Hasta 1995, la revista France Football, encargada de la organización de la gala del Balón de Oro, tenía como normativa premiar solamente a futbolistas europeos. En consecuencia, durante los años en los que Diego Maradona claramente había sido el mejor jugador de la temporada (1986, 1987 y 1990, por caso), otros jugadores resultaron coronados. Un ejemplo, en la temporada en la que se consagró campeón del mundo en México 1986, el galardón quedó en manos del ucraniano Igor Belanov, que había ganado la Recopa de Europa con el Dinamo de Kiev y había convertido cuatro goles con su selección en el Mundial que vio al mejor Pelusa.
Pues bien, en consecuencia, el Diez sí recibió un Balón de Oro en el 86: el que premia al mejor jugador de la Copa del Mundo, puja en la que se impuso al portero alemán Harald Schumacher y el delantero danés Preben Elkjaer Larsen.
Pero tres años después, el galardón se esfumó del Banco della Provincia de Nápoles, donde estaba guardado. Un grupo de ladrones, además, se llevó una gran cantidad de objetos valiosos entre los que figuraban varios relojes de lujo.
Sin embargo, a Diego, de entonces 29 años, lo único que le importaba era el Balón de Oro, recuerdo de su epopeya en México con la selección argentina. Por eso, movió contactos y se comunicó con uno de los líderes de la mafia napolitana, Salvatore Lo Russo, para que lo ayudara a recuperar lo que había perdido en el atraco. Así se lo reconoció Lo Russo a los fiscales de la DDA de Nápoles (Dirección de Investigación Antimafia) Sergio Amato y Enrica Parascandolo en 2010 tras su detención, según el relato que publicó el diario italiano Corriere della Sera.
“Hice que Maradona recuperara los relojes a través de “Peppe ‘o biondo”, que los encontró en Picuozzi (los hombres del clan Mariano) en los barrios españoles”, apuntó el líder de los “Capitoni”. Pero para el Balón de Oro mundialista fue tarde. Ya lo habían fundido.
“No fue posible recuperarlo porque ya lo habían derretido. También envié al lugar una suma de 15 millones de liras, pero me las devolvieron porque el trofeo ya se había ido”, evocó el Lo Russo.
No obstante, en 1995, France Football le entregó un Balón de Oro honorífico, como reconocimiento por sus mejores años, en los que por la absurda regla no fue premiado. Pero el destino, fatídico, también se lo arrebató.
En julio de 2014, la casa en la que residía su papá don Diego en Villa Devoto sufrió un incendio, con foco en la planta baja. “No quedó nada”, declaró entonces el entorno del Diez. Entre los bienes materiales perdidos había varias reliquias que representaban distintos hitos en la historia del astro. Uno: el Balón de Oro.
Para Diego, la pérdida del galardón fue un golpe al corazón: lo tomaba un homenaje retroactivo y justo, y lo había recibido de manos de otro mito como Alfredo Di Stéfano. En octubre de 2020 surgió la chance de que se lo repongan. Cuando su entorno le informó del pedido de entrevista por parte de la publicación francesa, el entonces director técnico de Gimnasia La Plata puso como único requisito recuperar su Balón de Oro. Al menos, una réplica del perdido entre las cenizas.
Fue ahí cuando la entrevista casi cae en el abismo: según le explicaron sus representantes al círculo íntimo de Maradona, France Football nunca había encargado (y en consecuencia, entregado) una réplica de su Balón de Oro. El premio (pesa más de 7 kilogramos) tiene un costo de confección de alrededor de 3.000 euros, está bañado en oro, se posa sobre un pedestal de pirita y en él trabajan seis orfebres de un taller francés. Ni siquiera los más ganadores (Lionel Messi, con seis, y Cristiano Ronaldo, con cinco) recibieron un gesto como el solicitado por Pelusa. Pero finalmente accedieron.
Claro, el 25 de noviembre, el destinatario de la réplica murió. Y el Balón de Oro extra jamás viajó desde Francia a la Argentina. Habrá que ver si, en un futuro, France Football decide cumplir con la promesa, entregándoselo a sus herederos, como un premio post mortem para un símbolo del fútbol mundial, uno de sus máximos representantes a lo largo de la historia.
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