El Siglo XX mexicano ha sido uno de los más fructíferos en el campo deportivo y artístico. Fue ese periodo en el que se formalizó la liga mexicana de futbol, aunque otros aspectos como el musical, reforzados por el discurso revolucionario, lograron su auge. Aunque la fama permitió que diversos exponentes de ambos campos convivieran, personajes como José Alfredo Jiménez y Antonio Carbajal compartieron una afición que los llevó a convivir desde la infancia en equipos de futbol.
El Rey de la canción ranchera nació en Dolores Hidalgo, Guanajuato el 19 de enero de 1926. Sin embargo, aunado a la muerte de su padre, los flujos migratorios de la provincia a la capital lo llevaron a establecer su residencia en la colonia Santa María la Ribera. Así, a los 11 años, luego de emprender una nueva vida con sus tías, comenzó a explorar una nueva afición que lo llevó a conocer al legendario portero de las cinco copas del mundo.
En sus primeros años como futbolista, Carbajal se enroló en un equipo de futbol conocido por el nombre de Oviedo, con sede en la capital. Según contó al medio Milenio, Jiménez comenzó a trabajar en un restaurante ubicado al interior de la histórica colonia, el cual se encontraba muy cerca de la vidriería donde la Tota se ganaba la vida antes de convertirse en futbolista profesional.
A pesar de la cercanía física de sus empleos, los protagonistas de una de las amistades más desconocidas en la actualidad estrecharon su vínculo cuando compitieron por hacerse de la titularidad en la cuarta infantil del Oviedo. Sin embargo, las cualidades del Rey no fueron lo suficientemente preponderantes para ensombrecer el innegable talento que el capitalino demostró bajo los tres palos.
De acuerdo con la biografía exhibida en el sitio web oficial de la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM), su talento también lo llevó a formar parte de las filas del legendario equipo Marte, en la primera división. No obstante, su vocación verdadera siempre fue la música y decidió dedicarse enteramente a ella. Incluso, según cuenta la Tota Carbajal, su inspiración recurrente lo desconcentraba de sus entrenamientos y hasta llegó a abandonar el terreno de juego para irse a componer canciones.
“Tuvieron que pasar 25 años para que los dos tuviéramos una carrera bien hecha. Él quería ser portero, pero conmigo no pudo y por eso se dedicó a la música. Nos juntamos en muchos eventos y siempre recordábamos lo que habíamos vivido”, declaró el exatleta al citado medio.
Por su parte Antonio Carbajal continuó su carrera con el Real Club España, donde debutó en el año de 1948. Sin embargo, su paso por el equipo apenas se extendió un par de años, pues la institución deportiva desapareció por motivos políticos. Así, impulsado por el deseo de convertirse en futbolista profesional, tocó las puertas del Club León y se convirtió en uno de los referentes históricos del representativo del estado natal de su entrañable amigo.
Con los panzasverdes logró conquistar un par de campeonatos de liga en las temporadas 1951-52 y 1955-56. Al mismo tiempo, logró proyectar su talento a nivel nacional, pues después de ser convocado como suplente para los Juegos Olímpicos de Londres 1948, se hizo de la titularidad en el arco de la Selección Mexicana. De tal suerte que participó en las Copas del Mundo de Brasil 1950, Suiza 1954, Suecia 1958, Chile 1962 e Inglaterra 1966 como titular y reserva.
Mientras tanto, el empírico músico guanajuatense logró consolidar su carrera como uno de los compositores más interpretados de la música mexicana. Se estima que llegó a escribir más de un millar de canciones y, al reconocer su amistad con personalidades del medio artístico, resulta difícil imaginar que su destino pudo haber sido condicionado por el deporte. Por su parte, Carbajal siempre aplaudirá su decisión pues, desde su punto de vista, nunca fue un guardameta tan bueno.
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