Después de protagonizar una gran polémica en un partido de la qualy del Abierto de Australia, donde denunció que advirtió que tenía coronavirus y se quejó por la falta de pruebas PCR, el tenista Bernard Tomic ha confesado que ha vivido toda su vida con miedo a su papá. El jugador de 29 años reveló que todavía se siente atormentado por la relación que tiene con su padre, John Tomic, quien también fuera su entrenador hasta hace pocos meses.
“Todavía le tengo miedo a mi papá. No me gustaría criar a mi hijo como me criaron a mí”, confesó Tomic en una entrevista con el Sydney Morning Herald y The Age en la que aborda varios de los traumas que le ha provocado el vínculo con su progenitor, quien lo ha preparado para ser profesional.
Incluso el tenista todavía intenta empatizar con la presión que ejerció su papá sobre él para llevarlo a ser una reconocida figura del circuito. “Me ha hecho muchas cosas. Quiero decir, el tipo es un loco, seguro. Pero él me hizo quien soy hoy. Fue disciplina al 100%. En cierto modo, yo no criaría a nadie así. Pero no sabía nada mejor. Los padres pueden ser un poco... ¿sabes? Es un buen hombre y tiene un buen corazón, dedicó mucho tiempo y esfuerzo a hacerme quien soy”, profundizó.
Tomic está actualmente en el ojo de la tormenta por su controvertida eliminación de la fase de clasificación del Australian Open a principios de esta semana. Sus afirmaciones de que tenía COVID-19 en su partido ante el ruso Roman Safiullin se han reivindicado tras dar positivo en una prueba PCR este jueves. Esto podría obligar a los organizadores del torneo a evaluar a todos los jugadores que entraron en contacto con él durante su estadía en Melbourne Park, incluido su rival.
Desde muy pequeño, Bernard Tomic mostró un talento natural y era uno de los tenistas adolescentes más reconocidos en el mundo. “Puedo asegurar que entre los 20 y los 27 años, mi hijo ganará entre 10 y 15 títulos de Grand Slam”, dijo su padre John en 2007, cuando él tan solo tenía 15 años. Lo cierto es que nunca en su carrera pudo superar los cuartos de final en este tipo de torneos.
Esa presión de estar a la altura de las expectativas y la elevada ambición de su padre, quien lo sacó de la escuela a los 13 años para pasar 10 horas al día en la pista, hicieron que Bernard Tomic tuviera que lidiar con varios problemas durante su vida. Era solamente un niño de 14 años cuando firmó el contrato de Nike más lucrativo de cualquier deportista de su edad. “Más joven que Michael Jordan”, bromea el jugador, quien a los 16 se convirtió en el jugador más joven desde Boris Becker en alcanzar los cuartos de final en Wimbledon.
“Las expectativas de mi papá sobre mí como jugador siempre fueron demasiado altas. Ser el número 1, ganar entre 10 y 20 títulos de Grand Slam… mi padre me presionó mucho. No es fácil. La gente no ve este mundo constante de presión, presión y presión. A veces, no quería jugar al tenis. No fue algo que disfruté al 100%. Pero estaba venciendo a todos y con ganar vienen muchos buenos sentimientos con emociones como un niño pequeño”, comentó.
Sus rendimiento empezaron a ser más bajos y el público de su país terminó dándole la espalda a partir de unos comentarios que hizo en 2018 cuando, tras no clasificarse para el Abierto de Australia, hizo alarde de su fortuna. “Solamente cuento dinero, eso es todo lo que hago. Cuento mis millones”, disparó Tomic ante la prensa. Pero ahora, a la distancia, ha reflexionado al respecto.
“Ese fue siempre mi objetivo: visualicé tener una Ferrari y cosas así. Pero ese tipo de cosas no te hacen feliz en la vida cuando llegas a cierto punto. No te satisface al final del día. Sí, tienes dinero, casas y autos, pero no... es bueno por un segundo, pero estas cosas no están ahí. Como persona, en el fondo siempre estás buscando algo que te impulse y te haga feliz. He madurado ahora. No soy la misma persona que era. Creo que la gente aprende mucho a medida que envejece”, comentó.
Al cierre de su entrevista con el Sydney Morning Herald y The Age, Bernard Tomic hizo hincapié en que le hubiera gustado recibir más ayuda para afrontar su carrera de otra forma y llamó a todos a reflexionar sobre cómo los problemas personales pueden afectar mucho a los deportistas.
“Nadie se acercó y dijo: ‘Bernard, ¿estás bien? ¿Podemos ayudarte, hay algo que te moleste? Soy un humano. tengo emociones. No tengo un interruptor que puedes encender y apagar como un robot. Estoy decepcionado de la gente porque hay cosas allí que no ven en el fondo. No ven ni entienden todos estos obstáculos que se te presentan en la vida, y tienes que manejarlos en una cancha de tenis. Me he dado cuenta de que necesito salir de eso y volver al deporte, terminarlo de la manera correcta y retirarme feliz. Libre de culpa. Se abre una ventana en los próximos cinco o seis años antes de jubilarme y lo voy a hacer. Quiero hacer esto por mí mismo. Ni por ti, ni por mi padre, ni por nadie. He tocado fondo, es todo hacía arriba desde ahora”, apuntó.
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