Este miércoles se llevó a cabo en Dubai -uno de los siete emiratos que conforman los Emiratos Árabes Unidos- la ceremonia inaugural y sorteo de la serie final del campeonato mundial de ajedrez, entre el actual monarca, el noruego Magnus Carlsen, y el desafiante ruso, Ian Nepomniachtchi, en el marco de las celebraciones de la Exposición Universal Dubai 2021 “connecting minds, creating the future” (conectando mentes, creando futuro). El match, previsto a 14 partidas -la primera se disputará a partir del viernes 26-, consagrará ganador al primero que sume 7,5 puntos, y repartirá 2.000.000 de euros en premios.
Durante el acto y el posterior desarrollo del match, el desafiante no podrá posar bajo bandera rusa ni escuchar el himno de su país, dada la sanción impuesta por la Agencia Mundial de Antidopaje, tras el escándalo por encubrimiento de dopaje en atletas rusos, que impide su utilización en competiciones olímpicas o campeonatos mundiales. Por lo que, como sucediera en los Juegos Olímpicos de Tokio, Nepomniachtchi estaría acompañado por el símbolo del Comité Olímpico Ruso (ROC) y la melodía del Concierto para Piano N°1 de Tchaikovsky.
Carlsen, campeón desde 2013, con tres defensas exitosas, que ostenta el puesto de privilegio de N°1 del mundo desde hace una década, período que incluye un récord mundial de 125 partidas sin conocer la derrota, es ampliamente favorito para el mundo del ajedrez y el de las apuestas. Y aunque el aspirante, Nepo (como lo llaman sus colegas), es el N°5 del ranking y el mejor ajedrecista soviético de los dos últimos años -con un agregado no menor: es el único jugador del circuito que tiene score favorable ante el noruego-, el enfrentamiento se presenta como un batalla desigual; una lucha, acaso, con alguna reminiscencia del duelo bíblico entre David y Goliat.
Es que Magnus, nacido en Tonsberg (Noruega) el 30 de noviembre de 1990, es el único hijo varón del matrimonio entre Sigrun y Henrik Carlsen, y hermano mayor de Ellen, Signe e Ingrid; desde niño posee una memoria de genio: a los cuatro años descifraba rompecabezas para chicos de doce, a los cinco recitaba las capitales y los colores de las banderas de todos los países del mundo, y a los ocho se inició en el ajedrez. Sus progresos impulsaron la contratación de un profesor: el ex futbolista y gran maestro de ajedrez Simen Agdestein. La sociedad funcionó sólo cuatro años; el alumno superó rápidamente al maestro.
Fue entonces cuando sus padres apostaron por el ciclo de enseñanza “aprender jugando” y planificaron un viaje familiar por Dinamarca, Alemania, Austria, Italia, los Balcanes, Rusia y Grecia con la consigna de visitar museos y aprender geografía, historia y la cultura de cada país. Había dos ítems sin concesiones: la inscripción de Magnus en torneos de ajedrez en cada país, y que al regreso los niños rindieran de manera libre los exámenes escolares. Cuando los Carlsen retornaron a Noruega, en 2003, el pequeño Magnus, de 13 años, había alcanzado el título de gran maestro, la más alta categoría entre los ajedrecistas. El primer gran elogio fue impreso por el Washington Post, que lo bautizó “El Mozart del Ajedrez”. A partir de entonces, su carrera se disparó como la luz de un rayo.
En 2005 era el mejor ajedrecista noruego y en 2010 se convirtió en N°1 del mundo (desde 2011 encabeza ininterrumpidamente el ranking de la FIDE); estudió con Kasparov, lo auspició Microsoft y se convirtió en modelo publicitario de la empresa G-Star. Participó en la TV norteamericana en 60 Minutes, The Colbert Report y como estrella invitada en Los Simpson. Fundó Play Magnus, un grupo de empresas que cotiza en la Bolsa de Oslo; su cuenta bancaria creció hasta los astros.
En 2013, en Chennai, le arrebató el título mundial al indio Anand, al que venció también en Sochi, en la revancha en 2014. En Nueva York, en 2016, defendió con éxito la corona ante el ruso Karjakin, y en Londres, en 2018, la retuvo ante el ítalo-norteamericano Fabiano Caruana. Además, entre el 31 de julio de 2018 y el 10 de octubre de 2020 marcó un record pavoroso: totalizó 125 partidas (42 victorias y 83 empates) sin derrotas. Su palmarés se completa con tres títulos mundiales en especialidad rápida -partidas a 10 minutos- en 2014, 2015 y 2019, y cinco en la modalidad Blitz -a 3 minutos- en 2009, 2014, 2017, 2018 y 2019.
El “efecto Magnus” modificó los hábitos de una nación cuyos ídolos deportivos pertenecían a disciplinas de fuerza y resistencia física; la destreza e inteligencia de Carlsen atrapó a un país cuyo nivel intelectual medio es muy alto, e introdujo una moda nocturna: la instalación de bares temáticos (con juegos y tableros de ajedrez). Noruega, con algo más de 5 millones de habitantes, cuenta ya con 15 grandes maestros; Argentina, con 45 millones, tiene 24 activos. Hoy, Magnus Carlsen, el “héroe nacional nórdico”, a los 31 años, luce como un guerrero imbatible, una especie de Goliat en el mundo del ajedrez.
Por su parte, Ian Nepomniachtchi, de religión judía y nacido el 14 de julio de 1990 en Briansk (a 380Km de Moscú), descubrió el ajedrez a los 4 años; su abuelo Boris Iosifovich y su tío, Igor, le enseñaron los rudimentos del juego. Los entrenadores Valentín Evdokimenko, Valery Zilbershtein y Sergei Yanovsky completaron su formación. Antes de los 10 años, el pequeño Nepo era considerado uno de los tres mejores jugadores infantiles de Rusia; a los 7 años tenía la fuerza de un jugador de 1ª categoría. En 2000 ganó el campeonato europeo Sub10 y, en 2002, el europeo y Mundial Sub12 (relegando a Carlsen al 3° puesto). Por ser contemporáneos (Nepo y Carlsen nacieron en 1990), ambos recorrieron juntos las competencias internacionales de menores, en las que el ruso era muy superior al noruego.
Pero durante su adolescencia y juventud, Nepo decidió unir su pasión por el ajedrez con otros hobbies; se volvió adicto y especialista en el manejo de videojuegos, sobresaliendo en Defense Of the Ancientes (DOtA) y Hearthstone. Y, aunque fue campeón ruso de ajedrez en 2010 (repitió el éxito en 2020), más la conquista de varios certámenes internacionales en Rusia, Holanda y Alemania, la crítica especializada de su país le cayó sin piedad; lo trataron de ser un jugador volátil, sin espíritu de lucha y poco profesional.
Sin embargo, en 2019 –tras graduarse en la Universidad Social Estatal de Rusia, con especialización en Periodismo- su nombre se coló entre el Top Ten del ranking mundial, y completó actuaciones brillantes en el circuito de ajedrez. La conquista del Grand Prix de la FIDE, en Israel, le otorgó una plaza para el ciclo Candidatura del año siguiente. La pandemia relegó sus ansias de gloria, ya que el torneo que comenzó en marzo de 2020 -fue suspendido a causa del COVID-19- se reanudó en 2021, y recién entonces fue consagrado campeón; con el éxito se convirtió en aspirante al título en poder de Carlsen. Desde entonces, el aparato político de Rusia (el presidente Vladimir Putin anhela una fotografía junto a un campeón mundial ruso, una manera de ensamblar su imagen y la de su país como símbolo de inteligencia), el brazo ejecutivo de la federación rusa de ajedrez, junto a empresas y millonarios próximos a Putin, trabajan en la misión de recuperar una vieja gloria pasada. Es que ya son trece años de reinados sin la presencia de ajedrecista ruso alguno; el último rey de ese origen fue Vladimir Kramnik, entre 2006 y 2008.
Por eso, equipos de analistas con maestros contratados (se conocen sólo los nombres de Potkin, Vitiugov, Khairullin y Leko) trabajaron junto a Nepo, en Moscú, sin horarios y hasta seis días a la semana. Y desde los primeros días de noviembre están establecidos en Dubai. El búnker ruso cuenta también con herramental informático de última generación, con algoritmos de inteligencia artificial de un valor cercano a los 100.000 dólares. Anatoly Karpov, el avezado maestro y ex campeón mundial, que no se pierde detalles de la preparación del “soldado” ruso, dijo: “Esta vez con Nepomniachtchi no cometeremos los mismos errores que con Karjakin”.
Sólo algunas horas antes de la partida a Dubai, Nepo rompió el hermetismo del campamento de entrenamiento y aceptó la invitación de la televisión rusa para participar en el programa Match TV que conduce Mikhail Kuznetsov. Aunque eludió hablar sobre los puntos específicos de su preparación, ante las cámaras no pudo disimular el cambio de su figura; en los últimos cinco meses adelgazó 10 kilos.
“Sí, es cierto; estoy más delgado. La preparación física para el match me hizo bajar más o menos 10 kilos. Es que las oportunidades en la vida se dan una sola vez y hay que gastarse en los campos de entrenamiento; hoy en día apenas logro salir de mi campamento. Por lo tanto, no hay tiempo ni energía para cambiar nada en mi existencia o vida diaria. Toda la energía se concentra y se gasta en la preparación”, contó el aspirante al título mundial, que además integra el podio (junto a Maxim Jramtsov -Taekwondo- y Yevgueni Rylov -natación-) para la elección del deportista ruso del año.
Luego, evaluó su trabajo y el valor monetario (1.200.000 euros por ganar y 800 mil, si pierde) que recibirá por disputar el match por el título mundial; Nepo, dijo: “Nunca puedes estar 100% satisfecho; siempre parece que podrías hacer más y mejor. Está claro que a estas alturas lo único que está en nuestras manos es prepararnos bien. Y eso es lo que hacemos. Hay mucho dinero en juego, la recompensa más alta en toda mi carrera, pero el objetivo se antepone al premio que recibiré por mi trabajo”.
Sólo sobre el final de la entrevista se mostró algo distendido. Fue cuando le preguntaron a qué persona en todo el mundo elegiría, si pudiera, para que realice su jugada inaugural en el match. Allí a Nepo se le dibujó una sonrisa: “Bueno, muchos ya saben lo que me gusta el fútbol y el cariño particular que tengo por Leo Messi; él es mi futbolista favorito, así que mi respuesta es muy predecible”. Así, alegre y emocionalmente estable, el ruso Nepo, al igual que el pastor David con sus piedras y honda, se aferra sólo a sus creencias para intentar la hazaña.
Por su parte, Carlsen y su equipo de analistas, cuyos nombres, salvo el del danés Peter Nielsen, también permanecen en secreto para no dar pistas a los rusos, armaron su campamento de entrenamiento en el hotel Royal Hideaway de Sancti Petri, en Chiclana (Cádiz); allí, entre el 4 y 18 de octubre, intensificaron el análisis de las aperturas con duras sesiones diarias de estudio y la asistencia de supercomputadoras y programas especializados.
Antes de abandonar España, en una improvisada rueda de prensa, Carlsen habló con cautela sobre el match de Dubai: “Espero que sea un combate más de ida y vuelta, sin tantos empates como en los anteriores; mis matches con Karjakin y Caruana fueron muy reñidos (ambos finalizaron igualados y se impuso en el desempate con partidas rápidas), por lo que espero que no se vuelva una batalla con tablas interminable”.
Pero a su regreso a Noruega fue entrevistado por el ajedrecista y periodista especializado Tarjei Svensen; en su idioma nativo, en el que suele hablar sin rodeos, el campeón opinó sobre su rival: “Nos conocemos desde hace mucho, y sé que no es disciplinado con su trabajo; cuando lo invade el malhumor su juego decae. Por eso creo que en Dubai su mayor desafío será manejar los contratiempos que pueden tener las partidas, dejar escapar una oportunidad, o ver cómo un empate se convierta en derrota, o que la preparación de una apertura no salió como estaba planificada. Ese será su mayor desafío”. Y para el final, lanzó su última estocada: “Mientras se disputó el Candidatura yo pensaba que, salvo Caruana (EE.UU) o Ding Liren (China), cualquiera que ganara el certamen sería un buen resultado para mí, porque ellos hubieran sido un mayor desafío que el de enfrentarme con Nepomniachtchi”.
La exultante confianza que transmite el campeón es compartida por la mayoría de los mejores ajedrecistas, e incluso se refleja en las casas de apuestas. En los sitios Bwin, NetBet, Bet365, Betsson y Unibet, una victoria de Nepo estaría pagando hasta tres veces el valor de la apuesta. En porcentajes, Magnus es favorito 72 a 28%.
Los únicos números que acompañan al desafiador son los del historial de sus enfrentamientos; Nepo es el único ajedrecista con score favorable ante el campeón mundial; al cabo de 13 partidas, con ritmo clásico -como las que se jugarán en el Mundial, con dos horas para los primeros 40 movimientos, luego 60 minutos para los siguientes 20, y 15 minutos más hasta el final-, disputadas entre 2002 y 2021, el ruso ganó 4, el noruego, 1 y acordaron ocho empates.
Sin embargo, los Mundiales de Ajedrez que se llevan a cabo desde hace 135 años (1886 a 2021), con sólo 20 reinados (Steinitz, en 1886; Lasker, 1894; Capablanca, 1921; Alekhine, 1927; Euwe, 1935; Botvinnik, 1948; Smislov, 1957; Tal, 1960; Petrosian, 1963; Spassky, 1969; Fischer, 1972; Karpov, 1975; Kasparov, 1985; Khalifman, 1999; Anand, 2000; Ponomariov, 2002; Kasimdzhanov, 2004; Topalov, 2005; Kramnik, 2006, y Carlsen, 2013) guardan historias de favoritos y candidatos acompañadas de sorpresas y batacazos.
El ruso Alekhine, que hasta 1927 nunca había vencido al cubano Capablanca (5 derrotas y 7 empates), le arrebató la corona en Buenos Aires, con 6 triunfos, 3 caídas y 25 empates. En 1960, el letón Tal le ganó el título mundial a Botvinnik (+6 -2 =13) sin que se hubieran enfrentado antes del match. En 1972, Fischer llegó al mundial contra Spassky con score desfavorable y sin conocer la victoria, con tres derrotas y dos empates. En el duelo de Reikiavik, Bobby lo derrotó 7 veces y perdió sólo 3. En 1984, Kasparov consiguió su primera victoria en su carrera ante Karpov durante la disputa del primer mundial que fue suspendido. Al año siguiente, se quedó con el título al vencerlo 5 a 3.
Ahora es el turno de Carlsen y Nepomiachtchi; alistados para la singular batalla. En un duelo sin piedras y sin espadas, y en el que el control y dominio de la inteligencia emocional será la clave o mejor arma.
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