Canadá nunca ha figurado dentro de la aristocracia futbolística de Concacaf. Acostumbrados a mirar el rectángulo verde con recelo, los canadienses han tardado en entrar a la discusión. Hoy, aparentemente, quieren cambiar de estatus. Su historia cuenta ya con algunos episodios reseñables. No son pocas las ocasiones en las que han puesto contra las cuerdas al autodenominado gigante de la zona: México.
Las eliminatorias rumbo a Sudáfrica 2010 fueron todo un calvario para el Tri. El proceso se torció a medio camino con la abrupta salida de Hugo Sánchez del seleccionado azteca, tras fracasar en el Preolímpico de Carson. Después de superar a Belice en la fase preliminar (con Jesús Ramírez como interino) la cúpula federativa decidió apostar por un entrenador de élite de cara a la ronda semifinal de las eliminatorias. El elegido, luego de un proceso deliberativo pleno de alucinantes rumores, fue el sueco Sven Goran Eriksson.
Las andanzas del exentrenador de Inglaterra en suelo azteca comenzaron con el pie derecho. En el inicio del Cuadrangular, sumó tres victorias al hilo en sus tres primeros partidos: Honduras, Jamaica y Canadá. Después de la convulsión vivida durante el proceso de Hugol, la calma parecía reinar en el siempre dramático y voluble ecosistema mexicano.
Ese clima de optimismo pronto se desvaneció. México cayó en Kingston ante Jamaica en el arranque de la segunda vuelta. La última victoria de la primera tanda de partidos, contra Canadá en Tuxtla Gutiérrez, ya había arrojado algunas dudas sobre el funcionamiento colectivo de los verdes. La oncena del sueco apenas pudo ganar 2-1 en un partido que significó el adiós (luego temporal) de Cuauhtémoc Blanco de la selección.
Con el boleto casi en las manos, el tropezón ante Jamaica no debía generar mayores problemas. Pero había que sortear a Canadá en Edmonton. Paradojas de juego, la prueba de fuego tendría que disputarse en una tierra fría y solemne. México viajaba con la obligación de sacar los tres puntos en su visita para sellar el pasaje al Hexagonal Final. El rival era presa fácil: apenas sumaba un punto de doce posibles. No había motivos para pensar en la debacle.
Pero cuando el balón rodó, aquel de 15 octubre de 2008, los miedos comenzaron a adueñarse de la delegación azteca. A los doce minutos, Ali Gerba se confirmó como verdugo azteca. El camerunés naturalizado canadiense encontró el balón afuera del área, lejos del arco de Oswaldo Sánchez, pero sacó un potente disparo que clareó al guardameta nacional. El fantasma de la eliminación, que aparentaba ser lejano, comenzó a deambular por en el glacial aire del Commonwealth Stadium.
A los 34 minutos un tiro libre sirvió como bálsamo para el mal momento. Carlos Salcido ahuyentó los temores, al menos temporalmente, con un derechazo desviado en la barrera que se incrustó en la meta rival. Todavía antes del descanso, Carlos Vela tuvo un mano a mano que pudo postergar los sufrimientos para otro día. El portero Lars Hirschfeld atajó. La frustración de los mexicanos era sintomática.
Le letra del guion se tiñó de rojo. Tomasz Radzinski, a los cinco minutos de comenzado el segundo periodo, heló la sangre de México. El atacante de origen polaco aprovechó un servicio por la derecha de Gerba, esperó la salida de Oswaldo, a quien dejó plantado con un sombrerito en especio reducido. Gol y a lo que sigue.
Ese resultado virtual obligaba al Tri a jugarse el boleto en la última jornada contra Honduras. Una derrota azteca en San Pedro Sula (como ocurrió) combinada con un triunfo jamaiquino ante la misma Canadá tendría un desenlace funesto: México quedaría fuera, por primera vez en la historia, en la ronda semifinal de unas eliminatorias. Ya ni siquiera pensar en el Hexagonal Final. La humillación iba a ser colosal.
Vicente Matías Vuoso evitó el espanto. A los 63 minutos, Carlos Salcido encontró por la banda izquierda a Giovani Dos Santos con un balón largo. El entonces diamante en bruto del futbol mexicano sacó un centro elevado desde las inmediaciones del área. El Toro Vuoso lo midió, ganó la marca y sacó un cabezazo que alivió a todo un país. Nunca un héroe tan inesperado fue tan providencial.
México dimensionó la valía del tanto un mes después. El plan de la hipotética catástrofe se trazó a la perfección. Los aztecas perdieron ante Honduras y Jamaica le ganó a Canadá. Por diferencia de goles, el Tri pasó a la ronda final. Sin ese tanto de Vuoso, el drama no habría conocido límites.
A los canadienses les faltó sangre fría para aniquilar a un rival que tenían en el piso. A trece años de distancia, algunas cosas parecen haber cambiado. Tendrán que demostrarlo.
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