Un elogio de Maradona lo catapultó, fue campeón con Uruguay y con River Plate, y hoy es empleado municipal: “No tengo un buen pasar económico”

“Fue el único defensor que me marcó sin pegarme”, dijo Diego. Esa declaración le abrió las puertas del “Millonario”, aunque hoy vive “pelándola”. En esta nota, entrevista a Alfonso Domínguez

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Domínguez en la actualidad y con la casaca de Uruguay, en la previa del Mundial 90
Domínguez en la actualidad y con la casaca de Uruguay, en la previa del Mundial 90

El 9 de julio de 1987, la selección de Uruguay le ganó 1 a 0 al seleccionado argentino en el Estadio Monumental, partido que abrió la Copa América de ese año. El único tanto fue convertido por Antonio Alzamendi. Aquella memorable tarde tuvo la destacada actuación del lateral izquierdo Alfonso Domínguez, quien no dejó que el mejor jugador del mundo, Diego Armando Maradona, tocara el balón, ya que su marca fue muy estricta.

Una vez terminado el encuentro, fue Maradona el encargado de elogiar al defensor uruguayo. “Domínguez fue el único defensor al que enfrenté que me marcó sin pegarme”, remarcó Diego frente a la prensa presente en el Antonio Vespucio Liberti.

Semejante elogio de Pelusa provocó que los equipos grandes argentinos pusieran los ojos en Domínguez: “Con lo que dijo me tendió una mano para poder llegar al Millonario. Además, me ayudó a tener una carrera un poco más larga. Son cosas que uno tiene que agradecerlas en vida, porque cuando uno parte no puede hacerlo. Soy un agradecido a Diego, porque no era necesario hacer esa declaración. Sin embargo, la hizo y fue el puente con los años en River”, destacó el oriundo de Durazno.

Mas allá de su paso por River y la obtención del Torneo Apertura 92, Domínguez jugó ocho años en Peñarol (1985 y 1991), donde ganó la Copa Libertadores 87, y en Nacional de Montevideo (1994 y 1997). Además, disputó 31 partidos con la Celeste, ganando la Copa América 87, siendo subcampeón en la Copa América 89 y participando del Mundial Italia 90. Por todo esto, es una voz autorizada para hablar sobre el presente de Uruguay y sobre Oscar Tabárez, a quien tuvo en su paso por el seleccionado.

En diálogo con Infobae, Domínguez reveló intimidades de su paso por River, como la pelea Passarella-Comizzo y el festejo de cumpleaños 16 de Marcelo Gallardo. También habló de su vida privada, cómo pasó de ser futbolista a pelearla en el día a día y su manera de subsistir.

-¿A qué se dedica hoy, Alfonso?

Estoy en mi pueblo natal, en Durazno, trabajando en la intendencia como empleado en la parte de Deportes. Por la tarde, dirijo en un club de barrio. Estoy viendo la posibilidad de trabajar en la selección mayor de Durazno.

-¿Está urgido de trabajar?

No tengo un buen pasar económico y estoy día a día peleándola. Nuestra época no es como la de ahora. Lo poco que uno hizo debe mantenerlo o mejorarlo. Lamentablemente, surge esto para subsistir. Estoy buscando todas las posibilidades que se puedan para poder mejorar y salir adelante.

-¿La pasó mal en algún momento?

-La situación económica de Uruguay te lleva a que como ex jugadores no tengamos un buen piso para vivir el resto de nuestra vida medianamente cómodos. Hoy, el futbolista hace una diferencia en el primer pase. Yo no tuve la suerte de tener muchas transferencias. Además de que lo poco que uno hizo, se lo come, lo gasta. Y si a veces no estás rodeado de gente que te aconseje bien se complica mucho más la situación.

-¿Estuvo mal rodeado en su momento?

-No sé si estuve mal rodeado, pero sí no encontré las personas con un objetivo completamente diferente al mío en cuanto la parte económica. Uno hace un poco dinero, intenta invertirlo, pero llega un momento en el que te lo terminás comiendo. Un futbolista actual, con la carrera que yo tuve, en un par de años hace una gran diferencia económica que le sirve para sobrevivir cuando termine la actividad deportiva. Las épocas cambiaron y hoy yo tengo que trabajar para mantenerme.

-Jugó en River en la temporada 1992/93. ¿Pudo hacer alguna diferencia económica?

-El paso por el Millonario fue muy rico desde lo vivido. Económicamente hice una diferencia y fue algo totalmente diferente a lo que podía ganar en mi país. Después está el factor suerte. Ocho años me desarrollé en Peñarol, donde gané una Copa Libertadores (1989). Cobré un dinero medianamente importante como para sobrevivir, pero si hubiera jugado ese tiempo en River me hubiese salvado para siempre, por los torneos grandes que juega ese club durante todo una temporada.

-¿Le costó adaptarse a un club tan grande?

-Sí, muchísimo. Pero lo viví como experiencia y en los momentos que estuve en la institución fueron muy ricos en todos los sentidos. Hoy por hoy, pongo como ejemplo lo vivido en River y lo que es competir al nivel más alto como profesional. Me costó adaptarme. Porque el fútbol uruguayo es diferente al argentino y al brasileño, más que nada. Pero el más lindo de todos es el argentino.

-¿Qué diferencias encontró entre el fútbol uruguayo y el argentino?

-Las diferencias están en los campos de entrenamientos, el estilo de juego, el ritmo, la velocidad con ideas distintas, que hacen que el uruguayo siente la diferencia física y deportiva.

-¿Como fue su llegada al Millonario?

-Quedé libre de Peñarol luego de 8 años. Por tener un amigo en común que es Antonio Alzamendi, me recomendó y concretó una reunión con dirigentes millonarios, y se me cumplió el sueño de jugar en el club del cual soy hincha. Se encargó de todo lo que era el tema reglamentario y gracias a él llegué al Millonario. Recuerdo que siendo jugador de Peñaro, viví la época de 1986 de River, cuando se consagró campeón del mundo ante el Steaua de Bucarest con el gol de Antonio. Unos años más tarde me tocó ponerme esa camiseta y fue algo inolvidable.

El defensor, en la marca de Maradona: "Tuve oportunidad de agradecerle lo que hizo por mí"
El defensor, en la marca de Maradona: "Tuve oportunidad de agradecerle lo que hizo por mí"

-¿Es cierto que Maradona lo trajo a la Argentina?

-Sí, porque en 1987 tuve la suerte de enfrentarlo con el seleccionado uruguayo, en una de las semifinales de la Copa América que se desarrolló en la Argentina. Tuve un encuentro muy especial por haber conocido a una tremenda persona. Siempre digo lo mismo. Hay que separar lo deportivo de lo personal. Fue el mejor jugador de todos los tiempos y buena persona con los demás. Pero, lamentablemente, no encaminó para bien su vida privada. Por intermedio de él pude jugar en Argentina.

-¿Qué fue lo que hizo Diego para que juegue en River?

-Mucho. Resulta que en el post partido entre ambas selecciones, que ganamos 1 a 0 con gol de Alzamendi, Diego declaró: “Domínguez fue el único defensor al que enfrenté que me marcó sin pegarme”. No le cometí ni una falta. Con lo que dijo, me tendió una mano para poder llegar a River y, además, me ayudó a tener una carrera un poco más larga. Son cosas que uno tiene que agradecerlas en vida, porque cuando uno parte no puede hacerlo. Soy un agradecido a él, porque no era necesario hacer esa declaración. Sin embargo, la hizo y fue el puente con los años para llegar al Millonario.

-¿Se lo agradeció alguna vez?

-Sí. Cuando me contrata River, tuve una cena con él y con Guillermo Coppola, que fue su representante. Fuimos a comer y hablamos de fútbol, de las cosas lindas que te da esta carrera que es larga o corta dependiendo de la suerte de cada uno. Yo estaba en el hotel y, por intermedio de un amigo en común de la noche porteña, tuve una invitación para ir a cenar con Diego y Guillote. Recordamos aquel choque por la Copa América y charlamos durante toda la velada.

-Se encontró con un River dirigido por Daniel Pasarella y con figuras como Ángel Comizzo, Jorge Higuaín y el Burrito Ariel Ortega ¿Qué tal lo recibieron?

-Espectacular. La gente que conocí encabezada por Pasarella y el Tolo Gallego se portó muy bien conmigo. Tenía como compañero a Marcelo Gallardo, que festejó sus 16 en la concentración en Mar del Plata cuando estábamos llevando adelante la pretemporada de 1992. El Muñeco recién estaba comenzando su carrera y rodeado de compañeros que estaban cerca de su retiro. Tuve la suerte de estar con el Burrito Ortega, que era muy joven también. Con Comizzo, Astrada, Altamirano, tremendas personas. Con Ramón Díaz que se estaba retirando, y el Pepe Basualdo que era uno de los defensores de la selección Argentina.

-¿Es verdad que Comizzo dejó River por un problema interno que tuvo con Passarella?

-Sí, es cierto. Hubo una discusión, con insultos de por medio, en un partido en la cancha de River. Al otro día, en el primer entrenamiento de la semana, volvieron a discutir, Daniel y el Tolo Gallego lo llamaron a Ángel para que fuera a la habitación de ellos y lo echaron de la concentración. Ángel agarró sus pertenencias y se despidió llorando del plantel en Villa Martelli. Se fue por la puera de atrás de River en 1993.

-¿Que significó Passarella en su vida?

-Me dejó cosas buenas y otras no tantas. Por ser un técnico argentino, y lo que significaba para River, aprendí muchísimo en cuanto a respetar al jugador, a la hinchada y a mis compañeros. Era lo primero que nos inculcaba. Como entrenador era el jefe del grupo y, por este motivo, hacía cumplir las funciones de cada uno en el plantel. Sabía diferenciar la amistad del compañerismo.

-¿Qué cosas malas no le gustaron?

-No tuve muchas oportunidades para demostrar mi juego. Los resultados hoy les pesan mucho más a los técnicos. Passarella no se puso en mi lugar para darme el tiempo que necesitaba y jugársela por mí. Necesitaba un poco más de adaptación y un cierto tiempo en cancha, pero no lo tuve. Yo tenía como competidores del puesto a Basualdo y a Altamirano, ambos titulares en el seleccionado argentino. Primero, estoy orgulloso de haber sido suplente de ambos. Y, después, las oportunidades que me dieron no pude aprovecharlas. Una día Passarella me dijo: “El tren pasa una vez sola y tenés que estar preparado para subirte y aprovechar ese viaje”.

-¿Le regaló mates uruguayos a algún compañero?

-Sí, me vivían pidiéndo mates y yerba. A Gustavo Zapata le regalé un mate y también a Julio Toresani, los tres éramos muy amigos porque residíamos en el mismo edificio. Son recuerdos muy lindos.

-¿Le quedó alguna deuda pendiente de su paso por el fútbol argentino?

-Sí, me hubiera gustado quedarme mucho más tiempo en River. Tuve la suerte de jugar la Copa Libertadores, el torneo de Verano en Mar del Plata y el torneo Apertura de 1992. Ese año disputé 12 partidos. Luego bajé a Reserva y me fui. Tuve la posibilidad de ir a San Lorenzo, ya que me pidió el Bambino Veira. Pero por una cuestión económica no se pudo dar.

Con 56 años, es empleado de la municipalidad de Durazno y dirige un equipo local
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-Ganó la Copa América de 1987 con Uruguay. ¿Qué balance hace de su paso por el seleccionado charrúa?

-Tuve la gran posibilidad de haber jugado con 20 años una Copa América y ganarla. A la siguiente, perdimos la final con Brasil por 1 a 0 en 1989. No se habla del segundo puesto, pero fuimos finalistas. Jugué el Mundial de Italia 90. Son cosas positivas y estoy agradecido de haberlas vivido. A nivel deportivo, fue lo mejor de mi carrera haber vestido la camiseta de la Celeste.

-¿Qué reflexión le merece el presente de la selección de Uruguay?

-La situación está muy difícil. No se ha encontrado en estos últimos cuatro partidos el nivel que arrastraba y ha dejado muchas más dudas. Hoy no se puede encontrar el rumbo. Los responsables son el entrenador y los jugadores que dejaron pasar las oportunidades para clasificarse para Qatar 2022. Tampoco acompaña la fortuna. Pero mucho tiene que ver la cuestión anímica, más que lo deportivo.

-¿Cree que el cambio de entrenador es la solución?

-No, no pasa solamente por Tabarez sino también por los jugadores. Se trabaja en equipo y cada uno tiene su cuota de responsabilidad. Ningún técnico desea que su equipo pierda el partido. El desgaste te puede llevar al afloje y a observar las cosas mucho más sencillas, que al final no lo son. Es un juego. Considero que hay jugadores que no han dejado el máximo rendimiento en el campo de juego, que han querido jugar a su manera como lo hacen en sus clubes y se olvidan de que se están jugando la vida en el seleccionado.

-¿Entiende las criticas que recibió el Maestro?

-Entiendo de que son casos especiales, más que nada por su carrera y los 14 años que llevaba como entrenador del seleccionado. El único proyecto a largo plazo en el fútbol sudamericano era el de Tabárez. Es muy difícil que otro entrenador lo pueda llevar a cabo. Capaz que estamos mal acostumbrados, porque el proceso dio buenos resultados, pero todo termina y llega su punto final.

-¿Fue un ciclo exitoso el de Tabárez?

-Con el tiempo que llevaba de trabajo, con un cuarto lugar en un Mundial y con la chance de clasificar a todas las ultimas Copas del Mundo, creo que son cosas positivas. Sí creo que no logramos en los últimos años ganar los títulos en los torneos que competimos. Mucho tiempo y pocos títulos, pero tampoco hubo otros entrenadores que lo han logrado.

-¿Cómo caería en el pueblo uruguayo la no clasificación a Qatar 2022?

-Sería un golpe muy grande para el pueblo uruguayo no clasificar a Qatar 2022. No jugar una Copa del Mundo arrastra un montón de cosas. Al no clasificar, pegará fuerte en todos los sentidos.

La tapa de la revista El Gráfico sobre el título de la Celeste en el 87. Domínguez, protagonista en la foto
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