Fue multicampeón en Boca y jugó en la selección de Perú, pero perdió gran parte de sus ahorros en el corralito y hoy está desocupado

El Chino Pereda ganó seis títulos con el Xeneize, pero decidió marcharse de Argentina luego de que la crisis de 2001 le hiciera perder mucho dinero: “Me quedé sin un peso”. En diálogo con Infobae, contó intimidades de la era Bianchi y analizó el duelo entre Argentina y Perú

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El Chino trabajó 10 años coordinando las divisiones menores de César Vallejo (Captura de Youtube)
El Chino trabajó 10 años coordinando las divisiones menores de César Vallejo (Captura de Youtube)

“Estoy desocupado por culpa de la pandemia. Todo se complicó y tengo que rebuscármela. Trato de hacer lo que se pueda”. De esta manera se sinceró José Antonio Pereda, quien el año pasado se quedó sin trabajo, tras trabajar 10 años como coordinador de las divisiones menores del club Universidad César Vallejo de Perú.

El “Chino” Pereda supo vestir la camiseta de Boca entre 1998 y 2001, se desarrolló en su país durante 14 temporadas y defendió los colores del seleccionado incaico en las Eliminatorias para los Mundiales de Francia 98 y Corea/Japón 2002. Era un volante que se adaptaba a todos los puestos en la mitad de cancha. Por ese motivo, Carlos Bianchi lo utilizó en 72 oportunidades y no marcó goles. Ganó seis títulos con la camiseta xeneize, entre ellos dos Copas Libertadores (2000 y 2001) y la Intercontinental ante el Real Madrid en Japón.

“El secreto del ‘Virrey’ fue hacer un gran trabajo psicológico en sus jugadores y saber manejar un vestuario plagado de figuras”, recuerda el hombre de 48 años, quien posee la marca registrada de ser el peruano más ganador de estrellas en la historia boquense.

Por eso, es voz autorizada para hablar sobre sus dos compatriotas que hoy son parte del plantel que comanda Sebastián Battaglia: “(Luis) Advincula y (Carlos) Zambrano tienen la raza y la fiereza para encajar bien en el Xeneize. Jugar en ese club es muy complicado y no es fácil. El hincha de Boca es muy pasional y cerrado en sus costumbres. Ambos están física y mentalmente preparados para lograr un buen ciclo”, remarcó.

En diálogo con Infobae desde Lima, el ex jugador del seleccionado peruano palpitó el choque ante la Argentina por las Eliminatorias Sudamericanas. Explicó por qué firma el empate, elogió a Ricardo Gareca como entrenador y se refirió a los referentes peruanos del plantel, como Jefferson Farfán y Paolo Guerrero.

Además, recordó su paso por Boca, reveló con quién intercambió camiseta en la final con el Real Madrid en Tokio, qué cuenta pendiente le quedó, y el dinero que perdió por el corralito en el país en el 2001.

-¿Cómo se imagina el juego entre Perú y Argentina?

-Será muy difícil porque Argentina viene de ganarle a Uruguay por 3 a 0. Muy complicado, pero necesitamos los tres puntos. Lamentablemente, perdimos con Bolivia cuando prácticamente era un empate cerrado. Pero siempre Perú le ha hecho buenos juegos a la selección argentina. Aunque sea un empate, sirve para seguir sumando.

-¿Firma el empate?

-Sí, firmo el empate.

-¿Está de acuerdo con el proceso que lleva adelante Ricardo Gareca como entrenador?

-Sí, el 90 % de los peruanos estamos muy contentos con lo que hizo el Tigre Gareca. Nos llevó al Mundial, seguimos en carrera para Qatar 2022 e hicimos buenas actuaciones en las dos últimas Copas América. El entrenador hizo un trabajo muy bueno en Perú, con un grupo que disputó el Mundial de Rusia 2018 después de tantos años. Estamos conformes con su trabajo. Tengo la ilusión de que estaremos en Qatar. No estamos tan lejos para clasificar. Seguramente, será con mucho sufrimiento como la última vez, pero me veo en la próxima Copa del Mundo.

-Hay jugadores como Jefferson Farfán y Paolo Guerrero que son cuestionados. ¿Está bien que eso suceda?

-Dieron bastante por la selección, pero tienen sus años también, no son jóvenes. Suman 38 años. Entonces, hay que ser justos y no mezquinos. El último gol de Farfán fue contra Nueva Zelanda y clasificamos a Rusia 2018. Todavía tienen banca. No hay otros jugadores que tengan la experiencia y la fortaleza de ambos, ni tampoco el nivel de los dos chicos. En cualquier momento, hacen algo distinto y marcan diferencias.

-¿Le preocupa algo en particular del seleccionado de Lionel Scaloni?

-Todo. Argentina es Argentina y siempre lo será, es un grande del mundo. Me preocupa más lo que haga, Perú más bien. Tenemos que estar concentrados y aprovechar las oportunidades que tengamos al máximo.

Pereda abraza a Battaglia en un duelo entre Boca y Olimpia por la Copa Mercosur del año 2000 (Reuters)
Pereda abraza a Battaglia en un duelo entre Boca y Olimpia por la Copa Mercosur del año 2000 (Reuters)

-¿Qué siente al haber defendido los colores de su país?

-Un sueño logrado. Desde chico tenía tres deseos: jugar en la selección de Perú, en Universitario de Deportes, club del cual soy hincha; y desarrollarme en el extranjero. Gracias a Dios lo pude lograr. Estoy satisfecho con la carrera que hice. Representé a Perú y marqué goles importantes con el seleccionado. Eso me deja satisfecho, muy lleno y como un logro cumplido en mi vida.

-¿Qué balance hace de su paso por el seleccionado incaico?

-Aceptable y siempre fueron buenos encuentros. Una cosa es jugar en un club y otra es representar a tu país; tenés que dejar la piel, dar el máximo esfuerzo y felizmente tuve buenos juegos. Le marqué goles a Colombia, a México y a Paraguay.

-¿Recuerda algún enfrentamiento contra la Albiceleste?

-Sí, el único que tuve. Fue el 3 de septiembre del 2000 por las Eliminatorias para el Mundial de Corea/Japón 2002. Perdimos 2 a 1 en Lima. Un gol de Crespo, otro Juan Sebastián Verón, y Samuel en contra de su valla fue el descuento para nosotros. En lo personal, hice un buen encuentro. Pero como equipo no nos fue bien.

-¿Cómo fue su llegada a Boca?

-Estaba jugando en Universitario de Deportes cuando el entrenador era Osvaldo Piazza, muy cercano a Carlos Bianchi. Entonces, hubo un convenio entre Boca y el club peruano. El Virrey le preguntó por mí y el espaldarazo final me lo da Osvaldo. Yo estaba atravesando por el mejor momento de mi carrera y el director técnico le dio el visto bueno. De esa manera, cumplí el sueño de pasar al Xeneize.

-¿Le costó adaptarse a un club tan grande?

-Al principio me costó por el ritmo de juego, porque el fútbol argentino es distinto al de mi país. En Perú, es un poco más pausado y me costó afianzarme. Pero después le encontré la vuelta. Entonces, me adapté sin problemas. Fue un gran logro salir de mi país y adaptarme en la Argentina, no es para nada fácil ese cambio. Llegué a Boca y me di cuenta de lo que representa esa institución a nivel mundial. Una cosa es conocerlo desde afuera y, otra, siendo parte del club. Es espectacular jugar en Boca, es lo máximo que me pasó en mi carrera.

-Se encontró con un plantel plagado de figuras como Riquelme, Palermo, Delgado y Guillermo Barros Schelotto. ¿Qué tal lo recibieron?

-La verdad que muy bien. Fuimos un grupo muy unido. Nos apoyábamos en todo y el cuerpo técnico era extraordinario. Se armó, especialmente, un lindo grupo humano. Por eso, tuvimos los resultados que tuvimos. Verlos día a día jugar, estar con ellos y compartir tiempo fue una gran satisfacción y una enseñanza plena. Mi mayor orgullo fue compartir cancha con Riquelme.

-¿Con qué compañeros se llevaba mejor?

-Con Mauricio Chicho Serna, Óscar Córdoba y el Patrón Bermúdez. Fui parte del grupo de los colombianos. Nos juntábamos fuera del vestuario, íbamos a cenar y compartíamos tiempo en familia. Comíamos en la misma mesa durante las concentraciones. Compartí habitación con el arquero, y Chicho y el Patrón dormían juntos.

-¿Que significó Bianchi en su vida?

-Un profesor que me dio mucha confianza y creyó en mí desde el primer momento. Yo fui a Boca por dos años e hizo que me renovaran por dos más. Hablaba mucho conmigo. Solo tengo palabras de agradecimiento hacía él. Era muy inteligente.

-¿Cómo se manejaba como líder del grupo?

Supo manejar los egos del plantel. Hablaba con los que no jugaban al mismo tiempo que con los que sí lo hacían. Sabía que algún titular se podía lesionar, entonces el suplente debía estar preparado física y mentalmente para ocupar ese lugar. En la mesa, era el primero en llegar y sentarse a comer, estaba pendiente de todos los detalles. Tenía una psicología muy importante para ser el líder del grupo y llevarlo adelante. El secreto de Bianchi fue hacer un gran trabajo psicológico en sus jugadores y saber manejar un vestuario plagado de figuras.

-Con la camiseta xeneize ganó dos Copas Libertadores, una marca que ningún otro peruano posee…

-Sí, siento un gran orgullo por ser bicampeón continental, que no es para nada fácil. Fue mi mayor satisfacción como profesional, mi máximo logro por haber soñado en un momento jugar en el extranjero y luego llevarlo a cabo. Además de haber sido parte de un equipo tan grande y con semejantes jugadores como compañeros.

-¿Fue parte del grupo que viajó a Japón para medirse con el Real Madrid?

-Sí, estuve en el banco de suplentes. Fue un partido espectacular. Mis compañeros la rompieron. Riquelme hizo un partidazo y fuimos los justos campeones ante el poderoso Real Madrid. Conservo la medalla, la tengo en mi casa. No se vende. Quedará para mis hijos y nietos como gran el recuerdo de mi vida.

-¿Pudo intercambiar camiseta con algún jugador del Real Madrid?

-Sí, justo me tocó ir al antidoping con Gustavo Barros Schelotto, y por el Real, fueron Claude Makélélé y Steven McManaman. Estando allí, aproveché y le cambié la casaca al francés Makélélé.

-Cuando terminó el partido, se le acercó Carlos y lo abrazó de atrás. ¿Qué le dijo?

“¡Saliste campeón, viejo! ¡Del Mundo! ¡Campeón de América”. Yo no lo podía creer.

-¿Qué tipo de relación tuvo con Riquelme?

-Con Román fuimos compañeros, una relación profesional. Trabajamos juntos y nos veíamos todos los días, no fue una amistad de frecuentarnos. Tenía sus días que hacía bromas y en otros era muy tranquilo. Pero cuando estaba bien, era jodón y gracioso. Juan no era de hablar mucho, pero cuando se necesitaba corregir algo o animar al plantel, lo hacía. Con el que tengo una gran amistad es con Bermúdez, que es una gran persona.

-¿Cómo era jugar en la Bombonera?

Espectacular. Ver ese campo de juego con la gente, la hinchada. La Bombonera no tiembla, late y eso es cierto. Mucho más en el campo de juego.

-¿Le quedó alguna deuda pendiente de su paso por el fútbol argentino?

-Sí, el gol que erré contra Ferro (risas). Me llevé casi toda la defensa y no pude definir bien, ya que con la derecha le pegué al piso y no pude hacer el gol. Es de lo que más me arrepiento. Después, entablé muy buenas amistades e integré un grupo maravilloso. Hugo Ibarra, Chicho Serna, el Patrón Bermúdez, Oscar Córdoba, Cristian Traverso, Pepe Basualdo fueron mis amigos del plantel, con los que más tiempo pasé y compartí momentos únicos fuera del club, también.

-¿Qué fue lo que más le costó de su adaptación en Buenos Aires?

-Al principio, me costó dejar mi ciudad natal y adaptarme a otra cultura, que es diferente a la que yo mamé de chico. Irse a vivir a otro lugar siempre es complicado. Cuatro años después, cuando regresé a Perú me quería volver a la Argentina. Pero en Buenos Aires me acostumbré fácil, la gente me la hizo fácil y mi señora es muy apasionada de esa ciudad. Hasta el día de hoy me pregunta: “¿Por qué no volvimos a la Argentina?”. Son decisiones que se toman en su momento.

El volante, defendiendo los colores de la selección de Perú (Reuters)
El volante, defendiendo los colores de la selección de Perú (Reuters)

-Entonces, ¿por qué regresó a su país?

-Tuve varias propuestas para seguir en Argentina, pero llegó el corralito del 2001 y perdí mucha plata. Me mocharon un montón de dinero. Perdí una cifra significativa y me quedé sin un peso. Entonces, me pregunté: “¿Que voy a hacer acá? Para perder plata me voy a Lima y no vuelvo más”. Me fui para Perú porque estaba muy complicada la situación. Encima, nos cobraban un impuesto sobre las ganancias.

-¿Le retuvieron mucho dinero?

-Sí, fue una cifra significativa. Tuvimos que hacer maravillas con mi familia para poder recuperar algo de dinero. No podía sacar la plata del banco; debía hacer transferencias. Fue muy complicado vivir ese momento. Por culpa del corralito me fui de Argentina. Me llamaron de Universitario de Deportes, donde jugué durante cinco años. Luego, me fui a Cienciano y ahí me retiré.

-¿Nadie en el plantel le advirtió sobre el corralito y lo que iba a pasar?

-Se hablaba de muchas cosas, se especulaba demasiado, pero llegó de golpe y nos afectó a todos, no solamente a mí. Varios de mis compañeros también sufrieron pérdidas económicas. Fue un momento muy difícil para todos.

-¿A qué se dedica ahora, José?

-Estoy desocupado por culpa de la pandemia. Me quedé sin trabajo el año pasado. Voy a encaminar unos proyectos personales referidos al fútbol, pero todavía no los tengo claro. Todo se complicó por el tema de la pandemia, entonces tengo que rebuscármela. Trato de hacer lo que se pueda. Trabajé en el fútbol durante 10 años como coordinador de las divisiones menores del club Universidad César Vallejo, pero el año pasado me quedé sin trabajo.

-¿Está urgido de trabajar?

-Hay que trabajar porque tengo muchos gastos. Tengo que pagar la casa, los impuestos y la universidad de mis hijos, además de la gasolina y la comida diaria. Siempre es importante trabajar porque tengo muchos gastos. En la actualidad, los futbolistas ganan otro dinero que es muy distinto a cuando yo jugaba. Me hubiera gustado jugar en esta época. Qué lindo sería.

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