Entrega. Es la palabra que describe casi a la perfección a los aficionados al pugilismo en México. La construcción de héroes y referentes de los guantes no sería posible sin aquel cúmulo de idolatría que complementa el buen desempeño de los boxeadores al interior del ring. No obstante, el descontento de la gente también es suficiente para condenar exitosas trayectorias de atletas nacionales. Así le sucedió a José Medel, quien se ganó el odio del país cuando venció al Toluco López.
“En Japón le han de estar llorando más que en México”, fueron las palabras que Raúl Ratón Macías externó a los medios de comunicación aquel miércoles 31 de enero de 2001, cuando se confirmó el lamentable deceso del exboxeador. Y es que el nacido en el número 13 de la Calle Caridad, en el corazón del barrio bravo de Tepito, consolidó una exitosa carrera en el continente asiático, toda vez que se le negó la gloria en su país natal.
El Huitlacoche vio la luz por primera vez el 19 de marzo de 1938, sin embargo fue años después cuando, por casualidad, reconoció los dotes finos en su zurda privilegiada. Contrario a la gran mayoría de los boxeadores que se abren paso desde la clase baja, su paso siempre se caracterizó por ser disciplinado, saber administrar sus ganancias y encaminar su carrera hacia el éxito rotundo, algo que contrastó con la tendencia de la época.
Ingresó a la disciplina por una casualidad. En una ocasión, asistió a una función donde faltó uno de los púgiles que completarían la cartelera, por lo que ingresó en ese lugar. Desde entonces, se integró al equipo de entrenamiento del mítico Gimnasio Gloria, ubicado en la Avenida del Trabajo al interior de la colonia Morelos, y ya nunca volvió a soltar los guantes de boxeo.
Sus buenas actuaciones en el circuito amateur lo pusieron como candidato a debutar en el circuito profesional. Fue así que, con el paso del tiempo, comenzó a abrirse paso hasta convertirse en uno de los peleadores estelares de la Arena Coliseo. Sin títulos de por medio, también se sobrepuso a Chucho Pimentel y Mundo Esparza por lo que acaparó los reflectores a nivel nacional.
El destino lo llevó a enfrentar a otro ídolo del pueblo, es decir, José Toluco López. Fue así que el 1 de agosto de 1959 se batieron en un enfrentamiento épico en la capital mexicana. Después de 12 rounds pactados, y con la balanza notablemente a su favor, los jueces le otorgaron la gloria, sin embargo, al tiempo que elevó los brazos se hizo acreedor al odio popular por haber superado al fiestero boxeador originario de El Oro, Estado de México.
Aunque se hizo poseedor del título nacional de peso gallo, todos los interlocutores que se topaba en la calle le recriminaron el triunfo. Fue así que, un año después, se vio obligado a otorgar la revancha a su rival. Sin embargo, el panorama fue peor pues, el 19 de noviembre de 1960 superó por la vía del nocaut y en 7 rounds al Toluco. Ya no hubo vuelta atrás. Poco sirvió haberse lucido en 1964, ante Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, cuando venció al filipino Ray Asis en el Toreo de Cuatro Caminos, pues el odio nunca se fue.
En busca de consolidar su carrera, incursionó en Japón. Allá, venció a otro ídolo del pueblo, es decir, Masahiko Horada, pero contrario a todo pronóstico se ganó el cariño de la gente. La empatía y apoyo le impulsaron a forjar gran parte de su carrera en Asia, Europa y Sudamérica, aunque su nostalgia por México lo hacía volver constantemente. La inconsistencia le negó el título mundial en dos ocasiones, en 1962 y 1967.
Al término de su carrera profesional registró 101 combates, de los cuales 67 fueron triunfos, 42 por la vía del nocaut, ocho empates y 26 derrotas. A pesar del odio del pueblo de México, se colocó en un pedestal al que pocos púgiles lograron acceder, es decir, haber construido una trayectoria sana y alejada de los vicios, así como escándalos.
Aunque en el ocaso de su carrera perdió ante el Púas Olivares, Chucho Castillo y el Alacrán Torres, el Ratón Macías llegó a declarar que “era un gran boxeador, era fino y certero. Se cuidaba mucho y nunca fue vicioso (...) si se hubiera quedad más tiempo por allá (Japón) hubiera sido grandioso, pero le entraba la nostalgia y regresaba a México”.
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