 de Julio en carro o caminando. Cuando me aburría, preguntaba dónde quedaba la avenida 9 de Julio y salía a caminar por la ciudad. Por la noche, llegaba a mi casa y salíamos a cenar con mi mujer y mi hija. Me encantaba el asado argentino; es espectacular. Luego, paseábamos por el centro de la capital. Recuerdo que me tocó conocer “la Argentina más pobre” por el tema del corralito del 2001. Llegué en el 2002 y quedaron los resabios de aquella situación económica. Recuerdo que el peso argentino no valía nada.
-¿Es cierto que tuvo que pagar para poder irse de Argentina?
-Sí. Resulta que en los seis meses que estuve en Argentina nunca me llevaron a Migraciones para hacer los papeles correspondientes para tramitar la residencia como extranjero. Entonces, cuando decidí volverme a Colombia y renuncié en Boca, cuando llegué al Aeropuerto de Ezeiza tuve que pagar una multa.
-¿Por qué?
-Porque no sabía que tenía que salir cada 90 días del país y volver a entrenar con pasaporte de turismo. Debía ir a Uruguay y volver a entrar al territorio argentino. Los directivos de Boca nunca me comunicaron eso. Mi representante tampoco. Entonces, no tenía ni residencia ni visa de trabajo.
-¿Cuánto dinero tuvo que abonar de multa?
-100 dólares en el aeropuerto. Recuerdo que el corralito tenía a toda la Argentina preocupada. A mí no me afectó, porque le consignaban mi sueldo a mi representante a través de una transferencia y él sacaba el dinero para abonarme en efectivo. Entonces, no tenía plata en una cuenta bancaria. Pero yo con esa plata vivía en Buenos Aires y mantenía a mi familia.
-Hoy en Boca está Sebastián Villa, quien jugó en Deportes Tolima también…
-Sí, lo conozco. Ambos jugamos en Boca y también en Deportes Tolima. Futbolísticamente tiene todas las condiciones para triunfar. Pero en su vida personal tiene varios problemas. Es un delantero que podría llegar a equipos grandes de Europa, pero se está desubicando en su vida privada. Yo creo que está mal rodeado. Las personas que lo asesoran se están equivocando y no lo llevan por el buen camino del futbolista.
-¿Qué le dejó su paso por el seleccionado colombiano?
-Estuve en todas las categorías menores hasta la Mayor, inclusive. Es una experiencia muy linda poder representar a tu país. Jugué la Copa América 2004, las Eliminatorias sudamericanas para el Mundial 2002 y la Copa de Oro de la Concacaf en el 2000.
-Y enfrentó en dos partidos a la Argentina
-Sí, y me fue mal. Uno fue el 29 de junio del 2000 en el Atanasio Girardot con derrota por 3 a 1, con dos goles de Gabriel Batistuta y el restante de Hernán Crespo. El otro, el 3 de junio del 2001, en el Monumental, que perdimos 3 a 0 con tantos de Crespo, el Piojo López y el Kily González. Ambos eran por Eliminatorias para el Mundial de Corea/Japón 2002. El técnico era Pacho Maturana. Yo debuté muy joven en el seleccionado con Freddy Rincón, Palomo Usuriaga, Guerrero, Wilmer Cabrera y Wilson Pérez. Aprendí mucho de ellos.
-¿Cuál es su visión sobre el selección colombiano actual?
-Son jugadores muy diferentes comparados a los que había en nuestra época. Hoy, la mayoría están desarrollándose en Europa. En cambio, nosotros jugábamos en Colombia y hacíamos respetar nuestra casa, porque sabíamos lo que era nuestra tierra. En cambio, los de ahora juegan en el continente europeo y les da duro el calor cuando vienen al país, porque no están adaptados.
-¿Está de acuerdo con el proyecto que lleva adelante Reinaldo Rueda como director técnico del seleccionado?
-Él conoce muy bien a los jugadores y es un estratega. Hay mucha gente que no le gusta su forma de ser. Pero considero que está haciendo bien las cosas. Igualmente, el jugador es el que sale a la cancha. Como técnico, uno arma una alineación, pero los futbolistas tienen que responden en el campo de juego.
-¿Qué análisis hace de lo que pueda llegar a pasar entre Argentina y Colombia en el Mario Alberto Kempes de Córdoba?
-El seleccionado colombiano le puede hacer partido al de Scaloni y es lo que anhelamos todos. Sabemos que Argentina tiene muy buenos futbolistas. Viene de ganarle a Chile en la altura de Calama, pero sufrirá varias bajas importantes. Y tenemos que aprovecharlo. Más allá de eso, yo soy hincha del jugador argentino porque deja todo en la cancha. No solamente en sus clubes, sino en la selección también. Es un partido muy importante y tenemos que clasificar sí o sí al Mundial, no queda otra. Si no logramos ganar, por los menos un empate, porque triunfar ante el seleccionado de Scaloni de local lo veo difícil. La idea es ir por los tres puntos, pero con un punto me conformo.
-¿Firma el empate?
-Sí, claro. Firmo el empate.
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