Quién es Facundo Lugones, el joven argentino que entrena a Cameron Norrie, la nueva sensación del circuito de tenis

Sus expectativas con el británico, flamante campeón de Indian Wells, no tienen techo. “El flaco tiene en su cabeza el 1, por más que a todo el mundo le parezca una locura”, le contó a Infobae

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Lugones tiene apenas 29 años y conoció a su pupilo en Estados Unidos (Julian Finney/Getty Images)
Lugones tiene apenas 29 años y conoció a su pupilo en Estados Unidos (Julian Finney/Getty Images)

A una edad en la que otros están empezando una carrera, Facundo Lugones se dio cuenta en sus tempranos 20 años de que no podría dedicarse a ser tenista, la profesión que había elegido. “No me veía lo suficientemente bueno para jugar”, le confiesa a Infobae. Está en la habitación de un hotel en Indian Wells, adonde lo llevó el camino que –luego de esa temprana frustración- emprendió junto a Cameron Norrie, una de las estrellas en franco ascenso en el circuito ATP.

Facu sigue siendo joven. Ahora tiene 29 años, un período de la vida en que algunos tenistas alcanzan la plenitud de su juego. Pero él va por otro lado y lo hace muy bien: es coach del británico que alcanzó la gloria en el Masters 1000 estadounidense, desde este lunes será 16° en el ranking ATP, y ahora hasta se ilusiona con la posibilidad de meterse en el Masters, la gran cita de final de temporada. Algo que a comienzos de año, cuando figuraba 74º en el listado, sonaba a utopía.

¿Cómo llegó este chico de Adrogué que buscaba la gloria raqueta en mano a ser uno de los entrenadores más jóvenes del circuito? Tal vez el punto de arranque haya estado cuando Lugones, que agarró por primera vez una raqueta a los 5 años porque sus padres eran directores de la escuela de tenis del Adrogué Tenis Club, empezó a notar que además de disfrutar de sus partidos necesitaba entender la esencia de su deporte.

La pasión se reflejaba en las largas charlas de tenis que desde chico tenía con su tío, Christian Miniussi, ex integrante del equipo argentino de Copa Davis y medallista olímpico en Barcelona 1992. Y se hizo todavía más patente cuando asistía a la academia de Mariano Hood, Mariano Monachesi y Juan Pablo Guzmán. “Siempre me la pasaba hablando de tenis con ellos, era insoportable. En una época casi que viví en la casa de Mona: me iba a dormir ahí y hablábamos cinco horas de tenis. Siempre me gustó ver qué hacía un jugador, qué hacía otro. Toda la parte táctica y técnica de cómo hacer mejorar a alguien, siempre la tenía muy presente”, precisa en la charla vía Zoom.

Fueron esos profes justamente los que le recomendaron a Facundo, cuando daba los primeros pasos en el tortuoso mundo de los torneos futures –el escalón inicial para meterse en el circuito profesional-, que aprovechara una oportunidad que le habían ofrecido con una beca deportiva en Estados Unidos. Así empezó a estudiar Economía en la Texas Christian University mientras participaba del interesante circuito de tenis universitario.

Pronto entendió que ni sus condiciones ni sus habituales lesiones le iban a permitir meterse en serio en el circuito ATP. “Ya en mi segundo o tercer año sabía que no iba a ser profesional”, admite. Y tras cuatro años en la TCU, cuando todavía le quedaban algunas materias para recibirse de Licenciado en Economía, se vio en la necesidad de tomar una nueva decisión porque la beca deportiva se acababa.

“Los dos entrenadores que tenía me dijeron: ‘Ahora tenés que laburar para la facultad o ayudarnos con el equipo como coach, que nos encantaría’. Yo me sumé a ellos con mucho gusto, pero no pensando que me iba a dedicar a eso”, evoca Lugones. Fue por ese tiempo que conoció a un chico británico con algunas falencias técnicas, pero también con una madera competitiva que se ve en muy pocos casos.

De madre galesa y padre escocés, Cameron Norrie nació en Sudáfrica el 23 de agosto de 1995, aunque la familia se mudó a Auckland cuanto él tenía tres años. Ya más grande, participó en Nueva Zelanda en algunos torneos de juniors y captó la atención de la Federación Británica de Tenis, que empezó a sponsorearlo para que jugara para su país. Como en Oceanía sus posibilidades para progresar en el tenis eran muy limitadas, Cameron dio el salto y se fue a vivir solo a Londres cuando tenía 16 años. Pero la decisión resultó contraproducente.

“Fue un cambio duro –comenta Lugones-. Si bien se entrenaba muy bien y le daban todo, el flaco estaba solo, medio perdido y como que se saturó del tenis. Pasó de algo medio casual, más recreativo como tenía en Nueva Zelanda a vivir como un profesional. Y no lo aguantó”. En medio de esa incertidumbre, un amigo le contó que iba a recalar en la TCU con una beca deportiva y Cameron sintió que era una oportunidad para reiniciar la historia. Allí fue, en un camino similar al que había recorrido Lugones pocos años antes.

El argentino, que pasaba su último año como jugador de la universidad, y el británico, que recién comenzaba, fueron brevemente compañeros de equipo en 2015. “Cayó ahí y al principio era muy verde. Tenía cosas muy buenas, pero no era que lo veías y decías ‘este flaco va a ser top’. Le faltaba un montón”, recuerda con algo de nostalgia Lugones. Pero también resalta un aspecto importante que no le pasó desapercibido: “Veías un partido de él y no te decía nada, aunque cada vez que vos te ponías un poco nervioso en un punto importante, él siempre jugaba bien. Incluso si no ganaba el punto. Entonces, después de verlo un par de torneos decía ‘este flaco… En los momentos importantes no se esconde y siempre hace lo que tiene que hacer’”.

Facundo fue ganando posiciones como entrenador en la TCU mientras Cameron crecía como tenista. “En su primer año estaba haciendo más o menos cualquier cosa. En el segundo se lo empezó a tomar más en serio, empezó a entrenarse bien, a descansar bien y a hacer todo más profesional. Y ya en el tercero era de otro nivel. Tanto que casi no perdía partidos”, sintetiza el argentino.

En ese tercer año de Cameron, en 2017, Facundo quedó como coach oficial del británico, que ya se metió de lleno en el circuito. Fue la temporada de su primera victoria en un torneo de nivel ATP, que curiosamente tuvo del lado de enfrente a un argentino: en Eastbourne 2017, venció por la primera ronda a Horacio Zeballos por 6-4 y 7-6 (7-4).

Norrie, con el trofeo de Indian Wells: le ganó la final a Basilashvili por 3-6, 6-4 y 6-1 (Jayne Kamin-Oncea-USA TODAY Sports)
Norrie, con el trofeo de Indian Wells: le ganó la final a Basilashvili por 3-6, 6-4 y 6-1 (Jayne Kamin-Oncea-USA TODAY Sports)

Norrie, a quien su coach hizo hincha de Boca y consumidor asiduo de mate, no tardó demasiado en dar el primer impacto grande. En 2018, por la Copa Davis y como visitante frente a España, sorprendió al mundo al darle vuelta un partido increíble al español Roberto Bautista Agut, por entonces 23º del ranking. Cameron era todavía un jugador de challengers, el segundo nivel del circuito, y ya dejaba claro que estaba para más.

Pero para su gran explosión hubo que esperar hasta 2021, cuando Cameron terminó de encontrar la solidez, ya con 26 años y en su cuarta temporada en el circuito grande. “La verdad es que nadie esperaba un año en este nivel, pero él sí. Yo creo que esto se le da recién ahora porque está aprovechando mucho la experiencia en el circuito. Hay mucho en conocer cómo llegar a un torneo, cómo manejar los nervios, cómo manejar los partidos importantes, cómo manejar los partidos cuando sos favorito…”, comenta Lugones. Y agrega: “Esas cosas no solo las fue aprendiendo él. Yo también”. Al mismo tiempo, destaca: “También fue mejorando físicamente cada año mucho más. Yo creo que esas cosas hicieron que pudiera dar el salto, más allá de cómo se convenció él”.

Este año ganó en Los Cabos su primer torneo ATP y cumplió largamente con la meta que se había establecido previamente, que era entrar al top 30. Tanto que ya está entre los 20 mejores del mundo y con chances reales de meterse entre los ocho que accederán al Masters de final de temporada, que se realizará en Turín.

“No nos fijamos un techo porque no tiene mucho sentido. Si vos decías hace tres años ‘qué bueno sería estar top 30′… Y una vez que estás top 30, ¿qué? ¿Se termina? Me parece que no hay que ponerse un número, solo apuntar a lo más alto. El flaco tiene en su cabeza el 1, nada más, por más que a todo el mundo le parezca una locura. Él es así y por eso sigue avanzando. Hace todo lo que tiene que hacer, se rompe el culo, y si este año termina 20º te aseguro que el año que viene va a estar sacado para terminar 10º o 5º o lo que sea. Pero bueno, tampoco es que con decirlo vas a hacerlo, tenés que laburar todos los días, y cuando llegás a esas finales las tenés que ganar, y en los Grand Slam te tiene que ir mejor”, explica el joven entrenador. Y deja una sentencia, como para que nadie se descuide: “Va camino a eso”.

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