La derrota de México frente a Argentina en el Mundial de Alemania 2006 sigue retumbando en el tiempo. Uno de los protagonistas de ese fatídico encuentro fue Oswaldo Sánchez. Recordó lo traumático que resultó aquel zapatazo irrepetible fruto de la inspiración de Maxi Rodríguez. En entrevista con el programa La Saga de YouTube contó:
“Sí, me sigue doliendo. De repente sueño y me despierto llorando porque recuerdo esa imagen porque pudo ser algo trascendente”
El ahora analista deportivo reconoció la rapidez con la que se presentó la jugada y las complicaciones que la poca vista panorámica le generaron.
“Para el portero es muy difícil reaccionar. Cuando tú no ves salir la pelota desde que es pateada, es más difícil y eso sucedió. Gonzalo (Pineda) se puso en la trayectoria del balón y el tiro de Maxi Rodríguez pierdo esa milésima de segundo. La veo hasta que pasa por un costado de Gonzalo y ya no puedo dar ese paso que me hubiera dado la posibilidad de sacar esa pelota”, apuntó.
Para aumentar el sentimiento de nostalgia, Oswaldo recordó que a lo largo de su extensa carrera tuvo que lidiar con jugadas incluso de mayor complejidad. “Yo había sacado pelotas más difíciles que esas”, analizó el guardameta que al inicio de aquella competición padeció la pérdida de su padre en las horas previas al debut contra Irán.
México llegó a la Copa del Mundo de Alemania como uno de los equipos más fuertes, de acuerdo con los registros que hacía la prensa internacional de la época. La selección tricolor incluso fue cabeza de serie en el grupo que les emparejó con Irán, Angola y Portugal. Esa consideración no había llegado de la nada, pues un año antes, en la Copa Confederaciones, había quedado constancia de la calidad que podía ofrecer aquella escuadra en su juego.
Gracias a un doblete de Omar Bravo, la selección arrancó con el pie derecho en la magna justa al vencer a Irán por 3-1. El camino comenzó a complicarse para el segundo cotejo: México no le pudo ganar a Angola y tuvo que definir el liderato del Grupo D con la Portugal de Figo, Deco y un jovencísimo Cristiano Ronaldo. La oncena verde cayó por 2-1 en dicho compromiso. El panorama lucía complejo rumbo a la siguiente fase. Argentina asomaba en el horizonte.
México y Argentina habían tenido enfrentamientos constantes durante los dos años anteriores. En la Copa América 2004, el Tri ganó 1-0; luego, en la Confederaciones 2005, la Albiceleste se impuso en penales tras el empate 1-1. Eran dos viejos conocidos.
Los pupilos de Ricardo La Volpe mostraron su mejor versión en aquel partido. El estilo que parecía desdibujado en fase de grupos pronto volvió a retomar la consistencia que se había visto durante todo el ciclo. Muy temprano, México se adelantó con un gol de Rafael Márquez tras un cobro de falta de Pavel Pardo. La ventaja fue efímera pues Hernán Crespo recuperó la paridad en los cartones apenas dos minutos más tarde.
A partir de ese momento, se gestó un partido en el que México tuvo el control de las acciones y las mejores oportunidades de gol, pero no pudo concretar. Argentina contaba con múltiples figuras en su alineación: Juan Román Riquelme, Hernán Crespo, Javier Saviola, Carlos Tevez y Lionel Messi, que emergió desde el banco en el segundo tiempo.
El partido sólo lo podía resolver un error o una genialidad. Sucedió lo segundo. Desde el costado derecho, Juan Pablo Sorín mandó un cambio de juego que llegó hasta Maxi Rodríguez. El mediocampista bajó el balón con el pecho y, sin pensarlo, impactó un zurdazo que se incrustó directamente en el ángulo superior derecho de Oswaldo Sánchez. No hubo más partido. El sueño mexicano acabó en ese momento.
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