Hacia fines de 1990, Ayrton Senna ya era considerado el mejor piloto del mundo luego de lograr el segundo de sus tres campeonatos de Fórmula 1 con el McLaren-Honda. Una vez terminada la temporada -como todos los años- volvió a Brasil para pasar las vacaciones junto a su familia y amigos. Si hubiese cumplido con el itinerario original de un largo viaje desde Australia, podría haber sido secuestrado en su país, pero lo salvó una inesperada visita a Buenos Aires.
Aquella temporada fue intensa, en la que el duelo entre Senna y Alain Prost llegó a su punto más álgido con otro toque entre ellos para definir nuevamente un título. En 1989 el francés fue el responsable de la maniobra al doblar antes de tiempo al llegar a la chicana del Autódromo de Suzuka. En 1990, otra vez en el circuito japonés, en la largada fue el brasileño el que generó el incidente al no levantar antes de llegar a la primera curva y los dos abandonaron. Ayrton sabía que con ese resultado él era campeón, como también lo supo Alain un año antes.
En la última fecha del año disputada en Australia (4/11) la categoría cumplió 500 carreras e invitó a todos los campeones del mundo, pero, aparte de dos de los tres que corrieron en Adelaida, Senna y su compatriota Nelson Piquet (ganó esa competencia), solo se sumaron Juan Manuel Fangio, Jack Brabham James Hunt, Jackie Stewart y Denny Hulme. Ellos participaron de una imagen icónica de la Máxima donde aparecen en la recta principal del circuito callejero. Llamativamente, Prost, que corrió, no quiso estar en la foto.
Ese fue uno de los primeros encuentros entre Fangio y Senna. El brasileño siempre manifestó su admiración por el argentino, y tomaron el mismo vuelo transpolar de 24 horas para regresar a esta parte del mundo. En el viaje el diálogo fue constante y plagado de respeto y reconocimientos entre ambos. El avión aterrizó en Ezeiza el 7 de noviembre y Ayrton aceptó la invitación de Juan Manuel para pasar unas horas en Buenos Aires.
En ese breve lapso Senna y Fangio volvieron a conversar más distendidos y luego el paulista repitió sus visitas entre 1991 y 1993, cuando fue la única vez que estuvo en el Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires Oscar y Juan Gálvez, con la esperanza de poder correr allí en 1994 (fecha original de la vuelta de la F1 a la Argentina que luego se pospuso para 1995).
Ese miércoles Ayrton se alojó en el Alvear Palace Hotel. También aprovechó para pasear por la calle Florida y llevarse algunos recuerdos. En diálogo con la revista CORSA, definió a Fangio como “el piloto más grande de todos los tiempos y se destaca no solo como deportista sino también como hombre y por todo lo que representa para el automovilismo”.
Sobre el polémico toque que definió el campeonato en Suzuka, explicó que “fue un accidente que sucedió en el lugar más difícil – la primera curva- y en el cual no hubo forma de evitarlo”. Luego agregó que “el toque se produjo en parte por error de evaluación mío. Creía que Prost no iba a arriesgar un solo milímetro… Pero también se debió a una equivocación de él, que no supo esperar. Tenía un auto más veloz y hubiera podido pasarme en cualquier otro momento”.
“Lo único que tengo en común con Prost, es la pasión por el automovilismo. Por lo demás, todo nos separa; tenemos temperamentos, personalidades y educaciones diferentes. Nuestro enfrentamiento es muy destructivo para el automovilismo. Las distintas opiniones profesionales son razonables, lo lamentable son los ataques personales, que tienen que ver con la parte humana y que son los más tristes”.
Además reveló que Ferrari lo había tentado a mitad de año: “Más adelante podría correr en Ferrari. Ellos me tentaron a mitad de temporada, pero no pude aceptar porque estaba disputando el título; también conversé con Williams, pero afortunadamente sigo en McLaren”.
Mientras que en Brasil se encendió la alerta porque su familia lo esperó, aunque se comunicó por teléfono con ellos y les dijo que se quedaran tranquilos y que iba a retornar por la noche. Esa demora en el regreso a su tierra fue clave para su integridad y le dio tiempo a la Policía para desbaratar un intento de secuestro.
Senna era una celebridad mundial y sus altos contratos en la F1 lo hicieron un blanco ideal para el Comando Vermelho (rojo en portugués), una organización criminal de Brasil dedicada al narcotráfico, extorsión, robo, secuestro y sicariato fundada en 1979 por Rogério Lemgruber en la prisión de Ilha Grande en Rio de Janeiro y que durante la década del noventa fue muy fuerte. Hoy sigue funcionando y es común ver en muchas favelas cariocas sus iniciales, CV.
La Policía de Río de Janeiro hizo inteligencia sobre el “Operativo Senna” a raíz de dos antecedentes con personas vinculadas al campeón mundial. En esa época los secuestros eran un tema candente en Brasil, donde en aquel año se registraron 27 casos en pocos meses. Y podrían haber sido más sin la intervención de la Policía que tomó como referencia lo ocurrido con el padre de Ayrton, Milton da Silva, cuando a fines de octubre los secuestradores interceptaron su auto, pero solo se encontraron con el chofer de Milton. También en septiembre se desbarató un intento de secuestro de Xuxa, ex novia de Senna.
Todos los caminos condujeron al entonces bicampeón mundial de F1 y los datos recibidos por la Policía les permitió estar en alerta, aunque necesitaron de un tiempo extra para montar un fuerte operativo de seguridad y esas inesperadas horas de Senna en Buenos Aires les dio ese respiro. El CV se enteró de la custodia que iba a tener el corredor de F1 en su regreso al país y decidió abortar el secuestro.
Cómo fue el plan
El CV quiso secuestrar a Senna en la conferencia de prensa que iba a ofrecer al llegar a su país. Aunque, en caso de presentarse inconvenientes, tuvieron una alternativa que fue raptarlo días después cuando el piloto estuviese en Angra Dos Reis, descansando en su residencia familiar junto a los suyos.
Una vez anulado el plan A, y ya de vuelta en Brasil, la Policía le recomendó a Ayrton que su contacto con la prensa fuese efímero para que abordara cuanto antes su helicóptero que lo llevaría hasta Angra Dos Reis. El jueves 8 de noviembre, en medio de una fuerte custodia policial en el Aeropuerto Internacional de San Pablo en Guarulhos, Senna atendió la requisitoria de los medios en una conferencia que brindó en su hangar donde guardaba también su jet privado. Para ese evento los integrantes de la división antisecuestros estuvieron camuflados de periodistas.
“Quiero estar en paz hasta fin de año, a menos que McLaren me quiera para los tests de diciembre en Estoril (Portugal)”, comentó. El tema del secuestro tomó estado público el lunes 12 de noviembre en un artículo del diario Folha de Sao Paulo. Días más tarde la revista italiana Autosprint entregó sus premios Cascos de Oro y Ayrton participó por teléfono. Cuando le consultaron sobre el intento de secuestro sostuvo que “la situación ha sido es difícil. No puedo explicar más nada, pero por fortuna ahora está todo bajo control”.
Pero luego continuó con su programa de descanso y se dirigió en helicóptero hasta la residencia de su familia y ese año pasó invitó a sus vacaciones a su amigo, el banquero Antonio Braga (solía frecuentar las carreras de F1), en las playas de Angra Dos Reis, pero bajo una fuerte custodia policial.
El intento de secuestro a Senna se evitó gracias a un trabajo interestatal de la Policía. El comisario y jefe de la División de Represión al Crimen Organizado de Río de Janeiro, Jorge Mario Gomes, le informó al jefe del Grupo Antisecuestros de San Pablo, Fernando Costa, quien activó el protocolo de seguridad para recibir al corredor en Guarulhos.
Según Gomes, el plan contra Senna fue obra de tres cabecillas de la favela Jacarezinho, una de las más grandes y peligrosas de Río de Janeiro y donde se alojó el CV. Los delincuentes fueron buscados por la Interpol por haber participado de otros secuestros y para el “Operativo Senna”, habrían actuado con el apoyo de un grupo de 20 personas para llevar adelante la operación.
Aquellas horas que el recordado astro brasileño se tomó en Buenos Aires fueron claves para el accionar de la Policía. Cuánto valió esa caminata por la calle Florida y el breve descanso en el hotel porteño. Sin saberlo, su idilio por Fangio le permitió a Senna salvar su vida.
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