La afición por el boxeo, en conjunto con la genética mexicana, ha sido el caldo de cultivo perfecto para que en el territorio se formen grandes exponentes de los pesos ligeros. Muchos de ellos, desde muy temprana edad logran consagrarse con campeonatos mundiales y dan atisbos de futuros prometedores. Sin embargo, existe un caso excepcional donde la muerte truncó la promisoria carrera de Salvador Sánchez Narváez, a sus 23 años de edad, en un trágico accidente carretero.
Al igual que con el caso del Toluco López, el Estado de México presumió ser la tierra donde nació quien se convertiría en monarca mundial. Sal, como era conocido, nació en el municipio de Santiago Tianguistenco y desde los primeros años de su infancia mostró interés por el cuadrilátero, aunque su afición más notable era hacia el tradicional deporte de la lucha libre.
En ese punto de su vida, el famoso mánager Agustín Palacios fue crucial para tomar la decisión de ponerse los guantes en lugar de la máscara. Una de las cualidades que influyó para tomar dicho camino fue la notable fuerza que Chava demostraba cada que soltaba un golpe en los ensogados. Además, con su disciplina hizo soñar a miles de aficionados y conocedores que vaticinaron un futuro prometedor en su porvenir.
Flaco y correoso. Esas fueron las características que le permitieron eludir golpes y moverse a gran velocidad por cada centímetro del cuadrilátero, pero también con las que iba hacia el frente dispuesto a buscar el nocaut, así como los contragolpes cuando el trámite de las reyertas no le era favorable. Su condición física y don atlético eran innegables y muy pronto tuvo la oportunidad de pelear por su primer título mundial.
El 12 de abril de 1980 encaró a Danny López en una arena ubicada en Phoenix, Arizona. En aquellos años, las peleas de campeonato tenían la particularidad de durar hasta 15 rounds. Sin embargo, contra todo pronóstico, Sánchez cimbró la avasalladora constancia del Coloradito al defender su cetro y, después de hacerlo trastabillar, lo derribó en el episodio número 13. Fue así que se adjudicó el cetro del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) en peso pluma.
Desde ese momento llegaron las tan sonadas 10 defensas exitosas del cinturón. Y es que su gran desempeño le permitió imponerse a su primer retador, Rubén Castillo, por la vía de la decisión unánime. Posteriormente, el Coloradito López le solicitó una revancha para tratar de recuperar la fajilla, pero en esta ocasión el pleito finalizó en el decimocuarto round gracias a un formidable papel de Chava Sánchez.
La afición en México comenzó a forjar su leyenda con la entrega incondicional en cada una de sus reyertas. Incluso, con el impulso, fue el encargado de concretar una de las victorias más memorables en la rivalidad histórica que se ha forjado contra Puerto Rico. Wilfredo Gómez, quien fue tricampeón mundial y verdugo de numerosos boxeadores nacionales, decidió subir de peso supergallo a pluma para enfrentar a Sal.
El 21 de agosto de 1981, en Las Vegas, Sánchez y Gómez se enfrentaron en un combate visceral. En el primer round, el mexicano puso a temblar a la gran mayoría de los apostadores con un sólido puñetazo que envió a la lona al boricua. El duelo continuó, pero en el octavo round el daño sobre la humanidad de Wilfredo fue tal que el referee decidió frenar el combate.
Sin saberlo, después de su memorable victoria, comenzó la cuenta regresiva que pondría fin a su actividad profesional a pesar de sus 23 años. Venció a Pat Cowdell, Rocky García y Azumah Nelson, pero el 12 de agosto de 1982 se dio a conocer la triste noticia de su fallecimiento.
Durante la madrugada, transitaba por la carretera entre Querétaro y San Luis, a bordo de un Porsche 928 de color blanco. Al intentar rebasar a un camión, se estrelló de frente contra un tractocamión y una camioneta que transitaba en el carril opuesto. El impacto le ocasionó la muerte de manera instantánea.
La noticia no demoró en difundirse entre los medios de comunicación. Incluso, Televisa realizó una cobertura en vivo de su entierro en el municipio de Santiago Tianguistenco. Con su fallecimiento, se truncaron los planes de enfrentar a Alexis Argüello, Juan Laporte y Wilfredo Gómez. Sin embargo, fue investido en el Salón Internacional de la Fama del Boxeo en 1991.
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