David Henderson, piloto británico de 67 años, es el principal señalado por la muerte del futbolista argentino Emiliano Sala. Él mismo ya admitió haber organizado el vuelo sin las autorizaciones pertinentes y por eso está acusado de poner en peligro la seguridad de la aeronave y sus ocupantes, cargo del que se ha declarado inocente.
La fiscalía apuntó contra él debido, entre otras pruebas, a una serie de mensajes que fueron revelados en el inicio del proceso en los que se expone cómo el británico intentaba ocultar cierta información. Es que, según contó el miércoles Fay Keely, directora de Cool Flourish Ltd, empresa propietaria del avión monomotor Piper Malibu, Henderson debía llevar a Sala a Nantes y de regreso a Cardiff, pero en lugar de eso le ordenó al piloto David Ibbotson que lo hiciera, sin informarle a sus superiores, ya que él estaba de vacaciones en París.
Ibbotson, quien murió en el accidente y su cuerpo nunca fue hallado, había tenido el año anterior dos episodios que le habían costado unas multas a la compañía dueña de la aeronave y además tenía la licencia de vuelo vencida, por lo que la empresa ya le había ordenado a Henderson que deje de contratarlo. Sin embargo, éste volvió a hacerlo para el viaje del delantero argentino.
Este jueves, fue el turno del acusado de prestar testimonio en el juicio que se lleva adelante en Gales. Allí, reconoció parte de la culpa: “Le envié un mensaje a David Ibbotson y le pregunté si le apetecía un fin de semana en Nantes. Inmediatamente dijo que sí“.
Henderson ya ha asumido la responsabilidad por haber sido el organizador del vuelo, sin embargo el gran punto que debe resolverse es quién debía verificar que la aeronave estuviese en condiciones. Es que según el informe final realizado la Air Accidents Investigation Branch (AAIB) se determinó que el ingreso de monóxido de carbono a la cabina podría haber afectado la salud del deportista y el piloto en pleno vuelo. Eso sumado al mal tiempo de aquella noche, serían factores claves para entender la tragedia.
Al ser consultado sobre unos supuestos inconvenientes que el propio piloto había detectado en el vuelo de Cardiff a Nantes, Henderson respondió: “No pudo encontrar una falla. Él tomó una fotografía, me la envió y se la envié a David Smith (ingeniero). No parecía haber nada obviamente mal“. En este punto, insistió: “Confié completamente en David Ibbotson para hablar con el ingeniero y confié en el ingeniero para decir si era seguro”. Fue allí que se desligó de esa responsabilidad: “Siempre es el piloto garantizar la seguridad de un vuelo”.
Stephen Spence, abogado defensor, le pidió entonces que relatara cómo fue que se enteró de la tragedia: “Llamé a Cardiff para ver a qué hora se esperaba y no sabían. A medida que pasaba el tiempo, me preocupé. Llamé a Exeter y Guernsey y me dijeron que se había perdido el vuelo... Estaba preocupado y muy angustiado. Temí lo peor. Todo el escenario, perder un piloto y un pasajero es desesperado“. En sus testimonio, sostuvo que el dolor aún lo persigue: “No pasa un día ni una hora sin que yo lo piense“.
Sala, de 28 años, y el piloto David Ibbotson, de 59, murieron cuando la avioneta monomotor cayó a las aguas del Canal de la Mancha mientras volaba de Nantes, en el noroeste de Francia, a la ciudad galesa de Cardiff, en el suroeste del Reino Unido en enero de 2019.
El delantero había fichado por el Cardiff City, que entonces jugaba en la Premier League, traspasado desde el Nantes por 17 millones de euros (20 millones de dólares). El cuerpo del futbolista se recuperó del fondo del mar al mes siguiente y fue trasladado a su pueblo de Progreso para ser enterrado. Sin embargo, nunca se halló el cadáver de Ibbotson.
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