El duelo entre Pumas y Chivas se ha convertido en uno de los partidos con mayor rivalidad deportiva dentro del fútbol mexicano. El equipo de la UNAM y el Rebaño Sagrado han sido protagonistas de partidos épicos y momentos que han quedado inmortalizados en el recuerdo de ambas aficiones.
La identidad en ambos bandos es algo característico dentro del fútbol azteca y dicha rivalidad ha regalado momentos como la ocasión en la que Ailton Da Silva, jugador carioca de los Pumas, le anotó un gol a los Rojiblancos y festejó con un mensaje claro en una playera que iba dirigido para Jorge Vergara, quien días antes al enfrentamiento declaró que se enfrentaban a unos mininos.
Otro de los momentos para destacar es la única final que se ha disputado entre ambos equipos y donde el equipo del Pedregal alzó su cuarto título de Liga después de 13 años de sequía.
En aquel partido final el sol caía con fuerza sobre la cancha del Estadio Olímpico que era el escenario de la final del Torneo Clausura 2004. El cuadro capitalino tenía una cita con el destino, pero enfrente tenían a uno de los equipos mexicanos con mayor tradición y títulos.
La ida de la final se jugó en el Estadio Jalisco en Guadalajara; Pumas se fue al frente en el marcador con una anotación de José Luis Parejita López en la primera mitad del partido. Para la segunda mitad, Ramón Morales emparejó los cartones y todo se disputó en la capital del país.
El partido en la capital finalizó sin anotaciones en los 90 minutos regulares y en los tiempos extras. Para poder coronarse campeones del certamen, todo se tenía que definir desde el manchón de penalti, y que se convertiría en una serie en la que ambos equipos demostraron su capacidad para definir de la mejor manera.
Jaime Lozano fue el encargado de abrir la tanta por parte de los auriazules con un potente latigazo que sacó al balón en dirección contraria a Oswaldo Sánchez. Adolfo Bautista, que en ese momento comenzaba a convertirse en un nuevo ídolo de Chivas, emparejó la tanda con un disparo que dejó sin opciones a Sergio Bernal.
Joaquín del Olmo, que para ese momento era uno de los futbolistas con más experiencia sobre el terreno de juego, mandó guardar el balón en una de las esquinas superiores del marco. A pesar de su lance, Oswaldo Sánchez no pudo atajar el potente disparo.
El turno en el manchón fue para Manuel Sol que engañó con facilidad a Bernal, pues el cobro de Sol salió en dirección contraria a la que viajó el arquero dorado.
Joaquín Beltrán es uno de los últimos referentes de la afición puma. El entonces capitán del conjunto universitario cobró el tercer penal y consiguió anotar al engañar al arquero del Chiverío.
Momentos más tarde, Juan Francisco Palencia, que también jugó para el equipo del Pedregal y en donde se convirtió en campeón dos ocasiones, cobró su disparo con tranquilidad y se incrustó en la parte baja del marco. La serie estaba 3-3.
El siguiente cobro dejó una de las postales más recordadas del fútbol mexicano: Francisco Kikín Fonseca cobró su disparo y al acertar, corrió a celebrarlo en la cara de Oswaldo Sánchez, quien se encontraba tendido sobre el césped. Ambos fueron compañeros en la Selección Nacional y años más tarde se convirtieron en compañeros de trabajo como analistas deportivos.
Omar Bravo hizo lo mismo, pero él dirigió su festejo a la afición local con un “No los escucho” y dirigiendo sus manos a sus oídos.
Ailton Da Silva anotó el último gol para los felinos que, después de un disparo errado de Rafael Medina, se consagraron en los monarcas del fútbol mexicano.
Este título fue la piedra angular para que Pumas se convirtieran en el primer bicampeón en de torneos cortos en el Apertura 2004.
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