Efrén Torres, legendario boxeador que tuvo el privilegio de ostentar el cetro del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) en peso mosca, fue uno de los mejores exponentes en el pugilismo mexicano. Su gloria llegó en la segunda pelea que sostuvo contra el tailandés Chartchai Chionoi. Sin embargo, antes de colgarse el cinturón, tuvo que librar una épica batalla en el Toreo de Cuatro Caminos donde, a pesar de haber perdido por nocaut técnico, se ganó la ovación de su oponente, quien se le arrodilló al término del combate.
El 28 de enero de 1968, luego de haberse consagrado como monarca nacional en las 112 libras y tras un infructuoso intento por hacerse del cetro avalado por la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), el Alacrán recibió una segunda oportunidad de la mano del CMB. Para ello, recibió la visita del monarca vigente en la categoría, al interior del recinto ubicado al norponiente de la Ciudad de México.
Chionoi arribó al país con una seguidilla de siete victorias desde que despojó del título a Walter McGowan. Entre todas, defendió su cetro de forma exitosa en un par de ocasiones, por la vía del nocaut. Con dicho cartel, a pesar de encontrarse fuera de su zona de influencia, se presentó a la reyerta como favorito. Por otra parte, el mexicano llegó con un récord de 53 victorias, cinco derrotas y un solo empate, aunque con las cualidades suficientes para revertir el resultado.
Arthur Mercante, referee adscrito a la Comisión Deportiva de Nueva York, fue el encargado de llevar a los rivales al centro del cuadrilátero. Sin esperar demasiado, el tailandés soltó el primer volado de derecha tres segundos después de escuchar la campana. El Alacrán esquivó adecuadamente el impacto y de inmediato se dispuso a encarar los 15 rounds reglamentarios que definirían al nuevo poseedor del cinturón del CMB y la revista The Ring.
Con pantaloncillo negro, el Alacrán rodeó a su oponente, vestido con un short blanco. El ídolo de Tailandia se postró en el centro del entarimado y continuó ejecutando volados con la mano derecha. La iniciativa no amedrentó al mexicano, quien intentó varias combinaciones de ganchos a la zona baja y la barbilla de su rival. El panorama lucía parejo, aunque con el paso de los rounds comenzó a decantarse del lado del campeón vigente.
El deportivismo de Chionoi se hizo presente cuando, después de haber desatendido una instrucción de separación emitida por Mercante, llevó sus manos a la espalda e hizo una reverencia en símbolo de disculpa al mexicano. Después de chocar los puños, continuaron ejecutando sus mejores combinaciones. Con el transcurso de los rounds, Torres buscó vulnerar a Chartchai, aunque en el segundo episodio ocurrió un suceso determinante.
Cuando el mexicano logró ganar terreno, los púgiles se enfrascaron en un duelo a corta distancia. En ese momento, un golpe sobre su rostro ocasionó una herida expuesta a la altura de la ceja izquierda del Alacrán. El impacto mermó su rendimiento y algunos segundos después tocó la lona por primera ocasión. El referee se acercó para verificar su estado y decidió continuar con la pelea.
Desde entonces, Chionoi buscó desesperadamente el nocaut, pero el Alacrán consolidó poderosos ataques en la zona baja. A pesar de la herida, el alarido del público impulsó a su favorito a buscar igualar las acciones. El apoyo fue tal que Torres logró cerrar el ojo izquierdo de su rival con un poderoso cross. En el filo del round 12, el campeón mexicano buscó acortar la distancia y, de nueva cuenta, fue rematado por su experimentado oponente.
Con paso vacilante, el mexicano jugó sus últimas cartas. Chionoi fue a la cacería, pero el round 12 finalizó sin la gloria. Para el capítulo definitivo, Alacrán desatendió la orden de su esquina y buscó acercarse a Chartchai. Como resultado del contacto cercano, su herida se abrió irremediablemente y la mitad de su rostro se bañó en sangre. La gravedad alertó a Mercante, quien llamó al médico en turno para evaluar la lesión.
El doctor Herrera Franyuti acudió al llamado y en un par de segundos decretó su veredicto. Tras entablar comunicación con Mercante, el juez levantó los brazos, indicó el final del encuentro y levantó la extremidad izquierda del tailandés en señal de victoria. Sin embargo, la escena posterior sorprendió a la fanaticada nacional que se dio cita en el Toreo de Cuatro Caminos.
Antes de volverse a su esquina para festejar, Chartchai Chionoi acudió hasta el Alacrán y se abrazó a sus piernas después de arrodillarse. El gesto duró algunos segundos hasta que, producto del esfuerzo, se desmayó. Por su parte, el Alacrán recibió los aplausos de la gran mayoría de los asistentes, aunque ello no le borró la tristeza del rostro. Sin saberlo, un año después recibiría la revancha del tailandés en el mismo recinto y, para su fortuna, ahí logró colgarse por primera vez un título de campeón mundial.
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