El pasado domingo se apagó la vida de Jesús Ferro Rodríguez, periodista argentino que recorrió más de 140 países entre viajes y coberturas de todo tipo, dueño de la pelota más valiosa del mundo, con la firma de los más importantes jugadores de la historia del fútbol, protagonista de recordados shows en la televisión española como imitador del cantante Mick Jagger, y que fue columnista de los principales medios de Madrid durante los años noventa.
Ferro se definía, en sus largas tertulias nocturnas con amigos en los bares de Madrid o Buenos Aires como “viajero” ante todo, y solía distinguirlo del turista. “Yo no tengo pasaje de regreso ni tiempos que me condicionen. Voy a la aventura, a conocer, me lleve el tiempo que me lleve”, siguiendo la idea sobre el tema del escritor Paul Bowles, y es así que pudo cumplir con dar la vuelta al mundo en 80 días, algo que soñó desde pequeño, cuando en el cuarto de su casa de Lomas de Zamora estudiaba el mapamundi que tenía colgado en la pared y conocía las capitales de todos los países. El periplo lo realizó entre el 4 de septiembre y el 22 de noviembre de 2011, saliendo y regresando al kilómetro cero de la Puerta del Sol, de Madrid.
“JF”, o “Fierrito”, como se lo conocía en el ambiente periodístico, nació el 2 de junio de 1953 y su pasión por la radio, la lectura y los deportes lo llevó a estudiar en el Círculo de Periodistas Deportivos de Buenos Aires, se graduó en 1977 y al poco tiempo ya estaba trabajando en el equipo automovilístico “Campeones”, con Carlos Legnani, y tuvo de padrinos a Luis Elías Sojit y a Bernardino Veiga.
Cuando Sojit le entregó a Fangio un valioso álbum de fotos suyas de sus primeros tiempos en el automovilismo, a través de Ferro, el periodista y el ex piloto iniciaron una estrecha amistad y los vínculos de Ferro lo llevaron a emigrar a Brasil por tres años, luego otros tres en los Estados Unidos, hasta que se afincó en España por más de tres décadas.
Inquieto, polifacético, Ferro se hizo rápidamente conocido en el ambiente periodístico de la capital española y en especial, en la noche madrileña, que conocía a la perfección, siempre rodeado de artistas y deportistas. Llegó a tener grandes columnas en el diario deportivo “Marca” y en “Radio Marca”, para los que cubrió infinidad de eventos, y formó parte de un recordado equipo en Radio Intercontinental, como comentarista del relator argentino Héctor Delmar, “El Hombre del Gol”, o junto con el ex futbolista Ramón “Cacho” Heredia.
Fue en aquellos años en los que también brilló con sus presencias en uno de los programas más populares de la historia de la televisión española, “Crónicas Marcianas”, por “Tele 5″, imitando al Rolling Stone Mick Jagger, con quien tenía tan notable parecido, que llegó a ser convocado por la agencia británica “Look a Likes” de parecidos de famosos y cada tanto, bromeaba en los bares de Madrid con quien esto escribe proponiendo colocarse anteojos oscuros y canturrear y a los pocos segundos comenzaba el griterío (especialmente femenino) a su alrededor.
Aquella noche de “Crónicas Marcianas”, no pudo estar presente el verdadero Keith Richards, uno de los integrantes de los Rollings Stones, debido a una lesión, y de urgencia fue convocado Ferro, como imitador de Jagger en calidad de reemplazo, y lo vieron dos millones de televidentes.
“El día que llegué a la sede de la agencia ‘Look a Likes’ fue de un gran impacto, porque me abrió la puerta Elizabeth Taylor, y ella me presentó a Clark Gable y a Elton John, y terminé tomando el té de las 17 con la reina Isabel aunque todos ellos eran sus parecidos y no los originales”, bromeaba.
Cuando le tocó cubrir su segundo Mundial (el primero fue España 1982), en Italia 1990 –luego estuvo en Alemania 2006 y en Brasil 2014, así como en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 y de Barcelona 1992-, tuvo la idea de hacer firmar a las grandes estrellas del torneo una pelota, con el propósito de regalársela a su sobrino Germán Fernández (hoy, destacado cardiólogo residente en Alemania). “El balón –escribió en un cuaderno que siempre llevaba con él- es el juguete más internacional que existe en el mundo y además, es redondo como él. No sabe de fronteras ni de pasaportes o visados. Todos pueden jugar con él, desde Portugal a la China, de Túnez a Sudáfrica, de Canadá a la Argentina. Tiene que ser mimado con la ternura que sólo puede prodigar una madre a su hijo, o un enamorado a su chica”,
Lo que comenzó como un proyecto, se fue convirtiendo en una joya de un valor incalculable, con la firma de Alfredo Di Stéfano, Pelé, Franz Beckenbauer, Johan Cruyff, Diego Maradona, Zinedine Zidane, Lionel Messi, David Beckham, Juan Román Riquelme, Ronaldo Nazario y muchos otros cracks de todos los tiempos, recogidas a lo largo de sus tantas coberturas y luego de una minuciosa preparación, que incluyó artículos y camisetas autografiadas con las que se propuso montar en Madrid un bar temático deportivo.
Ferro se fue convirtiendo, casi sin darse cuenta, en un caza-autógrafos profesional –se preparaba hasta el mínimo detalle y solía tener siempre algún elemento para regalarle a cambio a la estrella que buscaba- y se hizo dueño de un verdadero museo que pasó de ser ambulante, a formar parte de un pequeño bar en la Calle del Ángel en la zona de Noviciado, en el centro de Madrid, aunque su propósito declarado era servir a sus amigos y charlar con ellos sin horario, hasta altas horas de la madrugada. Aquel local, aclaraba, no reunía las condiciones del que había soñado y planificado hasta el último milímetro tras un viaje por varios países de los que se trajo ideas para extensión, muebles, vestimentas para camareros, televisores y hasta menú. Tenía todo averiguado y buscaba afanosamente un inversor interesado.
Es que “Fierrito” vivía de noche y dormía de día. Durante años fue una especie de “maitre” del restaurante uruguayo “La Carreta”, en la zona de Callao, también en Madrid, al que concurría el ambiente futbolístico y del espectáculo, especialmente de Sudamérica, siempre con el periodista como referencia y guía y así, se codeó con Ricardo Darín, Héctor Alterio, Jorge Valdano o Ángel Cappa.
Meticuloso, Ferro no quería que les faltara nada y cuando la relación era más estrecha, solía sacar de su mochila, que siempre llevaba, una pila de fotos de sus viajes más importantes para contar en detalle cada sitio de la India, China, Rusia o Australia, y relatar sus periplos. Se enorgullecía cuando contaba que llegó a viajar en ómnibus, colectivo, micro, tren, metro, subte, trolley, tranvía, barco, helicóptero, avión, transatlántico, bicicleta, sulky, coche, autocar, moto, sidecar, y hasta sobre un caballo, burro o elefante.
En 2005, su estadía en Buenos Aires coincidió con el Centenario de su amado Boca Juniors y se acercó a la Bombonera para observar de cerca la fiesta, y terminó (como le solía ocurrir por la cantidad de conocidos y amigos que cosechó) ingresando al césped entre los flashes y el griterío, junto a Diego Maradona.
Siempre con un diario bajo el brazo y una mochila en su espalda, Ferro era un periodista clásico, a la vieja usanza, que prefería escribir sus apuntes a mano, con bolígrafo y anotador, y que renegaba de Internet. Apenas en los últimos tiempos pudo dominar algunos mínimos aspectos de la tecnología y se lo notaba muy desencantado con los torneos del fútbol argentino, siempre con una mirada independiente y en la mayoría de las ocasiones, contra corriente.
En los últimos años regresó a la Argentina y residía en Lomas de Zamora, aunque solía pasar muchas horas en el centro de Buenos Aires y alcanzó a colaborar en el programa nocturno “Los Unos”, conducido por Fernando Mancini, que ganó el premio “Martín Fierro” de 2015. A finales de 2021 se agravó su salud hasta fallecer el pasado domingo, generando una gran conmoción entre sus amigos por su reconocida y admirada solidaridad.
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