Saúl Álvarez es reconocido alrededor del mundo como Canelo, un apodo que porta desde sus primeros años en esta tierra y que se debe a uno de sus rasgos físicos más evidentes: el color de su piel y cabello, distintivos principales con los que es asociado dentro y fuera del ring.
Canelo es el resultado de una breve modificación al sobrenombre que tenía de niño, pues en un principio era conocido como Canelitas por algunos amigos. La razón era la misma y se debía a que desde pequeño tenía ese tono rojizo sobre el cuerpo. Este apodo perduró con el tiempo y se convirtió en uno de los más conocidos en el mundo del boxeo.
A pesar de que muy pocas personas lo conocen de diferente manera, la realidad es que en el pasado esconde otro apodo que ha quedado en el olvido, pero que durante su niñez también era muy utilizado por su entorno cercano.
Con apenas cinco años y en la época que el ahora boxeador vendía paletas para el negocio familiar, Saúl Álvarez duró alrededor de una década con un apodo que hacia referencia a una parte de su nombre en diminutivo, ya que se trataba de uno de los hermanos más jóvenes de la familia.
Santitos era el apodo escondido con el que se referían al hermano pelirrojo de la familia. La razón se debe a que es uno de los nombres con los que fue bautizado, pero también el que menos se ocupa cuando se refieren a él, pues contrario a una gran cantidad de personas, Canelo porta su segundo nombre como insignia en donde quiera que se para.
Su nombre completo es Santos Saúl Álvarez Barragán, y como ya se conoce popularmente, tanto el primer nombre como el segundo apellido quedan totalmente excluidos cuando alguien se refiere al pugilista tapatío, pues ha hecho crecer su marca bajo el sobrenombre de Canelo desde que comenzó su trayectoria como boxeador.
En la actualidad prácticamente nadie dentro de su círculo cercano lo conoce como Santitos, principalmente porque el apodo era debido a su etapa como niño y el diminutivo salía de manera natural por parte de su familia.
Entre Canelitas y Santitos, los primeros años de Canelo los disfrutó en el pueblo de San Agustín, dentro de Tlajomulco de Zúñiga y muy cercano a la ciudad de Guadalajara. Ahí comenzó a encontrar su sitio como boxeador amateur y donde empezó a familiarizarse con el deporte de contacto.
Ya bajo el cobijo de su hermano mayor, Rigoberto Álvarez, quien comenzó su etapa como boxeador profesional desde muy joven, Saúl Álvarez maduró y comenzó a hacer popular su apodo como Canelo, la última variación que tuvo uno de sus peculiares apodos como infante.
En una entrevista proporcionada para TV Azteca, Rigoberto El Español Álvarez habló sobre los primeros pasos de Canelo en el boxeo y declaró que “Saúl me empezó a decir que quería ser boxeador cuando iba a cumplir 11 años”.
“Se me enchina la piel de pensar la vez que lo vi llorar y soltar unos golpes que, para esa edad, eran algo diferente”, afirmó el mayor de los hermanos sobre el comienzo de Saúl dentro de los cuadriláteros.
Hoy en día Canelo ha convertido su popular apodo en una marca registrada y todo lo relacionado a sus negocios lo suelen portar con orgullo. Desde la reciente creación de gasolineras, hasta la mercancía oficial que vende en línea, Álvarez ya dejó muy atrás sus primeros sobrenombres.
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