Con el objetivo de encontrar nuevas tierras para profesar sus creencias, un grupo de monjes irlandeses desembarcó en el año 625 en un archipiélago nórdico completamente deshabitado. Allí se instalaron durante varias décadas durante las cuales lograron construir una pequeña comunidad en una tierra hostil, donde el viento fuerte y helado impide el crecimiento de los árboles. Fue hasta el año 800 aproximadamente que vivieron en paz, porque entonces un grupo de salvajes llegó para destrozar todo y apoderarse del lugar. Pronto, Europa conocería -y padecería- a los salvajes Vikingos que dominaron el norte del continente y cuyas excursiones llevaban pánico al resto de las poblaciones. De ellos descienden hoy la mayoría de los poco más de 48 mil habitantes que residen en las Islas Feroe. Entre el puñado de extranjeros que forma parte de esa población está Victoriano Frágola, un joven nacido en la tierra de Maradona y Messi, que decidió llevar su fútbol hasta ese inhóspito lugar.
Oriundo de Pergamino y surgido de la cantera de Douglas Haig, este defensor central de 27 años es un nómade del fútbol, ya que ha jugado en Argentina, Bolivia, Uruguay y República Dominicana. Por lo que cuando su representante le dijo que existía la opción de mudarse a este archipiélago no lo dudó. “Cuando me dijeron Islas Feroe dije, ‘Ojalá que sea del Caribe y tenga playa’, pero no”, contó entre risas en diálogo con Infobae.
Todo lo contrario. Ahora vive rodeado de acantilados en un terreno en donde extrañamente el fútbol es el deporte más popular. Pese a que los crudos inviernos obligan a extender el tiempo de inactividad y que los canchas no son de pasto natural porque el clima lo impide, los feroeses son fanáticos del balompié, a tal punto que tienen tres categorías en su fútbol, pese a la poca cantidad de ciudadanos que allí residen.
Frágola juega en el B-71 Sandoy, que lucha junto a otros nueve equipos por obtener uno de los dos ascensos a la primera división. El club queda en Sandoy, la quinta isla más grande de las 18 que conforman Islas Feroe. Allí ha encontrado un lugar pacífico, en donde puede desarrollar su juego sin demasiadas presiones y tener una vida tranquila. Aunque a veces demasiado.
En una charla con Infobae, el argentino contó cómo se ha adaptado a un país lejano, qué lo sorprende de la cultura de ese pueblo descendiente de vikingos, cómo se vivió la sangrienta matanza de delfines ocurrida hace unas semanas y qué tipo de fútbol se desarrolla.
¿Hace cuánto estás en Islas Feroe?
Desde el 18 de enero de 2021, tuve que hacer una semana de cuarentena y después ya pude arrancar a entrenar y me sumé a la pretemporada con el equipo.
¿Cómo llegaste ahí?
Se me abren las puertas por medio de dos representantes, uno de ellos es Iván Damonte, hermano de Israel, y él me tuvo de técnico en Bolivia jugando en segunda y quedó el contacto. Siempre me tuvo presente para ver si podíamos hacer algo, y ahora que él tenía un contacto con otro argentino en Holanda, que ese es el que tenía el contacto con el de las Islas Feroe, en diciembre me presentó la propuesta y la acepté porque era un lindo desafío. Era jugar en Europa y me vine sin dudarlo.
¿Sabías algo de Islas Feroe antes de que te llegara la oferta?
-No sabía nada, porque realmente no es un lugar conocido. Sí, vi alguna foto del país o de las islas, pero cuando me dijeron Islas Feroe dije: ‘Ojalá que sea del Caribe y tenga playa’, pero no. Cuando corté con Iván me puse a investigar y ahí pude averiguar en dónde era que quedaban. Fue un llamado del corazón de decir que sí.
¿Con qué te encontraste? ¿Cómo es el lugar?
Para que se den una idea, es un conjunto de islas que está en la zona nórdica, entre medio de Islandia, Noruega e Inglaterra. Como en el medio de ese triangulo. Son una especie de Islas Malvinas nórdicas. Tiene clima frío, muy ventoso, que a veces se hace dificil con el tema del fútbol porque si la pelota tiene que estar quieta por algún tiro libre, realmente no se queda en el lugar. Después tiene unos paisajes peculiares porque son como fiordos, son acantilados, es muy rocoso. Tiene una vegetación chata, no hay muchos árboles y no te podés alejar más de 5km de la costa porque ya estás cerca de la otra costa. Y donde yo estoy viviendo, en la isla Sandoy, por eso el nombre del club, hay 2 mil habitantes. Es dentro de todo pequeña, pero en la capital, Tórshavn, hay 15 mil habitantes.
¿Cómo llevas el día a día, más allá del deporte?
Al principio me costó un poco porque es un lugar nuevo, mas allá de las ganas, el entorno condiciona. En la isla que estoy yo no hay mucho para hacer. Hay negocios para comprar comida, pero alrededor hay montañas y campos. Trato de ir al gimnasio, de ocupar el tiempo con lectura, estoy estudiando, haciendo cursos online de preparación física que a mi me gusta. Sino también, si tengo libre, recorro parte de las islas que tienen paisajes únicos que no hay en otro lado.
¿Cómo son las canchas? ¿de sintético?
Sí, todas son de sintético. Porque el clima no te permite, es difícil mantener una cancha de césped natural. En invierno se hace dificil, cuando llegué en febrero, cuando arranqué a entrenar no podíamos porque la cancha estaba congelada.
¿Qué tan duros son los inviernos?
Generalmente la temperatura no baja de los -2 o -3, no hace tanto frío, la temperatura se mantiene ahí. Lo que tiene es que hay mucho viento y constantemente llueve. Entonces eso te baja la temperatura. En este invierno nevó como 4 semanas seguidas y el agua sobre la cancha se congeló e hizo capas de hielo. Eso hizo que se congelara literalmente el sintético. Con los botines nos pegamos varias patinadas y el técnico dijo ‘vamos adentro porque acá nos vamos a lesionar todos’. El club tiene una cancha indoor de fútbol 6, y también ahí se hacen otras actividades como vóley o handball, y usábamos eso porque afuera no se podía estar.
Hablando de fútbol específicamente, ¿con qué fútbol te encontraste?
Lo que noté es que hay jugadores que tienen calidad, saben con la pelota. Pero también encontré deficiencias tácticas, por ahí hay conceptos que no los tienen claros. Por ahí el argentino ya tiene un conocimiento más específico de esto y más desarrollado. Sabe más cómo posicionarse en la cancha, y acá, encima con esa falta de picardía, es como que les falta un poquito de orden táctico. Pero se juega bien, se trata de salir jugando... Pero el clima condiciona mucho, porque con el viento no se hace posible, no sé, hacer un cambio de frente. No se puede cambiar de frente a veces porque no va a llegar a destino la pelota. Pero también es muy físico, porque los feroeses, estos vikingos, no sé qué comen. Tanto comer ballenas y ovejas, son fuertes.
Son grandotes como los islandeses
Sí, mirá que yo soy grandote, pero a veces voy a chocar y digo... uff, éstos son descendientes de Odín y de los dioses.
Tengo entendido que es un país bastante futbolero. No tienen la pasión latinoamericana pero sí lo siguen mucho.
Sí. Incluso ahora que hubo Eliminatorias la selección jugó contra Israel, perdió 4-1 y fue como... ‘¿cómo vamos a perder con Israel?’. Después jugaron contra Dinamarca, perdieron 1 a 0, y yo fui a la cancha porque habían habilitado para que haya público. En el estadio creo que había 8 mil o 9 mil personas y la gente toda cantando, apoyando. Se vive mucho. Obviamente que Argentina es algo aparte, no se puede comparar con esa pasión y dedicación que tienen los futbolistas y los hinchas, en Argentina es la vida misma el fútbol. Acá es otra cosa, es la diversión, apoyar, muchas familias con abuelos y nietos en la cancha. Es un ambiente mucho más familiar.
¿Te pasó en algún partido que te lleguen a insultar o viste alguna situación así en algún estadio?
No. Nada. Si dicen algo, yo la verdad no entiendo igual, es como que no hayan dicho nada. Ellos tienen el idioma feroés, estoy tratando de aprender algo, sé palabras claves para adentro de la cancha, pero afuera me manejo con el inglés. Pero acá si perdés, los hinchas van a estar tristes, pero no te van a decir ‘corré más’ o ‘poné más garra’, no te dicen nada. Tienen otra cultura. Ellos se van a la casa y está todo bien.
Me dijiste que vos no sabías nada de las Islas Feroe, pero ellos saben algo de Argentina. ¿Pudiste charlar con alguien para ver qué conocen?
Acá lo único que me saben decir es Messi. Messi, Messi y Messi. Hay algunos que entienden algo más, te dicen ‘Argentina es muy lejos de aquí', pero los argentinos estamos en todos lados y más cuando hay una pelota de por medio. El fútbol es lenguaje mundial. Acá por Messi y algunos por Maradona lo han sentido nombrar, pero la mayoría no tiene noción de lo que es Argentina y no saben ni dónde está en el mapa.
Bueno, casi como nosotros con ellos.
Sí, yo pensé que era en el Caribe, imaginate. Como estuve jugando en República Dominicana, dije ‘capaz es una isla por ahí'... pero nada, ni cerca. Estoy jugando con los osos polares.
Me dijiste que con el idioma te manejás con el inglés. Pero con la comida, ¿cómo hacés?
Es mucho pescado acá y mucha carne de cordero. Acá hay una población bastante grande de ovejas y es parte de la economía de acá. Lo que es ovejas y el pescado acá es lo más fuerte y lo que más deja. Pero en el supermercado compro por lo que conozco a simple vista, pero en general comen lo mismo que nosotros. Trato de manejarme con pollo, legumbres y verduras. La carne de vaca es carísima porque es importada, traen todo por barco. Dinamarca por ejemplo es mucho más barato.
¿Y cómo son los feroeses?
En general tienen una manera muy relajada de vivir. Son muy amables, atentos. Hay vecinos en frente de casa que siempre están pensando si necesitamos algo. Es gente buena que sabe que uno está lejos y se ofrece. A veces nos traen comida, como para que todo sea más ameno.
¿Te encontraste con alguna situación particular por el choque cultural?
No, no recuerdo. Sí, ellos tienen en verano los famosos días eternos. No oscurece nunca. En enero cuando llegué amanecía a las 10 y a las 15:30 estaba oscuro, pero después se van alargando los días y en junio, julio son las 2 de la mañana y todavía hay claridad. Es un lindo cambio ese. El verano de 12°C lo disfruté como nunca, porque después de tanto tiempo con frío, esos 12 o 13 grados con poco viento se sienten como 24°C.
Tema inseguridad, pobreza... ¿existe algo de eso?
Nada. Acá no saben lo que es la inseguridad, te miran raro cuando les decís que no podés dejar la puerta abierta a la noche o la llave del auto adentro. Los chicos juegan en la calle, con la bicicleta, a veces tenés que correr una bicicleta del medio de la calle porque los chicos la dejaron ahí cuando estaban jugando. Incluso en Tórshavn, la capital, que supuestamente hay más gente. Ni lo pensás. No se te cruza por la cabeza que alguien puede venir a robarte algo, porque tienen una calidad de vida impresionante. Para ellos el pobre es tener un auto y una casa y vivir tranquilo. Para nosotros eso es clase media alta. Son comodidades que en la Argentina uno las ve como que quien las tiene es un privilegiado y acá es algo de cada día.
Hace algunos días fue noticia en el mundo una matanza de delfines allá en Islas Feroe. No sé si pudiste ver algo al respecto. Quería saber cómo se vivió ahí.
Sí, eso pasó en Klasvi, que es otra parte de las islas. Creo que mataron algo de 1.700 delfines, no me acuerdo el nombre exacto. Pero yo la verdad que no lo viví, sí se que hay otro argentino ahí que es de Frank, Santa Fé, que juega al vóley y se está quedando ahí en Klasvi. Él me dijo que es impresionante cómo se teñía el mar de rojo. Pero acá la gente lo ve como algo cultural, porque se hace desde hace décadas. No sé hasta qué punto es necesario matar tanta cantidad de delfines, porque ellos no venden esa carne, la guardan para el invierno o la comen ahí. Pero no sé por qué hay tanta necesidad de matar a más de mil ballenas si después se terminan tirando, solamente es por el hecho de matar.
Lo interesante siempre es ver cómo se viven estos episodios adentro de las sociedades, porque desde afuera es fácil horrorizarse, pero nosotros en Argentina matamos vacas para comer, en España existen las corridas de toro y cada país justifica sus culturas. Por eso quería saber si ahí existen grupos de feroeses que estén en contra de esa matanza, si los medios locales se escandalizan o si todos lo ven como algo normal.
En general lo ven como algo normal. Yo hablé con algunas personas acá y te dicen que es normal, es cultural. Pero que no estaban muy de acuerdo con que sea tanta cantidad porque no es necesario. Pero sí es algo que está muy arraigado acá en la sociedad, se viene haciendo desde hace muchos años, desde que llegaron los Vikingos. Entonces lo tienen arraigado. Pero hay gente que no le encuentra el sentido a esa matanza innecesaria, porque al final no es que los necesitan matar para sobrevivir si ya tenés otro tipo de alimentos. No es que sí o sí hay que matarlos.
Más allá de tu familia y amigos, que los debes extrañar... ¿hay algo que extrañes mucho de Argentina?
Bueno, extraño mucho a mis perros. Tengo tres y hace un mes falleció una perrita que tenía hace mucho y son cosas que uno no se da cuenta en el momento, pero cuando estás afuera te das cuenta que son parte de uno. Los animales que uno deja atrás... yo también que soy perrero, me influyen mucho. Y en lo que es estrictamente de Argentina extraño algunos momento de salir a tomar mate y comprar facturas con amigos. O comer un asado. Ese clima de juntada y amistad y buena onda. Con esa chispa, ese humor de doble sentido que acá, por ejemplo, cuento los chistes que suenan divertidos en español y no entienden ese humor. El doble sentido no lo entienden y el argentino lo tiene mucho más a flor de piel el hecho de joder con esas cosas, pero acá son más fríos, tienen otro sentido del humor que uno no entiende porque está criado de otra manera. Pero esas cosas se extrañan. Eso de salir y de repente decir, ‘che, vamos a tomar unos mates’ sin tener que andar organizando y planeando de acá a una semana a ver si pueden o no juntarse a hacer algo.
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