Atlas es, quizá, el equipo del futbol mexicano con la sequía de títulos ligueros más extendida de la historia. La primera y única vez que conquistaron el trofeo fue durante la temporada 1950-1951, cuando una victoria sobre su acérrimo rival, las Chivas del Club Deportivo Guadalajara, les dio el puntaje para hacerse de la cima del torneo largo. No obstante, la polémica victoria provocó que el arquero del Rebaño en aquel entonces, Jaime Tubo Gómez, lanzara una maldición que los persigue al día de hoy.
Fue el 22 de abril de 1951 cuando el equipo dirigido por Eduardo Valdatti encaró al acérrimo rival y vecino rojiblanco. En aquel entonces, para que los rojinegros lograran coronarse debían ganar el Clásico Tapatío, mientras el Club León debía perder su partido de la misma jornada para favorecer el puntaje de la Academia. Los Esmeraldas cumplieron con su requisito, mientras que Atlas estuvo a punto de no lograrlo, si no hubiera sido por una jugada polémica.
Al minuto 60 del encuentro, el árbitro Horacio Cuate Salceda sancionó un dudoso penal en el área de las Chivas. De acuerdo con el argumento, el defensor Rafael Rafles Orozco impactó la esférica con el brazo, aunque sus compañeros en la zaga señalaron que había sido con el hombro. Uno de los más inconformes con la decisión fue el arquero Jaime Gómez, quien a pesar de la furia trató de mantenerse estoico para impedir la anotación del rival.
No fue así. Con gran seguridad, Edwin Cubero se perfiló frente al arco y logró engañar al cancerbero mexicano. El marcador ya no se volvió a mover y el Atlas se convirtió en la primera institución de las dos en haber conquistado el título en la era profesional. La impresión fue tal que el exdirectivo rojiblanco, Ángel Bolumar, fue víctima de un infarto en la grada. Contagiado por el enojo, el Tubo Gómez emitió una declaración al término del partido que, sin saberlo, dictaría el destino del equipo al pie de cada una de las letras que mencionó.
“Festejen que no van a volver a ser campeones en 50 años. Es más, antes de que yo me muera no vuelven a coronarse”, afirmó sin saber que el poder de sus palabras, o la mala suerte, se encargaría de cumplir aquella persistente maldición que ha durado un poco más de siete décadas.
Así sucedió. el futbol mexicano siguió su camino como liga profesional y otros equipos comenzaron a ir en ascenso. Cinco temporadas más adelante, en la 1956-57, los rojiblancos consiguieron empatar el palmarés de Atlas y una más tarde, en la 1958-59, dieron inicio a una de las épocas más gloriosas de su historia cuando usurparon el mote de Campeonísimo que años antes había sido ostentado por el Necaxa y el Club León, la cual terminó en la temporada 1964-65.
Años más tarde, otros equipos como América, Cruz Azul y hasta los Pumas de la Universidad Nacional consiguieron trofeos suficientes para dejar atrás al Atlas. Mientras tanto, el futbol continuó evolucionando, llegó la transición de los torneos largos a los cortos y el equipo fundado por Juan José Cortina comenzó a sentir el peso de los enunciados del Tubo Gómez después de aquel polémico partido.
En 1999, bajo el mando de Ricardo La Volpe, Atlas llegó a una final, pero los Diablos Rojos del Toluca les arrebataron la posibilidad de coronarse. Casi una década después, el 4 de mayo de 2008, Jaime David Gómez Munguía, el Tubo, falleció y el futbol le hizo justicia a sus palabras. Tuvieron que transcurrir trece años y medio para que los rojinegros volvieran a disputar una final.
A pesar de la extendida sequía, Atlas ha sabido mantenerse como uno de los equipos con mayor historia en la liga. Desde aquel 22 de abril de 1951 ha visto desfilar a más de 90 campeones. No obstante, en la Academia sueñan con romper aquella maldición que, al estilo de Babe Ruth sobre los Medias Rojas de Boston, el Tubo Gómez lanzó sobre el destino de su rival.
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