La Policía Federal de Brasil detuvo este jueves a una ciudadana boliviana investigada por la catástrofe aérea ocurrida en 2016, en la que murieron 71 personas, entre futbolistas, preparadores y directivos del Chapecoense, equipo de fútbol del sur brasileño.
Según confirmó la Policía de Corumbá, ciudad fronteriza con Bolivia, localizada en el estado de Mato Grosso do Sul, la mujer fue responsable del análisis y aprobación del plan de vuelo del avión donde se movilizó el Chapecoense y era fugitiva de la justicia de su país.
“La mujer boliviana era especialista en seguridad de vuelo y, en su momento, habría dejado, fraudulentamente, de observar los requisitos mínimos de procedimiento para la aprobación del plan de vuelo de la aeronave, ya que en el programa presentado, la autonomía de vuelo no era adecuada para el viaje”, explicó la Policía Federal, en una nota.
El trágico accidente ocurrió en noviembre de 2016 cuando el avión en el que viajaba el Chapecoense se estrelló a 17 kilómetros del aeropuerto José María Córdova, cerca de la ciudad de Medellín, tras quedarse sin combustible. El equipo se dirigía a Colombia para jugar ante el Atlético Nacional la final de la Copa Sudamericana 2016. En la tragedia murieron 71 de las 77 personas que se encontraban en la aeronave de la aerolínea boliviana Lamia.
Sobrevivieron tres futbolistas, dos tripulantes y un periodista. La mujer permanecerá detenida en la ciudad de Corumba, en Mato Grosso mientras se realizan los trámites legales para su entrega a las autoridades bolivianas.
Así vive hoy Johan Alexis Ramírez, el “niño ángel” que fue héroe en la tragedia del Chapecoense
En horas de la noche del 28 de noviembre de 2016, Johan Alexis Ramírez, de 15 años, un joven campesino que vivía en una humilde casa ubicada a poca distancia de Cerro Gordo, municipio de La Unión, Antioquia, vivió uno de los momentos que marcaron su vida para siempre. El niño paisa fue consagrado como un héroe y llamado por la prensa como el “niño ángel”, pues con su ayuda los rescatistas ganaron minutos vitales y lograron sacar con vida a seis tripulantes del vuelo que transportaba al equipo de fútbol brasileño Chapecoense, que iba a disputar la final de la Copa Sudamericana contra Atlético Nacional.
A pesar reconocimiento que ha ganado, Johan no olvida los angustiosos momentos que vivió esa noche, en la que hubo 71 víctimas mortales. En su memoria quedó plasmada esas crudas horas de gritos, gemidos y desazón. “Cuando iba subiendo para ayudar a otro, mi papá venía bajando con otro grupo. Hubo uno al que cargamos unos diez o quince metros, pero murió, no alcanzó a llegar a la carretera”, relató el niño días después en el diario El Colombiano de Medellín.
Johan contó cómo su vida cambió hasta la actualidad. “Antes del accidente yo pensaba terminar el bachillerato y trabajar con mi papá en la agricultura pero luego de eso se me comenzaron a dar otras oportunidades como la beca para estudiar”, le dijo el joven al diario. También comentó que se encuentra estudiando ingeniería industrial en la Universidad Católica de Oriente y de su viaje a Estados Unidos. “Gracias al apoyo de una persona conocida, trabajando y aprendiendo inglés para luego después del curso volver a mi país. Y claro ojalá luego pueda volver y profesionalizarme aquí”, le comentó Johan a El Colombiano.
En dicha entrevista Johan explicó por qué lo comenzaron a llamar de ese modo: “Fui reconocido como el ‘niño ángel’ porque en el momento del accidente ayudé a rescatar tres sobrevivientes y mi papá dos. En ese momento mi papá y yo sacamos a los sobrevivientes por una vía alterna donde nos estaban esperando las ambulancias”.
Lo que pasó la noche de la tragedia
A los pocos minutos de haber escuchado el estruendo del avión chocando con la montaña de Cerro Gordo, sin pensarlo, Johan salió junto a su padre y caminaron hasta el siniestro. A los pocos metros ya escuchaban los gritos. Fue este joven quien ayudó a los rescatista a llegar al punto de la tragedia, donde milagrosamente había sobrevivientes.
“Gritaban que a un lado había uno, que allí estaba el otro. Comenzaron a sacar a los heridos, pero estaban abriendo trocha hacia el morro y así era muy demorado, así que les dijimos que había un camino más fácil y rápido”, recuerda Johan. Conocedor como pocos de esas montañas de Antioquia, Johan y su padre comenzaron a ser, ellos mismos, los guías y los socorristas. Entre cultivos de tomates, frijoles y arvejas, sacaron uno a uno a los sobrevivientes, primero a Alan Ruschel, uno de los futbolistas del Chapecoense que pudo salvarse.
“Ya estaban saliendo con él y le dije a un bombero, que era como uno de los jefes, que yo conocía el camino”, relató el joven. “Los acompañé y me vine corriendo donde estaban los policías para decirles que teníamos uno de los heridos en la carretera. Ya había un viaje de carros que habían llegado al lugar”, añadió. Johan expresó sus sensaciones por el momento que vivió y que jamás olvidará: “Estaba muy cansado, pero no pude dormir. Sin embargo me dio mucha satisfacción ayudar a salvar vidas y nunca lo hice para ir a buscar objetos materiales”.
Chapecoense: la tragedia que conmocionó al mundo
El 23 de noviembre de 2016 el equipo de Chapecoense celebraba, en su estadio Arena Condá, el empate ante San Lorenzo de Almagro que lo clasificó a la final de la Copa Sudamericana. Esa noche Marcos Danilo Padilha demostró por qué era la estrella del equipo, pues en todo el torneo el arquero solo había recibido cuatro goles en contra. La histórica clasificación dejó a sus hinchas en Brasil soñando con el primer título internacional en, hasta ese momento 43 años de historia de club de Chapecó.
El 27 de noviembre el vuelo 2933 de LaMia partió desde el Aeropuerto Internacional Viru Viru, en Bolivia, hacia el Aeropuerto Internacional José María Córdova, en Colombia. En el vuelo viajaban 68 pasajeros, 9 miembros de la tripulación y era pilotado por Miguel Alejandro Quiroga Murakami. La mayoría de los pasajeros eran jugadores del equipo brasileño, que ya soñaban con enfrentarse a Atlético Nacional en el partido final de ida de la Sudamericana.
El piloto Miguel Quiroga era, además, accionista de la compañía aérea boliviana, y en la comunicación que mantuvo con la torre de control cometió un error garrafal que pudo haber cambiado el destino de las 77 almas que estaban a bordo. Se supo después, en las investigaciones de las causas de siniestro, que Quiroga tardó demasiado en declararse en emergencia y, así, obtener el privilegio de aterrizaje por sobre el resto de los aviones que se dirigían hacia el aeropuerto. El piloto recién lo hizo 2:30 minutos después de haber solicitado la prioridad, momento en el que ya era imposible llegar a la pista.
A las 10:15 p.m. el avión se estrelló en Cerro Gordo, una colina ubicada en La Unión, a cinco minutos de la pista de aterrizaje. Primero colisionó la parte posterior del avión, por lo que la cola quedó sobre la cima de la montaña mientras que el fuselaje y la cabina quedaron cuesta abajo.
Horas más tarde del accidente llegaron los primeros rescatistas que vieron la magnitud de la tragedia. En su búsqueda, apoyada por el niño campesino Jhon Alexis Ramírez y su padre, encontraron a Alan Ruschel, el arquero de reserva Jackson Follmann y Neto. Los otros sobrevivientes fueron un periodista, Rafael Henzel de Rádio Oeste, y dos miembros de la tripulación de vuelo: Ximena Suárez, sobrecargo, y Erwin Tumiri, técnico de vuelo, ambos de nacionalidad boliviana.
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Con información de EFE.