Por nombres propios y por lo que ganaron en la Fórmula 1, el 26 de octubre de 1986 acapararon la atención en una carrera dramática y que quedó en la historia. Fueron tres pesos pesados del automovilismo que definieron el Campeonato Mundial. Alain Prost, por entonces baluarte de McLaren defendió su título contra los dos pilotos de Williams, Nelson Piquet y Nigel Mansell. Y tuvieron como invitado a un joven de 25 años con mucha de hambre de gloria llamado Ayrton Senna.
En aquella temporada Williams asomó como el equipo a vencer en su tercer año motorizado por Honda y su nuevo auto, el FW11. Era la época de los impulsores turbo que llegaron a una potencia de 1.000 caballos de fuerza, cuyo sonido eran una sinfonía. En ese momento la escudería de Grove debió salir adelante luego del drama de Sir Frank Williams, que el 8 de marzo sufrió un accidente automovilístico cuyas lesiones lo dejaron en una silla de ruedas.
En tanto que McLaren era el equipo campeón y que dominó la F1 desde 1984 con la última corona de Niki Lauda y en 1985 con el primer cetro de Prost. Entre ambas escuadras se quedaron con 13 de las 16 carreras de esa temporada: Piquet y Prost ganaron 4 y Mansell, 5; mientras que Senna logró dos triunfos. El brasileño era el principal piloto de Lotus y opacó a su compañero, Johnny Dumfries, quien ostentó un título nobiliario: era el séptimo Marqués de Bute.
En la penúltima fecha disputada en México (volvió al calendario de F1 tras 16 años), Gerhard Berger le dio la primera victoria a Benetton en la Máxima. Eso estiró la definición a la última carrera en Australia, que desde la temporada anterior había vuelto al Campeonato Mundial, con sede en Adelaida, en un circuito urbano.
Williams con sus dos corredores era favorito, pero también tuvo una fuerte interna con dos pilotos número uno. Prost, sin un coche al nivel de sus rivales, hizo honor a su apodo, el Profesor, y fue una máquina de sumar puntos y tuvo dos abandonos y una exclusión, en Italia, por cambiar el auto entre la clasificación y la carrera.
Mansell vs. Piquet, desde adentro.
El equipo Williams tuvo un auto contundente, aunque en las temporadas 1986 y 1987 debió lidiar con la fuerte interna de sus pilotos, Mansell y Piquet. Fue un dream team que marcó referencias. Para conocer un poco más la historia, Infobae habló con dos ingenieros argentinos que trabajaron en la escudería de Grove en aquella época.
“Los grandes resultados que se lograron se debieron a que cuando Honda dejó el equipo con que habían vuelto (Spirit), firmaron un contrato con Williams y por primera vez pudieron trabajar en total conjunto con un súper equipo como era Williams F1, que contaba con un gran conocimiento técnico y tenían el mejor proyectista de F1 de ese tiempo que era Patrick Head (mano derecha de Williams), quien colaboró con el desarrollo del motor desde el punto de vista estructural y de la potencia requerida y el tipo de erogación necesaria, a la vez de indicarles aquello que es necesario saber sobre la competición al máximo nivel”, cuenta Enrique Scalabroni.
Sobre por qué la combinación Williams-Honda fue ganadora, explica que “estas uniones técnico/económica dieron a Honda la posibilidad de lograr grandes resultados en F1, que aumentaron su imagen respecto al mercado del auto en el mundo y los resultados obtenidos por el equipo fueron visibles en los años 1986 y 1987, donde la calidad, resistencia y potencia del motor Honda de seis cilindros turbo-comprimido junto a la gran eficiencia del chasis Williams, permitieron al equipo ganar carreras en 1986 y 1987 con Nelson Piquet y Nigel Mansell”.
Sergio Rinland también estuvo en la escudería británica y recuerda que “Nelson (Piquet) era muy natural, con mucho talento. Le costaba poco ir rápido, tenía una rapidez mental como los mejores y muy bueno técnicamente”.
“Nigel (Mansell) no era un talento natural, le costaba, pero ponía una garra como no he visto en otro piloto. Sumamente competitivo y mentalmente complejo. Ponía mucho esfuerzo y lograba buenos resultados técnicos. En su época, siendo contemporáneo de talentos como Senna, Prost y Piquet, no fue fácil para él, pero no desentonó precisamente gracias a la garra que le ponía”, agrega.
“Piquet era, y supongo que lo seguirá siendo, un tipo divertido, irreverente en el límite de lo irrespetuoso, con un sentido del humor a flor de piel. Anécdotas de sus bromas sobran en el ambiente. Seguro de sí mismo, con talento como para respaldarse”, describe.
“Una anécdota típica era que yo, siendo ingeniero de pista de Mansell, éste era súper celoso. Nelson lo sabía y a propósito venía a mi hablándome en castellano, de cualquier pavada, la cuestión era enervar a Mansell. En las reuniones después de prácticas o carreras ninguno de los dos hablaba mucho, se guardaban todo y después se despachaban a gusto, Nigel conmigo y Nelson con Frank Dernie, su ingeniero, pero a solas. No era de las mejores atmósferas de equipo. En esa época no había telemetría como hoy en día, así que dependíamos mucho de la descripción del piloto, así que esa práctica del silencio funcionaba, hoy no sería posible”, revela.
“En su forma de ser, Mansell diría que era casi lo contrario, muy poco sentido del humor, quizá acomplejado y desconfiado de todo. Tenía que llamar la atención siempre y de alguna manera demostrar lo difícil que era para él, al punto de quizá tener que dar lástima para autovalorarse”, añade.
La relación entre ambos pilotos no fue buena. “No se llevaban muy bien, Nelson lo caló de entrada y lo gastaba con bromas pesadas para desequilibrarlo, juegos mentales. No era fácil ser compañero de equipo de Nelson Piquet”, afirma.
En este marco complejo, más allá de ser el mejor equipo, Williams afrontó esa temporada en la que no tuvo la presencia de su jefe. “El primer año (1986), al no estar presente Frank (Williams), debido a su accidente, el equipo era un polvorín y Patrick (Head) a cuatro manos, tratando de mantener la calma”, sostiene Rinland.
Prost, por su parte, más allá de tener como compañero a otro campeón mundial como Keke Rosberg (1982), fue claramente el líder del equipo McLaren cuya motorización era de Porsche. Si bien el coche fue competitivo, no estuvo a la altura de los dos Williams. Pero ahí es donde el factor humano hizo lo suyo y el Profesor trabajó cada carrera como si fuese la última del campeonato. Fiel a su estilo cuidó su máquina y su estrategia a lo largo de la temporada fue llegar con chances a la última carrera que fue en un circuito callejero, donde quizá no iba a sobresalir la mayor potencia de los fierros de Honda.
La definición.
Al cierre en Oceanía, Mansell (70 puntos) necesitaban solo un tercer puesto o que sus rivales no ganaran, mientras que Prost (65) y Piquet (63) debían ganar y que el británico no alcanzara el tercer lugar para llevarse el título. Aunque Mansell también tuvo otra carta a su favor: en caso de igualdad en puntos, se desempataba por cantidad de victorias y Nigel fue el más vencedor en aquel ejercicio con 5 éxitos contra 3 de Prost (hasta ese momento) y 3 de Piquet.
Mansell debutó en la Máxima en 1980 y hace 35 años ya era uno de los pilotos top. Pero en ocasiones su forma aguerrida de correr le jugó en contra. Esa misma pasión por “acelerar con los dos pies” (como se dice en la jerga del automovilismo), potenció su conocido apodo de “El León”. Pero eso también le valió ser uno de los preferidos del público y se ganó millones de fanáticos en todo el planeta.
Los ojos del mundo estuvieron en un circuito callejero montado en el circuito de Adelaida, que se ubicaba en el parque East Parklands, adyacente al centro financiero de la ciudad australiana. Tenía 16 curvas y su extensión era de 3.780 metros, y tuvo una recta larga con una curva a la derecha al final que fue propicia para los sobrepasos.
Mansell se quedó con la clasificación y en la previa tuvo todo a su favor para poder consagrarse y ser el primer inglés en lograr el título en la Máxima desde James Hunt en 1976. El León marcó un tiempo 1m18s403. Detrás quedaron Piquet (a 311/1000), Senna (a 503/1000) y Prost (a 1,2 segundos).
Los tres contendientes tuvieron en el medio al joven brasileño que ya había sido ganador en la categoría (dos triunfos en 1985) y en 1986 también celebró con dos victorias, una de ellas con una definición sobre la línea contra Mansell, en España. Luego de la clasificación en Portugal los fotógrafos les pidieron a los tres postulantes a la corona sacarse una foto juntos y se sentaron sobre el muro de los boxes. Primero estuvieron los tres, pero luego invitaron a Senna, en lo que es una de las imágenes más icónicas en los 71 años de la categoría.
El cuarto puesto en la clasificación australiana no lo desanimó a Prost: “La historia no se ha escrito todavía. Yo, más que otros, sé perfectamente que mientras no se baje la bandera la carrera continúa. Voy a correr como siempre, para ganar, y eso lo saben Nigel y Nelson”, dijo el Profesor.
Con la pole positions (mejor lugar de largada), Mansell supo que, en caso de que Senna se viniese, lo mejor iba a ser cederle la punta y que se alejara adelante. Su estrategia tuvo un sustento: él cumplía con el objetivo de terminar en el podio y, dejarlo al brasileño primero, les impedía a sus dos rivales de lograr esa victoria que necesitaban para ser campeón.
Pero ese análisis previo fue trunco ante el plan de carrera de Williams sin cambios de neumáticos en un trazado tortuoso, en una época de alta temperatura para el lugar de la competencia donde el caucho iba a sufrir mucho y más en una definición de campeonato en la que los corredores iban a verse expuestos a alguna maniobra al límite. El no estudiar las posibilidades de una parada fue letal para la escudería de Sir Frank.
Mansell partió primero y Piquet fue superado por Senna. Como lo planeó, Nigel no opuso resistencia al ataque de Ayrton, que quedó primero, ni con Nelson, que se puso segundo. El León supo que el esfuerzo lo debieron hacer sus oponentes. Incluso hasta le cedió paso a Rosberg, sabiendo que Prost estaba detrás suyo.
Luego hubo un show de superaciones con las postales típicas de las chispas sobre el asfalto que le dieron mucha emoción a la carrera. Sobrepasos ciento por ciento naturales en una época donde no había DRS (N. de la R: el sistema actual que permite adelantamientos por una mejor entrada de aire y más velocidad al auto que viene detrás). Después Senna fue superado por Piquet, Rosberg y Mansell.
Más tarde Rosberg dio cuenta de Piquet y los sobrepasos siguieron con el valor agregado de ser en un circuito callejero, en una definición de campeonato y que los punteros de la carrera fueron todos campeones del mundo (Senna lo fue dos años más tarde). Prost superó a Mansell y luego dejó en el camino a Piquet, quien hizo un trompo. Pero llegó el primer impacto de la competencia cuando Prost tuvo una pinchadura por un toque con Berger en su intento por sacarle una vuelta. El Profesor debió entrar a boxes para cambiar las gomas y hubo desesperación en el equipo McLaren porque pensaron que el título se les escapaba…
Mientras tanto, en la batalla por el segundo lugar, Piquet lo superó a Mansell, que hasta ese momento venía haciendo una gran carrera. Incluso tampoco luchó con Prost por el tercer lugar. El León, promediando la competencia, tuvo el título en el bolsillo, más cuando a falta de 20 giros llegó otro golpe de efecto que fue el abandono de Rosberg por una pinchadura. Fue un aviso que Williams no quiso ver.
Una vuelta más tarde el sueño se le escapó de las manos a Mansell cuando sufrió la rotura de su goma trasera izquierda y quedó afuera de carrera. Con Senna afuera por rotura de motor, la definición quedó entre Piquet y Prost, pero ante lo ocurrido con el inglés, desde el box de Williams lo llamaron al brasileño para cambiar sus gomas. Ya era tarde, el Profesor heredó el liderazgo y lo hizo otra vez: ganó la carrera y logró el bicampeonato por dos puntos de diferencia sobre Mansell y tres sobre Piquet, cuyo segundo puesto en la carrera de Adelaida no sirvió de consuelo. El podio de la competencia lo completó Stefan Johansson (Ferrari).
Pero, ¿por qué Williams no cambió antes las gomas?
“Creyeron que podían hacer toda la carrera, quizá un poco de arrogancia por parte del equipo Williams, pero sabían que si paraban a cambiar perdían el campeonato. El Williams con Mansell era un poco más agresivo con las gomas que Prost y McLaren y, además, Prost había cambiado neumáticos antes porque tuvo una pinchadura. Piquet entró enseguida que Mansell reventó su neumático trasero izquierdo. Por eso perdieron el campeonato, cosa que Honda nunca se los perdono”, confiesa Rinland.
Mansell quedó con la sangre en el ojo con su equipo y disparó: “Esto decepcionado de Nelson, de Frank Williams, y el equipo. Creo que actuó de manera muy irresponsable hoy”. Aunque reconoció el mérito de Prost: “Estoy muy contento por Alain”. Sin embargo el León siguió al año siguiente en la escudería, en 1989 se fue a Ferrari, luego volvió y en 1992 alcanzó el anhelado título.
Con su triunfo, Prost llegó a 25 victorias y superó por una Juan Manuel Fangio y quedó a dos de Sir Jackie Stewart, a quien luego superó (llegó a un total de 51 triunfos). El mismo Fangio, antes de la carrera en Adelaida, analizó que “más allá de las simpatías personales que me despierta Alain, pienso que todavía tiene algo que decir en esta estrecha lucha por la corona”. Y el Chueco estuvo en lo cierto.
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