Luego de haber estado poco más de ocho horas en el aeropuerto de Melbourne, Novak Djokovic recibió el jueves por el rechazo de su visa y la consiguiente deportación de Australia. Pero, sus abogados apelaron a tiempo y ahora habrá que aguardar hasta el lunes, cuando un tribunal se expida sobre su situación para saber si el serbio podrá disputar el primer Grand Slam del año. Mientras tanto, ha sido aislado en el Park Hotel, donde se alojan refugiados.
Desde la prensa serbia hay gran enojo por las condiciones de alojamiento que le impusieron al número 1 del ranking ATP. El diario Telegraf calificó al sitio como “horrible” y cargaron duramente contra las condiciones en las que están sus ocupantes. “El hotel de terror donde se aloja Novak tiene una historia horrible, una ola mortal se extendió desde allí”, apuntaron desde el medio del país natal del número uno del mundo.
Este viernes por la mañana (hora de Australia) aparecieron carteles pegados en las ventanas y diseñados por huéspedes del hotel. “¿No somos humanos como tu?”, se lee en una de las pancartas, al tiempo que otra señala: “Buscando mi libertad”. Esas expresiones hacen subir la tensión entre Australia y Serbia.
Aleksandar Vučić, presidente del país europeo, reconoció que Djokovic solo le pidió que lo ayude a “escapar del horrible hotel” y así poder esperar a la definición de su futuro en la casa que había alquilado en Australia para permanecer durante la disputa del primer Grand Slam del año, según informó Telegraf. Por el momento, pasará sus días junto a los inmigrantes de un recinto que genera polémica en Melbourne.
Mientras que el periodista serbio Sasha Ozmo de Sport Klub indicó en sus redes sociales que a Novak le negaron la solicitud de pasar el aislamiento en el sitio que había alquilado y advirtió que al tenista todavía no le dieron su “billetera y sus pertenencias”, las cuales siguen todavía en el aeropuerto. Además, denunció malas condiciones en la habitación del hotel ya que “hay algunos bichos”.
“Fue a un hotel para migrantes, a una habitación sucia, sin ninguna de sus pertenencias. Los abogados están haciendo su trabajo. Están trabajando para ayudar a Novak a trasladarse a un alojamiento adecuado y obtener la libertad”, dijo su hermano Djordje en una conferencia de prensa reciente.
El Park Hotel, ubicado en el suburbio de Carlton, es un recinto que genera críticas por parte de los habitantes de Melbourne y sus paredes están llenas de protestas relacionadas con las detenciones. Allí, además de Nole, se hospedan actualmente decenas de refugiados detenidos que fueron trasladados a Australia desde lugares como Papua Nueva Guinea, la isla de Manus, Nauru o Irak.
Hay personas que llevan años encerradas allí y han vivido el avance del coronavirus, con sus distintas variantes, con mucho temor. En un artículo que publicó The Guardian el pasado mes de octubre, informaron que el personal que trabaja en el hotel y los detenidos denunciaron que era una “incubadora” del COVID-19. En dicho mes, 22 de los 46 ocupantes dieron positivo.
Djokovic viajó a Melbourne el miércoles con la esperanza de defender su corona del Abierto de Australia y sellar su título número 21 de Grand Slam, algo sin precedentes. En lugar de la bienvenida de un campeón, fue interrogado en el aeropuerto durante la noche antes de que le revoquen la visa y lo transfieran al centro de detención de inmigrantes de la ciudad.
Después de una apelación judicial de emergencia, un juez ordenó que la controvertida estrella no fuera sacada de Australia antes del lunes, cuando está previsto que comience una audiencia final. Apenas 10 días antes del torneo, no está nada claro si Djokovic podrá jugar, incluso si gana en la corte.
El juez Anthony Kelly advirtió que la Justicia se movería a su propio ritmo a través de todas las apelaciones necesarias. Sus palabras van en concordancia con lo manifestado por el primer ministro del país oceánico, Scott Morrison, quien el jueves tuiteó: “Las reglas son las reglas, especialmente cuando se trata de nuestras fronteras. Nadie está por encima de la ley. Nuestra fuerte política de fronteras ha sido clave para que Australia tenga uno de los índices de muerte por COVID-19 más bajos del mundo, seguiremos siendo vigilantes en esto”.
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