Leandro Bolmaro ya es un NBA. Hace días empezó a disfrutar lo que se siente, pero emocionalmente todavía debe estar en una nube… Hasta hace cinco años dividía su tiempo deportivo (y su corazón) entre el atletismo y el básquet en Las Varillas, la pequeña ciudad ubicada a 170 kilómetros de la capital cordobesa. Hasta el punto de que, mientras ya se destacaba con la naranja, quiso competir en su último torneo y se anotó en un Decatlón en Santa Fe que terminó ganando para retirarse en paz del otro deporte que amaba. Pero, en aquel entonces, ya eran tiempos de apostar fuerte por el básquet. Fabricio Oberto, el más famoso ciudadano de Las Varillas, ya le había dados consejos de cómo seguir su carrera y Pepe Sánchez, otro mito viviente de la Generación Dorada, lo había ido ver a su casa para reclutarlo para Bahía Basket. Desde aquel debut en la Liga Nacional, en noviembre del 2017, Cebollín ya no paró más y lo que vino después fue meteórico. A mitad del 2018 llegaba al Barcelona y poco más de un año después se empezaba a hacer un lugar en el poderoso equipo que iba por todo en España y Europa. En la 20/21 se convirtió en una pieza valiosa, fue campeón de la ACB y de la Copa del Rey, subcampeón de la Euroliga jugando 23 minutos de promedio en el Final 4 y recibió el premio al Jugador Más Espectacular de la ACB. De ahí se fue a Las Vegas y en la preparación olímpica se ganó un lugar para Tokio, con 20 años…
Pero, claro, antes de todo eso, metió un pie en la NBA, el 18 de noviembre del 2020, cuando lo eligieron en la primera ronda del draft (seleccionado por los Knicks y traspasado a los Wolves). El otro pie lo puso oficialmente hace unos días, aunque era un secreto a voces que, desde hace varios meses, Minnesota pagaría la cláusula de rescisión del Barcelona para llevárselo para la próxima temporada. Ahí está Pablo Prigioni, el otro argentino que hace rato lo viene siguiendo y fue determinante para que los Wolves lo seleccionaran en el draft y luego lo firmaran con un contrato importante (11.8 millones por cuatro temporadas, dos garantizadas y las dos siguientes con opción para el equipo). “Lo seguí todo el año, fui hablando con él y lo más importante es cómo trabajó para ganar la confianza del entrenador, en especial en la segunda parte de la última temporada. Entendió la situación, se esforzó y aportó lo que el equipo necesitaba. Hablamos de un entrenador (Sarunas Jasikevicius) que no regala nada, habló de que era un ejemplo de esfuerzo incluso para los veteranos. Así Leandro se metió en la rotación. Eso le dio gran confianza para hacer cosas importantes en los dos costados de la cancha”. Fue el análisis que hace unos meses hizo el cordobés que hoy es el principal asistente de los Wolves, nuevo coach de Minnesota, desde febrero, tras el despido de Ryan Saunders.
Lo impactante resultó que Bolmaro se ganó un lugar en la élite europea jugando en una posición que nunca fue la suya. Siempre fue escolta y alero, pero en Europa se abrió paso como armador. “Me siento más cómodo de escolta, pero entendí que ahí me necesitaban, por las lesiones que hubo. Cuando me enteré me puse a ver videos de los mejores bases, incluido Campazzo, para entender la posición y aprender lo más rápido posible. No fue tan difícil porque me comprometí. Yo antes era de quejarme, pero cuando esto pasó, cambié el chip y acepté mi rol. Tenía que aprovechar la oportunidad”, relata quien admite haberse sorprendido por rendir tan bien y tan rápido en un puesto tan complejo a ese nivel. Esta versatilidad y polifuncionalidad se sumaron a otras virtudes que tiene Leandro para terminar de convencer a los Lobos de Minnesota: su capacidad atlética, la juventud, su mentalidad y competitividad y el potencial que este combo genera pensando en el futuro.
Claro, la adaptación nunca es fácil ni sencilla en la NBA. Ya lo admitió Campazzo, cuando llegó. Todo es más complejo en la mejor liga del mundo. Los jugadores son más fuertes, rápidos y atléticos, el juego es distinto y nadie te respeta aunque vengas de ser un gran jugador en Europa. La confianza hay que ganarla a pulso y eso deberá hacer Leandro, dentro de un equipo irregular, que está lejos de ser un candidato. La mejor forma para hacerlo es con su defensa, porque jugadores ofensivos sobran en la NBA y Minnesota tiene los suyos, en especial Karl Anthony Towns, Anthony Edwards, D’Angelo Russell y Malik Beasley. “Me siento más cómodo defendiendo que atacando”, admite este cordobés de 2m00 que ha mostrado algunas cositas que pueden emparentarlo a Manu, más que nada en cuestiones y estilo, sobre todo del MG20 joven.
Justamente ahí, en la defensa, estará la llave para ganarse minutos y protagonismo porque, si bien el nuevo DT es más del palo ofensivo, responsable en parte de hacer funcionar muy buenos ataques, como le pasó en los Nuggets de Jokic y en los Pelicans de Anthony Davis y DeMarcus Cousins, los Wolves saben que tienen que construir desde la defensa. Talento y anotadores tienen casi todos los equipos, pero química colectiva y grandes defensores, pocos. Por eso, seguramente para instaurar esa mentalidad de defensa y competencia desde el aro propio, contrataron a Patrick Beverley, un base veterano que es un perro de presa, un defensor insoportable, muy emocional y físico. Seguramente el cuerpo técnico busque emparejarlo con Bolmaro para meter presión a la pelota, en el perímetro rival, y empezar a dominar desde la defensa, un apartado en el que Minnesota hace años no se destaca. Desde el 2016 que está entre los diez peores equipos, tanto en puntos permitidos como en tantos cada 100 posesiones. Ni siquiera Tom Thibodeau, DT especialista en defensa, pudo lograr cambiar esta realidad. Veremos si ahora, con un nuevo asistente defensivo, Elston Turner, los Wolves pueden mejorar en esta misión.
Bolmaro, que ya comunicó que usará la camiseta N° 9, puede ayudar. “Me gusta presionar, obligar, provocar errores. Me gusta no dejar pensar porque sino te pintan la cara…”, analizó. No será tan fácil en la NBA, pero Lea tiene una combinación de virtudes interesante. Tiene brazos largos, muy buenas piernas y desplazamientos, hacia atrás y los laterales, capacidad de anticipación y de reacción, buenas manos, lectura y intuición, todos atributos que le vimos en España y ahora deberá ratificar. Pero él no tiene miedo. “Siento que puedo defender jugadores más bajitos y más altos”, dice este cordobés que es un pibe muy tranqui fuera del campo pero adentro, incluso en los entrenamientos, se transforma, siendo intenso y hasta calentón, por una competitividad que le sale por los poros.
Hoy, cuando hace apenas días abrieron los entrenamientos oficiales, es muy temprano para saber con certeza qué le puede deparar a Bolmaro. No es momento para ser muy optimista –ni decir “va a ser parte de la rotación estable, jugando 20 minutos”, por ejemplo- ni pesimista –no va a jugar y va a pasar a la G-League-. El cordobés lleva apenas algunos días entrenando con el equipo, al lado de los jugadores que estuvieron en la liga de verano y sólo algunos de los compañeros que estarán dentro de la rotación habitual. Por eso no hay parámetros para saber qué se puede esperar. Hay que aguardar al training camp que arranca este jueves 23.
Lo único que está claro, a priori, según lo que pudo averiguar Infobae, es que el cuerpo técnico dispondrá de un equipo largo en esta temporada, con muchas opciones en las tres posiciones en las que juega Bolmaro: están Russell –figura-, Malik Beasley, Anthony Edwards, Jaylen Nowell, Josh Okogie y Jaden McDaniels. Leandro puede ser el tercer base del equipo y, a la vez, ser una opción como escolta y, en ocasiones puntuales, jugar de alero. Para eso será determinante que se destaque en defensa y, en segundo término, que meta el tiro abierto. Tuvo casi 42% en triples en la temporada anterior, aunque la línea de tres está claramente más lejos en la NBA y, por su forma de lanzar, no le será sencilla la adaptación al cordobés. Difícilmente tendrá la pelota en sus manos siendo rookie y deberá sacarle rédito a cosas que hace muy bien: correr la cancha y hacer cortes sin balón. Cada pequeño momento tendrá que aprovecharlo, aunque claro, lo principal será ganarse la permanencia en cancha con su defensa. El resto será un bonus.
Bolmaro estará dentro de un equipo que llena años sumido en la mediocridad y todavía busca su identidad. Sólo se clasificó a playoffs en una de las últimas 17 temporadas (17/18), la única vez en 16 campañas que tuvo un récord positivo (47 victorias y 35 derrotas). En la anterior, la 20/21, tuvo sólo 23-49, apenas mejor que la previa (19-45). Los movimientos internos buscan lograr una cultura ganadora para no perder a Anthony-Towns, la estrella de ascendencia dominicana que la temporada pasada promedió 24.8 puntos y 10.6 rebotes, pero no son pocos los que sienten que le queda poca paciencia... La llegada de Edwards, escola-alero que fue el pick N° 1 del draft del 2020, resultó un gran acierto (19.3 y 4.7 como novato), pero necesitan mucho más para destacarse en una conferencia durísima como la Oeste.
Bolmaro es parte de esta nueva apuesta y desde el 4 de octubre, cuando juegue su primer partido –amistoso ante New Orleans-, empezará a desandar el camino, aunque a ganarse un lugar deberá empezar en el campus de entrenamiento, entre septiembre y octubre. Un nuevo argentino en la NBA -hoy son cuatro- que nos despertará la ilusión y nos hará quedar levantados hasta bien tarde.
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