“Chile se juega la clasificación a Qatar 2022. A Argentina le podemos hacer daño y ganarle. En el peor de los casos, lograr un empate. Pero ir a Qatar para Chile es muy difícil. Igualmente, tengo fe por un par de cambios que se produjeron a nivel psicológico y actitudinal”. De esta manera, Luka Tudor analizó el presente de la selección de su país, en vísperas de un cruce vital contra el seleccionado de Lionel Scaloni en el desierto de Calama.
“Chile no tiene margen para perder. Es a matar o morir”, agregó Tudor, quien hoy se destaca como comentarista deportivo en la televisión chilena, pero que en 1989 integró el seleccionado local que participó de la Copa América organizada en Brasil.
Mas allá de vestir la camiseta de La Roja, Tudor tuvo un paso corto por el fútbol argentino. En 1992 llegó a Newell’s, donde jugó pocos minutos. Pedido exclusivamente por el técnico de turno, Marcelo Bielsa, marcó dos goles en los seis partidos que disputó, aunque uno de ellos fue contra River en el Monumental de Núñez. Eso sí, de su estadía por Rosario acumuló varias anécdotas con el Loco.
“Era un hombre muy culto, pero extraño. Un pájaro raro. Te voy a contar algo. Nos tocó el debut de la Copa Libertadores, frente al San Lorenzo del Beto Acosta y Gorosito, y perdimos 6-0. Nadie entendía nada, nos habíamos sacado la cresta trabajando durante la pretemporada. Al siguiente entrenamiento llegó Bielsa, nos dispuso en círculo, se sentó sobre una pelota y se puso a llorar. ¡A llorar! ‘¿Alguien me puede explicar qué nos pasó? ¿En qué fallé?’, preguntaba. Para nosotros fue tal conmoción que después volamos, y así llegamos a la final de esa Libertadores”, remarcó el ex centrodelantero.
No obstante, el jugador de ascendencia croata también es recordado por sus breves pasos por las ligas de Suiza y España, donde se probó en el Barcelona durante dos semanas: “Me vino a buscar Josep María Minguella, el mismo que llevó a Diego Maradona, a Lionel Messi, a Romario y a Hristo Stoichkov, entre otros. Dormí en su casa hasta que llegó mi viejo. Estuve entrenando en el Barcelona B, pero al final no firmé contrato”, recordó.
En diálogo con Infobae desde Santiago de Chile, el ex leproso posó la lupa sobre el choque entre Argentina y Chile por las Eliminatorias sudamericanas rumbo a Qatar 22. Además, contó detalles inéditos sobre Bielsa y sus ex compañeros en Newell’s. Su pelea con Ricardo Lunari, las discusiones que tuvo con el entrenador rosarino, el día que el Loco llamó a sus padres para pedirles videos suyos y por qué lo sorprende la carrera de Mauricio Pochettino como entrenador.
-¿Qué análisis hace en la previa de Chile-Argentina en Calama?
-Será un juego complicado y apretado. Duro. Chile se juega mucho y tendrá que ir a buscar el partido abiertamente con tres delanteros y cinco en el fondo. Eso tal vez le ayude a la Argentina a encontrar los espacios. Pero no debe ir a presionar porque en la altura se cansará fácil. Chile no tiene margen para perder. Es a matar o morir. Pero lo veo difícil para ambos. El seleccionado chileno está muy necesitado de puntos como los cuatro equipos que están peleando por el cuarto y quinto lugar para clasificar a Qatar 2022.
-Ambos llegan con varias bajas importantes…
-Sí, muy importantes, como la de Arturo Vidal. sobre todo. También la de Mauricio Isla, quien podría llegar a ser sustituible. Pero Vidal no. En tanto, Alexis Sánchez se ha recuperado. Brereton es una sorpresa porque pensaba que no iba a dar mucho. Por el lado de Argentina, hay jugadores que tratarán de ganarse un lugar en la consideración de Lionel Scaloni. Entonces, por un lado es bueno y por otro, negativo, ya que habrá un grado de presión en esos futbolistas. Por ejemplo, para Paulo Dybala será difícil tener que sostener el juego y ser el reemplazante de Lionel Messi.
-¿Está de acuerdo con que el Estadio de Calama sea el escenario del partido?
-Se va a jugar en la altura, a 2260 metros sobre el nivel del mar. Para mí, es un tema el de la altura. A Argentina con Ecuador en Quito y con Bolivia en La Paz le fue bien. Pero sí considero que en esos momentos sus rivales no estaban tan bien. En cambio, Chile en este tipo de partidos saca un plus importante y, cuando tiene que aparecer y presionar, lo hace. La altura es más psicológica que real. Muchos ex compañeros como Alberto Acosta, el Pipo Gorosito y Sergio Vázquez se dieron cuenta de que no era tan así. El que no jugó en la altura se complica desde la cabeza.
-¿Qué le preocupa de Argentina?
-Un poco todo. Lautaro Martínez, Ángel Di María, Giovani Lo Celso y Rodrigo De Paul. Argentina lleva 27 fechas sin derrotas. Es un equipo consolidado. Me alegra que a Scaloni le vaya bien, porque es un tipo serio. El entrenador fue criticado y se la bancó. Además, los jugadores le creyeron la idea. El seleccionado argentino demostró que es un equipo muy competitivo. Le ganó a Brasil en la final de la Copa América y en el Maracaná de Rio de Janeiro. Para Chile no tener enfrente a Messi lo ayuda bastante.
-¿Cuánto se juega Chile ante Argentina?
-Chile se juega la clasificación a Qatar 2022. A Argentina le podemos hacer daño y ganarle, en el peor de los casos lograr un empate. Y a Bolivia se le puede ganar en La Paz, donde nos ha ido bien últimamente. Los equipos de las Eliminatorias son muy irregulares. Ir a Qatar para Chile es muy difícil. Pero tengo fe por un par de cambios que se produjeron a nivel psicológico y actitudinal. Hay jugadores que tienen su última oportunidad después de haber perdido con Perú en las fechas anteriores.
-¿Es cierto que pegó duro la derrota ante Perú por la fecha 11 de Eliminatorias?
-Sí, fue un quiebre, porque, tras ese encuentro, los referentes se juntaron con el entrenador Martín Lasarte y se dijeron de todo. “Estamos cagados. No tenemos más oportunidades. No podemos regalar nada. Si no nos metemos nos quedamos afuera”. Se juramentaron clasificar al Mundial y estos dos partidos son vitales.
- ¿Está de acuerdo con el proceso que lleva adelante Lasarte como director técnico del seleccionado chileno?
-No creo que Guardiola o Klopp puedan hacer mucho más de lo que hace Lasarte. Desde el inicio, el entrenador fue inteligente en algunos partidos por sus planteamientos. Se ha equivocado como todos, pero tomó un desafío importante no en las mejores condiciones. Lasarte es absolutamente concreto y sincero. Se necesitaba un tipo inteligente para manejar este grupo de jugadores que es jodido. Y que atravesaba una situación de punto muy mala.
-¿Por qué es un grupo jodido?
-Porque hay muchos jugadores que ganaron dos Copas Américas, que les ha ido muy bien y que ayudados por sus entornos se portaron muy mal. Recuerdo que hasta la ex presidenta de la Nación, Michelle Bachelet, le pidió al ex entrenador Jorge Sampaoli que no castigara a Vidal cuando tuvo un accidente en una carretera. Entonces, lo perdonó. Está mal que haya pasado eso porque hacen lo que quieren los futbolistas. Pero creo que la situación hoy cambió y están muy bien mentalizados.
-¿Qué recuerda de su paso por el fútbol argentino?
-Tengo muy buenos recuerdos. No jugué mucho. Sufrí muchas lesiones. Me peleé con un par de compañeros. Con Bielsa discutí bastante. Pero después de un tiempo largo tengo que reconocer que me trataron de maravillas, especialmente la gente y la dirigencia. Con la mayoría de mis compañeros me llevé muy bien. Con un par tuve problemas en los entrenamientos. Nos pegamos un poco. Pero no pasó de eso. Sí hubiera jugado más hubiese sido mejor. Pero estuve en un equipo espectacular, con jóvenes y cracks. Fui dirigido por Bielsa, que es de los tres mejores entrenadores de la historia. Además, comí muy buena carne. Conocí muy buenos amigos y también amigas que cuando uno está solo ayuda mucho (risas)
-¿Pudo disfrutar de la noche rosarina?
-Sí, la pasamos bien. Nosotros concentrábamos mucho con Bielsa en Funes y no teníamos mucho tiempo para salir de juerga. Pero sí me presentaron gente y conocí chicas. Hace 30 años, el chileno era medio inseguro ante la mujer argentina. Pero yo me animaba a hablar con ellas. Entonces, me daban charla y lo supe aprovechar. Tuve compañeros que me presentaron mujeres y fueron muy buenos conmigo. Por ejemplo, el Toto Berizzo me invitó a su casa y el Negro Gamboa me llevó a su pueblo. Con Ricardo Lunari tuve peleas mano a mano en los entrenamientos. Pero hoy en día somos amigos de corazón.
-¿Por qué se fue a las manos con Lunari?
-Por una tontera. Nos dimos muchas patadas en un entrenamiento. Nos encaramos y nos tiramos unas manos. Luego, nos separaron. Ser extranjero es muy difícil cuando estás sólo. Entonces, me rodeé de gente que me cuidara y me apoyara. Yo estoy muy agradecido al fútbol; no me puedo quejar. Me vinieron a buscar del Barcelona, donde estuve dos semanas entrenando y a punto de firmar un contrato. También, me llamaron de la Juventus. Me retiré a los 29 años, lesionado. Pero viví una vida de futbolista bonita y me dejó mucho.
-¿Por qué se peleaba con Bielsa?
-Cuando uno llega del exterior quiere jugar, obviamente. Yo pensaba que podía desempeñarme más de lo que me permitían, le pedí jugar más, pero me lesioné. Marcelo en esa época le pedía al centrodelantero que correteara permanentemente al central que manejaba la pelota. Había que hacerle una marca estricta. Y la verdad es que no estaba preparado para un ritmo tan alto. Por eso, me lesioné varias veces y tuve problemas; no pude responder de la manera que él pretendía. Pero con el tiempo, el Loco fue mutando una manera más equilibrada, porque no se puede presionar al 100 por ciento todos los partidos, no se puede jugar siempre de la misma manera. Hoy, Bielsa no es el mismo kamikaze que fue siempre. En su momento, me trató muy bien. Nos dijimos las cosas en la cara. Fueron peleas sobre fútbol.
-Ganó con Bielsa el torneo Clausura de 1992. ¿Qué tenía ese grupo que se consagró?
-Era un grupo familiar con juveniles y gente experimentada que te ayudaba y te dirigía. El Tata Martino, Scoponi, el Chocho Llop, el Negro Zamora que fueron cracks y de mucho nivel. Además, Alfredo Mendoza, que fue un muy buen jugador. Lunari, Mauricio Pochettino...
-¿Es cierto que Marcelo volvió loco a sus padres para que le pasaran videos suyos?
-Sí, fue así. En esa época se utilizaban los VHS. Entonces, tenía muchas grabaciones recopiladas para mandar a los clubes. Volvió locos a mis papás pidiéndoles videos míos. Quiso ver todos los videos que teníamos y hasta se consiguió jugadas y goles inéditos que ni yo los tenía. No me sorprende porque siempre fue así.
-Un técnico muy obsesivo…
-Sí. Recuerdo que un día llegué a Rosario desde Suiza, donde fui a jugar con mi selección. Tuve un viaje muy largo por las conexiones. Me demoré 27 horas en llegar, muy cansado y destrozado. Entonces, Marcelo me llevó a su casa para hacerme un cuestionario con 300 preguntas sobre lo que había vivido en Suiza. Eran cortas pero con tips en cada una de ellas. A la número 200 le dije: “Mire Marcelo, a partir de ahora le voy a contestar todo que sí, porque estoy muy cansado y muerto; es mejor que me vaya a descansar”. Entendió la situación. Esa historia retrata un poco lo que es Marcelo, un entrenador que revolucionó muchas cosas.
-¿Cómo eran las charlas técnicas del entrenador rosarino?
-Él llevaba a cabo un trabajo tan claro durante la semana que las charlas previas a los partidos eran solo para repasar conceptos. Igualmente, no dejaba de ser obsesivo. Marcelo tiene la particularidad de tocarte la fibra y es muy emocional, le da mucha relevancia al partido. Una mezcla entre lo trabajólico y lo actitudinal. No escuché jugadores hablar mal de él. Un tipo culto y preparado. En esa época, le hubiera regalado un poco de relajo. Pero era difícil (risas).
-¿Es cierto que una vez Bielsa se puso a llorar tras una derrota ante San Lorenzo por la Copa Libertadores de 1992?
-Sí, es verdad. Era un hombre muy culto, pero extraño. Un pájaro raro. Nos tocó debutar frente al San Lorenzo del Beto Acosta y Gorosito, y perdimos 6-0. Nadie entendía nada, nos habíamos sacado la cresta trabajando durante la pretemporada. Al siguiente entrenamiento llegó Bielsa, nos dispuso en círculo, se sentó sobre una pelota y se puso a llorar. ¡A llorar! “¿Alguien me puede explicar qué nos pasó? ¿En qué fallé?”, preguntaba. Para nosotros fue tal conmoción que después volamos, y así llegamos a la final de esa Libertadores, que perdimos con San Pablo.
-Tuvo a Mauricio Pochettino como compañero. ¿Está sorprendido con la carrera del actual entrenador de PSG?
-Sí, la verdad que sí. Recuerdo que lo visité cuando dirigía el Espanyol de Barcelona. Charlamos un par de horas y pese a que estaba en un equipo chico, su trabajo ya generaba ruido, en el buen sentido de la palabra. Sus conceptos futbolísticos son muy buenos, pero los emocionales lo son aún más. La relación con los jugadores, el trabajo consciente e inconsciente a nivel físico, el manejo del estrés en la alta competencia. Esas cosas hacen que me identifique con él. Me sorprendió porque era muy jodón y un pendejo molesto, jamás me imaginé que iba a ser técnico. Sí pensaba en Martino y Llop, pero no en él. Se fueron dando situaciones y conceptos; y logró cosas extraordinarias.
- ¿Qué balance hace de su paso por la Selección Chilena?
-En la selección mayor, cuando estuve, jugué mucho e hice varios goles. No tuve un problema. Pero las repetidas lesiones coartaron mi carrera en todo sentido. Fíjate que estuve a punto de firmar con el Barcelona, pero no pude hacerlo. Tuve muy buenos técnicos como Mirko Jozic, que me marcó el camino.
-¿Quién te vino a buscar del Barcelona?
-Me vino a buscar Josep María Minguella, el mismo que llevó a Maradona, a Lionel Messi, a Romario y a Hristo Stoichkov, entre otros. Dormí en su casa hasta que llegó mi viejo. Estuve entrenando en el Barcelona B. Fue una decisión difícil. No quisimos con mi papá quedarnos porque tenía que permanecer dos años recuperándome de una lesión sin jugar. Y si firmaba el contrato tenía que quedarme a recuperarme allá. Pero preferimos volver a Chile.
-¿Qué significa para usted el 21 de noviembre de 1993, día que entró a la historia del fútbol mundial?
-Marqué un récord en el fútbol. Convertí 7 goles en un partido ante Deportivo Antofagasta, en la victoria por 8 a 3. Todavía está vigente esa marca. El único que la puede batir es mi hijo Milán, quien juega en las inferiores de la Universidad Católica. Recuerdo que el uruguayo Fernando Morena hizo siete goles en un encuentro y hubo un iraní que marcó 13 tantos ante Isla Faroes. Pero a nivel de liga es récord. Igualmente, cada día será más difícil batirlo. Así que quedé en la historia.
-Fue parte de aquel River-Newell’s en el Monumental, en el que Castrilli expulsó a cuatro jugadores locales. ¿Como vivieron aquel suceso?
-Sí, fue el 10 de mayo de 1992 que visitamos a River por la fecha 12 del torneo Clausura. Marqué el quinto gol en la victoria por 5 a 0. Fue un partido raro. Nos estábamos jugando el campeonato. Jugamos bien. Pero en un momento se arma un lío que no daba para tanto. Pero llegó el árbitro y expulsó a cuatro jugadores. Con esas bajas, los de River se volvieron locos, estaban sacados. Castrilli es Castrilli y lo está demostrando acá en Chile. Empezó a tarjetear y chau, se acabó el partido. Jugando 11 contra 7 teníamos una libertad tremenda para convertir.
-¿Por qué se retiró a los 29 años?
-Por las lesiones. Tuve 12 desgarros en mi carrera. No tenía la musculatura adecuada para estar a la par del resto.
-¿Qué es de su vida hoy, Luka?
-Soy columnista deportivo en una radio chilena. Cuando colgué los botines, me llamó inmediatamente la cadena televisiva SKY para ser comentarista y quedé. Luego, tuve mis negocios personales. Estuve metido en la representación de jugadores. Pero me salí rápido porque no me gustó. Llevo cinco años en esta profesión y no me quejo.
-¿Participó de un festival de la música en Chile?
-Fui jurado del Festival de Viña del Mar. Fue muy bonito el reconocimiento. También, la experiencia. Muchos creen que es una joda, pero no es así. Mucho profesionalismo. Estuve con Sebastián Yatra y la Yuri, entre otros músicos.
-¿Le ofrecieron ser Ministro de Deportes en su país?
Si, me sondearon por un montón de cosas. Fue un honor que me hayan ofrecido el cargo. Pero para ocupar ese lugar tengo que estar en un momento tranquilo y distinto al que estoy pasando ahora. Así que deseché la propuesta para más adelante.