Álvaro Morales es una de las voces más reconocibles en la televisión deportiva actual. Su peculiar estilo lo ha llevado a un sitio privilegiado en el que tiene que convivir con fuertes críticas. Esa resistencia se remonta a sus épocas como estudiante universitario. Fue en las aulas de la UNAM donde forjó una parte del personaje que hoy resulta imposible de ignorar.
El Brujo estudió Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Incluso llegó a ser profesor adjunto de la asignatura Géneros Periodísticos. Pero la materia que marcó su estancia en la Máxima Casa de Estudios fue Opinión Pública y Propaganda. Así lo reconoció en una entrevista para Javier Alarcón.
El comentarista recordó su época como estudiante. “Una de las clases que me marcó en la universidad fue Propaganda y Opinión Pública. Revisas historia de la propaganda: propaganda del imperio romano, del nazismo, del comunismo. Recuerdo con mucho cariño ese clase porque me sirvió para implementar estrategias para las masas”.
Además el Brujo destacó un texto en especial que lo marcó desde entonces. “El manejo de masas es muy importante. Hay una lectura que se llama la Espiral del Silencio. Prácticamente dice: ‘La opinión pública es muy importante, pero vale madres’. La puedes ver de las dos maneras. Todo lo que hago tiene mucha metodología. Lo planeo, lo estructuro”.
La construcción de su personaje no ha sido casual ni dejada a la suerte. “Los argumentos que presento están blindados. Si alguien me contraargumenta, tengo una o dos respuestas. Las redes sociales son una herramienta de manipulación masiva tremenda. Para mí la televisión, aunque la acusen de que es la caja idiota de manipulación masiva, es el medio más poderoso: lo visual es mucho más poderoso”, expuso Morales.
En ese sentido, el también narrador apuntó que su lenguaje corporal lo ha ayudado mucho en los programas de debate. “Yo gesticulo mucho porque llama la atención. La gente tiene menos de dos segundos para cambiar de canal. Me acusan de gritar mucho. Uno, me apasiono. Pero lo segundo es: el grito siempre llama cuando estás en el zapping”.
Morales mencionó que en algunos debates él no tiene la necesidad de hablar, ya que con sus gestos da su punto de vista sobre el tema que se esté tratando. La división de opiniones que genera su forma de trabajar no le genera problemas. “Me gusta polarizar. No me afecta lo que sucede en redes sociales. En Plateros (donde él vivía) nos decíamos cosas peores, en la vespertina del Simón Bolívar nos decíamos cosas peores”.
“He vivido tantas cosas que la opinión masiva, más que repudiarla, me encanta”, opinó el comentarista sobre las reacciones que genera su estilo
Álvaro nunca se ha sentido identificado con los términos medios. Su apuesta pasa por ser un foco de atención. Para bien o para mal, pero tener los reflectores encima y provocar las reacciones que busca. “Lo importante es que te mienten la madre o que te alaben. En este negocio está prohibido ser gris. Si eres gris, no calificas para esta industria. Lo más difícil es quitar tu lado romántico”.
Durante los últimos años su nombre ha ganado una fuerza notable en todas las emisiones en las que participa. Sus peleas y sus opiniones siempre generan polémica y muchas veces le valen insultos por parte de los aficionados. Sin embargo, su encomienda se cumple sin excepción: nadie lo ignora.
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