El nadador mexicano Gustavo Sánchez Martínez compitió en Tokio por tercera vez en unos Juegos Paralímpicos, y aunque en esta ocasión se marcha sin hacer podio, volvió a exhibir su capacidad para derribar barreras dentro y fuera del agua.
Sánchez, quien debido a una discapacidad congénita sólo cuenta con un brazo plenamente funcional de entre las cuatro extremidades, logró meterse en Tokio en las finales de los 100 y los 200 metros libres categoría S4 de entre las seis pruebas en las que participó, sin llegar a llevarse medalla.
El deportista nacido hace 27 años en Ciudad de México hizo su debut paralímpico en Londres 2012, donde deslumbró al llevarse cuatro medallas (dos oros, una plata y un bronce) y se convirtió en el deportista más galardonado de esos Juegos.
Su amplísimo palmarés también incluye un título mundial logrado en Montreal (Canadá) en 2013 y un largo elenco de medallas en campeonatos mundiales y en los Panamericanos. En Río 2016, se clasificó para cinco finales pero no pudo terminar en el podio en ninguna de ellas.
Protagonista de dos documentales y de un libro escrito por su madre (“Vivir sin límites: La historia de Gus”), además de rostro de campañas publicitarias en su tierra natal, afirma que todo lo logrado en su vida y en su carrera deportiva “es el resultado de trabajo duro” y de la “dedicación”.
“Gus” nadó por última vez en Tokio este viernes en las series clasificatorias de los 50 metros espalda disputadas en el Centro Acuático de la capital nipona, en las que no logró terminar entre los 8 mejores que competirán por las medallas.
“Quiero agradecer a todos por su apoyo y por todos los mensajes que estuve recibiendo. Me voy feliz con mis resultados”, dijo el nadador en un mensaje que difundió a través de las redes sociales.
“Aún hay Gustavo Sánchez para otro ciclo olímpico y vamos a prepararnos mucho más”, señaló el paratleta, quien apuntó así a su objetivo de competir también en los Juegos de París 2024.
El deportista, cuyo lema personal es “nunca abandones” y “nada es imposible”, tratará de aprovechar así la cercanía de la próxima cita olímpica, que tendrá lugar en tres años después del retraso de Tokio 2020 debido a la pandemia y a la que llegará en la treintena.
Antes de su participación en Tokio, Martínez se veía “fuerte” aunque admitía la dificultad de estar entre los mejores debido a los “muchos movimientos en el ránking mundial” y a la crisis sanitaria global causada por el coronavirus, que “favoreció a algunos atletas, a otros no tanto”, según dijo en declaraciones a la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE) de México.
Pero la pandemia no es ninguna excusa para “Gus”, quien afirma que esta coyuntura excepcional le “enseñó muchas cosas”, entre ellas “a tener más paciencia” o a adaptarse a entrenar en casa.
“Creo que aprendí mucho y que era necesaria para replantear nuestras metas y objetivos, para ser más empáticos y conscientes de la situación”, señaló.
Su trayectoria deportiva se remonta a cuando tenía siete años y comenzó a nadar en la piscina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) como parte de su proceso de rehabilitación, y donde pronto llamó la atención de sus instructores al ser uno de los niños que mejor se desenvolvía en el agua y más rápido aprendía.
El joven “Gus” fue subiendo escalones en su preparación y en su nivel competitivo y se marcó el objetivo de lograr “el mayor de sus sueños”, llegar a unos Juegos y conseguir medalla.
La principal diferencia entre “Gus” y otros jóvenes no era su discapacidad, sino que él “trabaja fuerte” para alcanzar sus metas y termina por “lograr lo que se propone”, según dijo de él el cineasta Eduardo Lucatero, autor del documental dedicado al deportista “Récord Mundial” (2014).
EFE
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