Fernando Signorini no entiende el mundo sin convicciones. Su vocación pedagógica se extiende más allá del futbol industrial. Fue preparador físico de Diego Armando Maradona en el cénit de su carrera y conoció a la versión más tímida de Lionel Messi. Trabajó con César Luis Menotti y también con Carlos Salvador Bilardo. Ese viaje por mares plagados de talento, sofisticación y conocimiento no altera su definición personal del juego planetario: “El futbol es una construcción cultural de las clases populares”, dijo en entrevista con Infobae México.
Hoy forma parte del cuerpo técnico de Marcelo Michel Leaño, entrenador de las Chivas, al que conoció en 2007. Signorini acompañó a Menotti en su etapa al frente de Tecos UAG. El hoy timonel del Rebaño era sobrino del propietario de Tecos y se ofreció como chófer personal del Flaco en Guadalajara. El Ciego, como se le conoce a Signorini, confiesa que Marcelo Michel le llamó la atención desde el primer momento.
“Yo adiviné que ese chico había tenido la posibilidad de estar en buenos colegios. Era muy respetuoso, carismático. Pero sobre todo, como Sócrates, hacía un millón de preguntas y siempre tenían que ver con el fútbol. Eso atrapó a César”, recuerda sobre Leaño. “Un día le pregunté su edad. Y cuando me respondió que tenía 20 años, dije: ‘Me está mintiendo’. Yo a esa edad estaba mascando chicles”.
Una década más tarde, Marcelo Michel se convirtió en director técnico de Venados de Mérida y no dudó en llamar a Signorini, que tenía ganas de salir de Argentina. “Tuvimos una experiencia fantástica. Él comenzaba a mostrar dotes para la conducción de grupos. Enseguida pagó el precio de tener ese apellido que a muchos les molesta. Pagó el precio de tener esa capacidad de poner el verbo en el tiempo justo, de no hablar con faltas de ortografía. Y eso a los mediocres les molesta mucho. Yo pienso que él es una piedra en el zapato del mediocre. No se lo van a poder sacar, lo van a tener que sufrir”.
Antes de sentarse en un banquillo, Leaño había sido director deportivo de Chivas en 2012 y fue pieza clave en el periplo de Johan Cruyff por México. Signorini destaca esa capacidad de aprendizaje que detectó hace mucho tiempo.
“Es un chico que no ha vacilado en viajar a Europa a entrevistarse con Juan Manuel Lillo, con Ángel Cappa... su cercanía con Menotti. A los 25 años, cuando la mayoría de los jóvenes llevan una vida simple, él tenía un cargo en Chivas y contactaba a Johan Cruyff. Tenía una relación muy próxima con él y yo fui testigo de eso. Potencialmente no tiene techo. No duda en seguir aprendiendo”.
¿Por qué México y por qué Chivas?
Alejado de los reflectores globales que tuvo en otros tiempos sus motivos para trabajar en Chivas encuentran asidero en su repertorio de convicciones. “Cuando hablaba con Menotti, siempre le decía: ‘El club para dirigir en México es Chivas’. Porque estamos muy ligados con el romanticismo. A mí me parece fenomenal que Chivas tenga prohibido el acceso de extranjeros porque eso lo pone a salvo del mandato del sistema, que quiere privilegiar el negocio”.
Signorini defiende la tradición del Rebaño y apunta el valor del éxito cuando se vincula a esa identidad.
“Creo que no puede haber afición que se sienta más orgullosa que la de Chivas al momento de conseguir algo porque defienden esa quijotesca aventura de competir con jugadores nacidos en México”.
Pero también advierte las desventajas y clama por una intervención de la Federación Mexicana. “Eso le otorga un grado de ventaja a los equipos más poderosos. La FMF tendría que defender al futbol mexicano de alguna manera prohibiendo que los equipos puedan tener más de dos extranjeros en el campo. Cuando se permitían dos extranjeros, el Athletic de Bilbao pudo salir campeón en España. En el Barcelona, por ejemplo, sólo estaban Diego y Schuster”.
Esa idea contracorriente y con visos anticlimáticos es argumentada con un ejemplo que a Signorini le parece representativo. “Después se abrieron las fronteras. Un día el Inter de Milán jugó con once extranjeros. ¿Cómo terminó? Italia se quedó fuera de la Copa del Mundo. Si la FMF está comprometida con un futuro luminoso, tendría que dejar un poquito de lado el negocio porque el futbol antes que nada nació como una construcción cultural de las clases populares. De pronto todo se ha pervertido porque hoy lo único que importa es ganar y no importan los medios que se utilizan para alcanzar los fines”.
“Se están jugando calendarios masacrantes y al jugador nadie lo protege. Hay mucha insensibilidad. Si no cambia el fútbol de México, el futuro yo no creo que sea muy luminoso”, valora sobre la actualidad del contexto nacional.
México en el espejo argentino
México y Argentina son países ciertamente similares: problemas compartidos y sociedades desiguales. Pero en el futbol existe una diferencia que bien podría llevar a preguntar: ¿por qué allá sí se puede y acá no? Ambas naciones han producido distinta cantidad de talentos de categoría mundial. Argentina cientos, México unos cuantos. Signorini explica esa diferencia a partir de costumbres identitarias.
“Tiene buscarse la respuesta en los hábitos y en las culturas de cada pueblo. Un argentino podría preguntar por qué Argentina no tiene beisbolistas. En Argentina el fútbol es una construcción cultural de las clases populares. Si bien fue llevado por los ingleses, la gente, por humilde que fuera, podía jugarlo. Lugares había de sobra, había potreros en todos lados. Desde ahí nació como un hecho cultural y se transmitió de generación en generación”.
Las cualidades de los jugadores aztecas no están en duda, pero hay factores que impiden el crecimiento exponencial del futbol mexicano como conjunto. “Los jugadores mexicanos tienen todas las condiciones. Hoy mismo, México tiene jugadores de enormes cualidades. Desde el punto de vista físico están tan dotados como los argentinos. Otro factor que influye es que, al estar cerca de Estados Unidos, surgió la influencia de otro tipo de entretenimientos deportivos”.
El talante económico de la Liga MX puede ser, en ese sentido, un arma de doble filo. “A lo mejor les juega en contra el hecho de que a muy temprana edad los chicos ganan mucho dinero. Eso hace que pierdan el interés, el hambre, el ojo de tigre. Para el argentino llegar a Boca o River es un punto de paso, no un punto de llegada”.
Pero Signorini, lejos de adoptar un papel inquisidor, entiende y respeta esa concepción. “Es una manera de entender la profesión, respetable. Nadie está obligado a exigirle a otro que haga lo que uno quiere que haga”.
La tiranía del orden en el futbol actual
César Luis Menotti citaba a Jorge Luis Borges. Signorini cita a ambos. El escritor decía que en la literatura debía existir un equilibrio entre el orden y la aventura. Menottí extrapoló esa premisa al futbol: si todo es orden, el futbol se vuelve aburrido; si todo es aventura, el futbol es un desastre. Por eso, dice César Luis, el futbol es orden y aventura. Equilibrio, en resumidas cuentas. Signorini, sin embargo, acepta que hoy el orden le está ganando decididamente la batalla a la aventura.
“El miedo es el mayor argumento de dominación. No sé por qué tanto miedo. El miedo a perder: a perder el trabajo, a perder oportunidades. Algún día vamos a perder la vida también. En Argentina se ha dado el caso de chicos que se suicidan porque no entran en una convocatoria. De eso nadie habla. No puede ser que se ponga a los chicos en riesgo gracias a esa idea de que el segundo lugar no sirve, de que el segundo lugar es el primero de los perdedores”.
“El sistema quiere volvernos a la época tribal. El deporte no tiene que servir para el enfrentamiento ni para el nacionalismo. El deporte tiene que servir como una fantástica idea para ser feliz”.
Signorini trabajó con dos de los mejores futbolistas de la historia. Tiene todas las credenciales para elevar su ego a la estratósfera, pero prefiere restarle importancia a su propia profesión, a la que acusa de tiranizar el futbol en los últimos años.
“Hay entrenadores que saben que el problema del fútbol no es correr más sino correr mejor. No se entrena para correr sino para jugar. El mismo José Mourinho lo dice en su libro (Mourinho: ¿Por qué tantas victorias?), que el problema no es correr más sino saber correr para poder jugar. Menotti dice que entre más sabe el técnico menos trabajo tiene el preparador físico (PF). La falta de preparación del director técnico le ha dado un lugar exagerado a los PF, que saben de preparación física, pero saben poco de preparación de futbolistas”.
No tiene reparos en destacar los factores emocionales que intervienen en el futbol como deporte complejo. “La figura del PF nació para el atletismo. El atleta prepara su músculo, pero el sistema cognoscitivo no está implicado. El fútbol está lleno de variantes. No es lo mismo jugar un partido normal que un clásico. No es lo mismo jugar ganando que jugar perdiendo 3-0. Hay también en el fútbol una penetración cultural y de pertenencia que no tiene el atletismo”.
Ante el auge de la tecnología aplicada al futbol, Signorini mantiene ciertas reservas y no endiosa las tendencias de los tiempos que corren. “El negocio ha hecho su parte. Los clubes se llenan de tecnología, drones, GPS, neurociencia, de los mejores gimnasios. Qué jugadores hubieran sido Garrincha, Pelé, Di Stéfano, Maradona, Puskas, si hubieran tenido esos adelantos”.
En tiempos de un futbol robotizado, caníbal y ultracompetitivo, Fernando Signorini es un decidido defensor de los orígenes primigenios del juego. Dice no sentir interés por el futbol como industria, pero sí como herramienta formativa de las nuevas generaciones. Con Maradona o con Messi, en Barcelona o Mérida, en la cima del mundo como en 1986 o en momentos difíciles como los que vive Chivas, hay algo que se mantiene inalterablemente límpido: sus convicciones.
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