Corría el año 1986 y Diego Armando Maradona había logrado tocar el cielo con las manos al ganar la Copa del Mundo organizada en México. El astro argentino era sin discusión el mejor jugador del planeta, pero por reglamentaciones de la FIFA, fue otro futbolista el que se llevó el Balón de Oro: el soviético Ígor Belánov, delantero del Dínamo de Kiev. Con sólo 1,74 metros doblegó a toda defensa que se le cruzó en el camino durante la temporada y se hizo acreedor del premio.
En ese entonces, Pelusa no tenía rival dentro del campo de juego. El problema era que al galardón sólo podían recibirlos jugadores europeos y fue por eso que el goleador ucraniano fue el más votado por delante del inglés Gary Lineker y el español Emilio Butragueño. “Yo fui el mejor de Europa. Maradona, el mejor del mundo”, comentó recientemente en una entrevista a EFE en conversación telefónica desde Odesa, la ciudad a orillas del mar Negro. Esa reglamentación en el Balón de Oro continuó hasta 1995 y el primer no europeo en ganarlo fue el liberiano George Weah en dicho año.
Si bien Belánov no alcanzó el mote de crack mundial que persiguió a Diego durante todo 1986, sí tuvo los créditos suficientes para ser considerado el mejor jugador de Europa. A lo largo de 1986, el delantero de origen ucraniano no sólo brilló con la camiseta de un Dinamo de Kiev que ganó la Copa UEFA de esa temporada con él como máximo artillero (5) sino que tuvo una actuación destacada en el Mundial, incluyendo el hat-trick en la derrota ante Bélgica de octavos de final, además de gritar un tanto en el 6-0 contra Hungría en el debut por fase de grupos.
Ígor no quiso entrar en polémicas sobre aquel Balón de Oro. “Diego fue reconocido en 1986 como el mejor del mundo. No hay nada que discutir. Cada uno de nosotros hizo todo lo posible por su equipo, por los aficionados y por su país. Y cada uno logró trofeos y recibió el amor de su pueblo”, aseguró comparando los objetivos que cumplieron en dicho año.
En la actualidad, pocos días después del primer aniversario de la muerte de Maradona, Belánov reconoció que aún no se puede creer la triste noticia. ”Pensaba que era una broma, una noticia falsa. Se ha ido demasiado pronto. No es justo. Aún estoy conmocionado. El mundo ha perdido un grandísimo jugador. No sólo era por sus goles, sino porque fue un auténtico capitán”, subrayó con un tono de tristeza como toda persona del ambiente que alguna vez le tocó compartir cancha con el argentino.
En el recuerdo de las cuatro veces que se enfrentaron a nivel selecciones, Ígor rememora la ocasión en la que la Unión Soviética derrotó a la Albiceleste en un amistoso disputado en Alemania. Al despedirse de Pelusa las redes sociales hace poco más de un año, una vez más lo consideró el mejor futbolista del siglo XX. “Maradona fue el mejor de su tiempo. 1986 fue su año. Llevó a su equipo a la victoria en el Mundial. Tenía una técnica fantástica. Pero antes hubo otros como Pelé”, insistió.
Esa temporada, Belánov se encontraba en la plenitud de su carrera como futbolista. Marcó el mayor número de goles de su carrera, ganó la liga soviética y la Recopa de Europa al derrotar en la final al Atlético de Madrid con un contundente 3-0. “Aquel fue un buen año. Era muy difícil que me frenaran. Estaba en mi mejor momento. Creo que fue justo que me dieran el trofeo tomando en cuenta las reglas del momento, ya que marqué en la liga, en Europa y en el Mundial”, argumentó al respecto.
El cuadro final de México 1986 tenía a la Unión Soviética como una de las favoritas y un hipotético cruce con Argentina en la semifinal. Pero en octavos le tocó una dura Bélgica con la que protagonizó un verdadero partidazo: 4-3 a favor de los dirigidos por Jan Ceulemans en tiempo suplementario. El sueño del año perfecto se esfumó en cuestión de minutos para Ígor que anotó un hat-trick en aquel encuentro que quedó dentro de la historia de la competencia.
En la casa de Belánov en su querida Odesa natal no hay ninguna estantería donde encontrar el Balón de Oro. “Lo tengo en el banco ¿Para qué arriesgarse?”, admitió. Ígor es parte de la federación ucraniana junto a su amigo Oleg Blokhín, que logró el premio al mejor jugador de Europa en 1975. “Antes le miraba con mucho respeto y ahora somos amigos. Seguimos jugando partidos de veteranos con los compañeros del Dinamo y la selección. Me mantengo en forma, no he perdido la velocidad”, señaló entre risas.
En un acto de compañerismo añadió que el Balón de Oro no le pertenece sólo a él sino a todo el Dinamo de Kiev y, en especial, al legendario técnico Valeri Lobanovski. “Nunca diré que lo recibí yo. Fue un premio para el Dinamo de Kiev de Lobanovski, un equipo imparable. Jugábamos un fútbol moderno. No le teníamos miedo a nadie”, recordó conmovido. Y reveló uno de los detalles de su entrenador: “Era un genio. Nos enseñaba la liga inglesa para explicarnos cómo no debíamos jugar”.
Por otro lado, el ucraniano igualó a Lionel Messi con Diego Maradona ya que ambos son zurdos y “apenas utilizan la pierna derecha”. Además, buscó encontrar explicación a que la Pulga todavía no haya tenido la Copa del Mundo en sus manos: “Messi no ha sido capaz de llevar a su selección a ganar el Mundial. Quizás porque no tiene a su lado a un Iniesta o Xavi, o quizás necesite también alguien como Neymar”.
En su opinión, todo radica en el carácter del futbolista. ”Maradona era apasionado y muy extrovertido. Messi no es un líder ya que tiene otro carácter, más cerrado. Pero ambos futbolistas fueron tocados por la mano de Dios”, apuntó. Para cerrar, reconoció que le aburre el fútbol de hoy y es muy crítico con los jugadores que, nada más recibir su primer contrato, dejan de esforzarse.
“Nosotros no jugábamos por dinero. Además, los equipos son muy aburridos. Ya no hay incursiones rápidas. Si tengo que elegir, el Liverpool es divertido de mirar. Se busca demasiado controlar la posesión. Apenas hay presión como lo que hacíamos nosotros con Lobanovski”, afirmó. En una demostración de su visión romántica del fútbol, muestra siempre que puede una vieja fotografía en la que él abraza a su viejo entrenador, que llora de emoción. “Eso es fútbol”, cerró.
Se inició en el SC Odesa de la ex Unión Soviética durante 1979 y continuó su carrera por esas tierras en el Chernomórets Odesa antes de marcharse al Kiev para 1985. Tuvo dos experiencias en tierras alemanas con las camisetas del Borussia Mönchengladbach y el Eintracht Brunswick hasta que para 1995 retornó a Ucrania para jugar nuevamente en el Chernomórets Odesa antes de retirarse con los colores del Metalurg Mariúpol en la temporada 1996/97.
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