En la actualidad las relaciones sentimentales entre personas que se desenvuelven en el ámbito deportivo y del espectáculo son más frecuentes. Sin embargo, una de las parejas que incursionó en dicha dinámica fue la del boxeador Ricardo Arredondo con la presentadora y actriz Marcela Rubiales, hija del famoso Paco Malgesto. De hecho, a raíz de ello, la carrera del atleta experimentó un impulso relevante, aunque con el paso de los años repitió el mismo guión que muchos boxeadores que terminaron en la miseria.
Originario de Apatzingán, Michoacán, Arredondo Garibay se crio en el seno de una familia que no sufría carencias, como aconteció con otros púgiles de antaño y contemporáneos. Hiperactivo y entrón desde pequeño, Ricardo comenzó a escribir su historia en el deporte de los guantes sin conocerlo. Desde su adolescencia forjó un estilo rebelde que con el paso de los años lo llevó a participar en pleitos a escondidas de sus progenitores con pseudónimos. A pesar del descontento con sus padres, logró debutar a los 17 años en la Arena Coliseo.
Su primera víctima fue Augusto Ángeles, a quien superó por decisión en seis rounds el 16 de julio de 1966. Desde entonces, como los grandes, transitó en una racha de invictos que escribió como peleador estelar de los miércoles en el recinto de la República de Perú. Sin embargo, tras completar la decena de triunfos, su buen paso tuvo un abrupto fin cuando cayó ante Clemente Sánchez, situación que repitió contra el Maestrito López por la vía de las tarjetas en 10 episodios.
A pesar de no contar con título alguno y haber perdido algunos de sus combates más relevantes, su carisma lo volvieron partícipe de múltiples viajes de trabajo. Con su talento pudo volar y entablar pleitos en Managua, Nicaragua, así como en Córdoba, Argentina y hasta en Los Ángeles, California. Su leyenda comenzó a ser escrita con buenas referencias y con rapidez se convirtió en un miembro más de la cúpula artística mexicana.
En aquel momento, bajo la figura de Paco Malgesto, Marcela Rubiales comenzó a forjar su faceta de reportera y ahí conoció al pugilista. La relación amorosa que sostuvieron, naturalmente, se dio a conocer con gran rapidez y la imagen de la pareja en diversos medios de comunicación se volvió una escena frecuente. El carisma que de por sí ya había forjado en años anteriores catapultó la carrera de Arredondo, llevándolo a conquistar nuevas arenas y foros.
Recorrió toda la República Mexicana, pero el verdadero reto lo tuvo que entablar el 10 de octubre de 1971 en el Miyagi Center de Sendai, Japón. Esa noche, el reconocido mexicano recibió la oportunidad de pelear por su primer título mundial en la categoría de peso superpluma. En medio de una cerrada pelea, noqueó a Yoshiaki Numata en el décimo round y se colgó la fajilla avalada por el Consejo Mundial de Boxeo (CMB) a los 22 años.
Ese fue un trampolín más en su carrera. Desde entonces, realizó diversas defensas exitosas de su cetro y conquistó reflectores en Sudáfrica, Costa Rica, Puerto Rico y diversas localidades en el país del Sol naciente. Sin embargo, la gloria llegó a su fin cuando tuvo que volver a este último territorio en 1974. Entonces, el encargado de arrebatarle el título fue Kuniaki Shibata; esa fue la última vez que se colgó un cinturón mundial.
Desde ese momento, Arredondo llegó a adjudicarse diversos pleitos, pero ninguno de gran relevancia. Ello lo llevó a perder protagonismo, por lo que el tránsito por el camino del despilfarro y los vicios comenzaron a cobrar caras facturas en sus finanzas. Finalmente, se retiró el 17 de marzo de 1979, tras caer a la lona ante el surcoreano Sang Hyun Kim.
Sin muchos recursos y alejado de la condición física y técnica que lo llevó a ser el centro de los reflectores en el deporte, volvió a su natal Apatzingán en busca de una nueva oportunidad. Un trágico accidente automovilístico le quitó la vida el 20 de septiembre de 1991, a los 42 años, pero su personalidad mediática y carismática ha perdurado con el paso del tiempo.
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