Los libros de historia del boxeo mexicano están llenos de testimonios de gloria que pugilistas exitosos escriben al interior de los ensogados. Sin embargo, una vez fuera y lejos de los reflectores, muy pocos son quienes logran la estabilidad. Romeo “Lacandón” Anaya se coronó como monarca mundial en peso gallo, pero pasó los últimos días de su vida aquejado por numerosas enfermedades y atrapado en el alcoholismo.
Nacido en Chiapas el 5 de abril de 1946, Romeo Anaya Malpica creció bajo los estándares de la vieja escuela de boxeo. Fiel discípulo de la doctrina mexicana que ha catapultado a púgiles fajadores y entrones, el Lacandón llegó a disputar peleas que todavía duraban 15 rounds en el circuito profesional. Las personas aficionadas que siguieron su carrera de cerca, quedaron maravilladas durante la década de los años 70 y parte de los 80.
Uno de los rasgos que lo caracterizaron en su paso por los encordados fue la amplia cantidad de compromisos que terminó por la vía del nocaut. No era para menos. Anaya contaba con una de las pegadas más fuertes de su época en la división de las 118 libras. Tal era el poder de sus puños que en una entrevista concedida al periódico El Sol de Zacatecas, confesó el uso de guantes muy grandes y pesados en sus entrenamientos para no dañar mucho a sus sparrings.
Su noche más gloriosa la vivió en el lejano 1973. Con una sorprendente racha de victorias al hilo, el Lacandón se sintió listo para ser un atleta pionero en la historia del deporte chiapaneco. Lejos de la comodidad de las plazas mexicanas, se introdujo en la capital panameña para encarar por primera vez a Enrique “Maravilla” Pinder.
Contra todo pronóstico, el 20 de enero se convirtió en el primer Campeón Mundial chiapaneco tras superar en tres episodios al favorito de la arena. El nuevo monarca de la categoría de peso gallo avalado por la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) tuvo dos defensas exitosas en contra de Rogelio Lara y el propio Pinder. Sin embargo, quien terminó con el sueño fue Arnold Taylor al concretar un nocaut en el asalto número 14 durante la pelea realizada en Sudáfrica, en noviembre del mismo año.
El panorama cambió desde aquella ocasión. El dinero, como en la gran mayoría de los casos, se fue para no volver por el caudal del tiempo y la fama. La salud representó otro factor en contra, pues el deterioro progresivo de su cuerpo, aunado al empedernido gusto por el alcohol y la vejez lo tomaron por sorpresa y pusieron contra las cuerdas en uno de los episodios más duros de su vida.
Viviendo en su natal Tuxtla Gutiérrez, el Lacandón quiso encontrar en el alcohol la cura para sus dolencias físicas. En una entrevista para el periódico ESTO, en 2015, reconoció que el dolor por la artritis que lo aquejaba desde 1990 era intenso. “Uno dice, me la tomo. Tizne su madre, yo me la aviento para que se me quite o para que avance, para que sea más dolor, así como una bala en el corazón. Discúlpeme la palabra, pero seamos sinceros, así es”, declaró.
“No he recibido lo prometido por las autoridades. Definitivamente no, porque lo que cobra uno es para comprar medicina. La medicina es el voltaren y las inyecciones. Ir a formarse para que lo ignoren no es apoyo. Tengo moretones en los brazos por la mala circulación de mi sangre y si me recuesto me hace daño, por eso me gusta caminar, ir y venir para todos lados”, afirmó quien también padeció anemia.
A sus casi 70 años aseguró que el único apoyo económico que recibía era por parte del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), aunque no indicó la cantidad. No obstante, señaló que otra parte de su ingreso lo obtenía por participar en el gimnasio que lleva su nombre, aunque dejó de percibirlo cuando le negaron la entrada.
El 10 de diciembre de 2015 Romero Anaya fue sometido a una cirugía de cadera que superó satisfactoriamente, sin embargo, su cuerpo se vio rebasado por los duros golpes en la salud. Durante la Nochebuena de aquel año, a los 69 años de edad, el Lacandón falleció rodeado de sus familiares y muy lejos de los destellos que lo acompañaron en su gloriosa noche de Panamá, aunque puso a Chiapas en el panorama internacional por haber sido el primer campeón mundial nacido y formado en la entidad.
SEGUIR LEYENDO: