Tomás Etcheverry es una de las jóvenes promesas del tenis argentino. Con 22 años figura en el puesto 144 del ranking mundial que confecciona la ATP y este año ganó el torneo de Perugia (en la final se impuso ante el ucraniano Vitaly Sachko) y Trieste (venció a su compatriota Thiago Tirante) y fue finalista en Cordenons (cayó ante el albiceleste Francisco Cerundolo).
Sin embargo, durante su gira por Europa sobrepasó el límite permitido y vivió una verdadera pesadilla. Estuvo más de 24 horas en un calabozo en Alemania, fue deportado y al regresar al país dio positivo de coronavirus.
Luego de caer el pasado 11 de septiembre ante su compatriota Juan Manuel Cerundolo en las semifinales del Challenger de Banja Luka, Bosnia, el oriundo de La Plata optó por emprender viaje rumbo a Szczecin, Polonia, para competir en otro certamen de la segunda categoría del tenis profesional.
“Tuve que cruzar por Alemania. Era todo normal hasta que, en el aeropuerto, cuando me pidieron el pasaporte, me hicieron a un lado de la fila de pasajeros. Estaba solo. No sabía bien lo que pasaba. Observé que hablaban entre las autoridades de migraciones hasta que se me acercaron dos integrantes de la Policía Militar. Sinceramente no entendía nada entre el idioma y todo lo que ocurría a mi alrededor, tuve mucho miedo”, contó Etcheverry en una entrevista con el diario El Día.
En ese momento, autoridades migratorias del aeropuerto le explicaron al deportista entrenado por Carlos Berlocq que había sobrepasado el límite de permanencia en Europa. “Me dijeron que son 90 días en países que pertenecen a la Comunidad Económica Europea y que me tenían que deportar. En ese momento entré en pánico”, rememoró.
Etcheverry fue esposado y trasladado a una comisaría ubicada en la ciudad de Köln, donde permaneció poco más de 24 horas en un calabozo. Mientras las autoridades de la ATP buscaban solucionar la situación, el argentino se comunicó con sus familiares para comentarles lo acontecido mientras hacía escala en Alemania.
“Cometí un error sin querer, ya que superé por 23 días el límite de estar ininterrumpidamente en el territorio de la Comunidad Económica Europea, que por la pandemia se redujo a solamente tres meses, pero mi falla estuvo en que creí que al ir a jugar el US Open no se contabilizaba ese lapso del tiempo, pero no fue así, siguió corriendo en el conteo”, explicó.
El platense venía disputando torneos en el Viejo Continente con asiduidad. A fines de abril comenzó su travesía disputando un torneo en Ostrava, República Checa. Luego pasó por Praga (República Checa), Heilbronn (Alemania), Biella (Italia), la qualy de Roland Garros (Francia), Lyon (Francia), Forli (Italia), la qualy de Wimbledon (Inglaterra), Perugia (Italia), Todi (Italia), Trieste (Italia) y Cordenons (Italia). Tras caer contra el francés Enzo Couacaud en la primera ronda clasificatoria en el US Open, regresó a Europa para decir presente en Banja Luka.
“Me trataron bien, pero me sentí como un delincuente. Ni bien me dijeron que estaba en libertad tomé el primer avión para volver a la Argentina”, añadió. Sin embargo, su travesía no culminó allí. Al llegar a Ezeiza, previa escalas por Estambul y Río de Janeiro, el tenista dio positivo de Covid-19.
“Fue otra sorpresa. En mi estadía en Europa y Estados Unidos me hicieron un sinfín de hisopados, todos negativos. Me trasladaron en un taxi especial a un hotel en Buenos Aires, donde estuve aislado solo en una habitación durante diez días”, concluyó Etcheverry, quien volverá al ruedo la próxima semana en el Challenger de Buenos Aires.
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