El tiempo corre rápido en la Selección Mexicana. Hace dos años, un 6 de septiembre de 2019, Javier Hernández marcaba su último gol con la camiseta nacional. También se trató de su último partido en el Tri antes del exilio al que se ha visto condenado. Desde ese día, Chicharito no forma parte de ninguna convocatoria de Gerardo Tata Martino.
Nadie hubiera imaginado en ese momento que el anotador histórico de la selección estaría viviendo sus últimos momentos en cancha con el combinado azteca. El doblete de partidos amistosos programados para aquella semana, Estados Unidos y Argentina, figuraba como una prueba interesante para un conjunto que había arrancado el ciclo con el pie derecho tras ganar la Copa Oro 2019. Todo era miel sobre hojuelas para Martino y los suyos. Resultados positivos, invicto en todos los partidos, y ningún conflicto extracancha.
El destino cambió para siempre. Hernández rubricó por última vez contra Estados Unidos aquella noche del mes patrio. México ganó sin problema y CH14 firmó el primer tanto de la noche (victoria de 3-0). Luego de un desborde pleno de habilidad de Jesús Manuel Corona, Javier ganó el espacio fiel a su estilo y remató de cabeza para abrir el marcador. Pero el guion quiso contar otra historia. Tres días más tarde, la oncena verde cayó vapuleada contra Argentina (4-0).
A través de la prensa, se dio a conocer que algunos jugadores estuvieron involucrados en una indisciplina tras asistir a un antro en Nueva York. Luego, las cosas se aclararon y, de acuerdo con información del Francotirador de Récord, ciertos seleccionados como Miguel Layún se acercaron a Martino para pedirle disculpas por el incidente. No fue el caso de Hernández. La distancia era insalvable. No importó la lesión de Raúl Jiménez, los problemas para encontrar reemplazo ni el quinto aire de Chicharito en el Galaxy.
Hasta entonces, Javier Hernández había sido constante en la selección Azteca por diez años. Desde su debut en 2009, en un amistoso contra Colombia, el atacante se convirtió en uno de los principales referentes del equipo. Muy pronto, sus goles y carisma lo colocaron entre los consentidos del público. El combinado verde además había padecido la ausencia de un nueve, tras el declive natural de Jared Borgetti y la insuficiencia de otros jugadores como Guillermo Franco y Omar Bravo.
El primer gran torneo que encaró Hernández fue la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010. En ese torneo, el entonces flamante fichaje del Manchester United marcó dos goles: contra Francia y Argentina. El equipo mexicano se marchó entre la frustración y el enojo, pero la irrupción de Chicharito parecía augurar un mejor futuro.
En los siguientes años, Javier supo consolidarse tanto en la Selección como en el balompié europeo. En la Copa Oro 2011 se consagró campeón por doble partida: del torneo y de goleo. Era un jugador clave, no había dudas. Pero el camino que había forjado comenzó a descarrilarse en 2013. Fue protagonista de un error inaudito contra Costa Rica en el último partido de las Eliminatorias rumbo a Brasil 2014. Su falla pudo costarle el boleto a México, que finalmente se salvó de última hora.
Esa jugada no sentenció al Tri, pero sí a Hernández que tuvo que vivir su segunda Copa del Mundo, otra vez, en el banco de suplentes. Aun así, el delantero logró marcar en el juego contra Croacia. Durante los siguientes años, Oribe Peralta y Raúl Jiménez pelearon codo a codo con Hernández por el puesto. Con Juan Carlos Osorio, afecto a las rotaciones, todos tuvieron oportunidades.
Finalmente, ya en Rusia 2018, el colombiano se decantó por Chicharito. Su tercer mundial fue, por fin, la oportunidad de jugar como titular. No decepcionó: su madurez le llevó a jugar como un delantero total. Contra Alemania fue vital en el gol del triunfo. Y ante Corea del Sur, firmó su cuarto gol en Copas del Mundo para entrar a la historia: se unió a Rafael Márquez y Cuauhtémoc Blanco como los únicos mexicanos en marcar en tres ediciones distintas de la magna justa.
El cuarto mundial parecía probable. Con 34 años, Hernández llegaría a Qatar 2022 con madurez y experiencia. Conforme avanza el tiempo, esa opción parece desvanecerse por completo. 52 goles y 109 partidos. Ese es el legado de Chicharito como seleccionado. Sólo el tiempo dirá si se mantiene intacto o si todavía tendrá una oportunidad de agrandarlo.
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