Ha pasado más de una década desde que Cristiano Ronaldo se marchó del Manchester United, a donde regresa en el papel de fichaje estrella de este mercado, pero también como un futbolista completamente diferente al que emigró a España a mediados de 2009. A 12 años de su salida de Old Trafford, el delantero portugués vuelve como uno de los máximos exponentes en su deporte y en su época. Sus registros individuales y colectivos se han agigantado al punto de posicionarse entre los mejores jugadores de toda la historia. Su talento innato, mentalidad de acero y ética de trabajo le han permitido concretar una espectacular metamorfosis.
Mucho antes de transformarse en una máquina de convertir goles, era un atacante rápido, pero no tan determinante. Cuando llegó a Inglaterra por primera vez proveniente del Sporting Lisboa jugaba como extremo tradicional y desplegaba su talento en las bandas. La Premier League recibió a un jovencito de 18 años de gran desequilibrio en duelos individuales, que llegaba a la línea de fondo y centraba. Sus regates de lujo garantizaban el espectáculo. Aunque en ocasiones abusaba de su destreza, eludía rivales con engaños extravagantes pero no tan productivos.
Su embelesado estilo de juego había seducido a Sir Alex Ferguson, el gran artífice del inicio de la transición hacia su versión actual. Bajo el ala del DT escocés nació ‘CR7’, ya que heredó el mítico dorsal que habían vestido leyendas del club como George Best o Eric Cantona, y que David Beckham había dejado vacante al irse al Real Madrid de Los Galácticos.
En sus primeras temporadas, Ferguson todavía lo colocaba de volante externo en su 4-4-2 y él sostenía esa tendencia al desborde. Le gustaba hacer trucos con la pelota, exagerar en sus pases y exponer su talento artístico a la hora de enfrentar cara a cara a sus adversarios. “Cuando llegó era como un pony de exhibición. Quería mostrarle a la gente lo bueno que era eludiendo rivales”, dijo alguna vez Rio Ferdinand a BT Sport. Y al poner tanto énfasis en sus destellos de magia, su romance con el gol ni siquiera era un coqueteo: en sus primeros 95 partidos con el Manchester United en la Premier League, Cristiano solamente anotó 18 goles. Algunos referentes del equipo, como Ruud Van Nistelrooy o Ryan Giggs, empezaron a molestarse con su individualismo.
Pero luego hubo un punto de inflexión, un quiebre en sus rendimientos. Después de su debut mundialista en Alemania 2006 y tras la venta de Van Nistelrooy, Cristiano Ronaldo se convirtió en el dueño de Los Diablos Rojos. Tenía más roce en el fútbol inglés, estaba mucho más desarrollado física y mentalmente, y poco a poco se despojó de los toques intrascendentes para incorporar recursos más productivos a su repertorio. En simultáneo, Alex Ferguson empezó a liberarlo cada vez más y terminó desatándose definitivamente en la temporada 2007/08 como comandante del tridente ofensivo que integraba junto a Carlos Tévez y Wayne Rooney (o Dimitar Berbatov). Con 23 años, finalmente vivió su despegue definitivo: en esa campaña marcó 42 goles en 49 partidos, ganó la UEFA Champions League y su primer Balón de Oro.
Dijo a adiós a Old Trafford seducido por un papel principal en la gran reconstrucción del Real Madrid. Florentino Pérez regresó a la presidencia de la Casa Blanca con una ola de contrataciones estelares –Kaká, Karim Benzema, Xabi Alonso, Ezequiel Garay y Raul Albiol, entre otros– para Manuel Pellegrini, el flamante técnico. Aquel mercado de transferencias de cara a la temporada 2009/10 lo vio convertirse en el futbolista más caro de la historia gracias a un traspaso valuado en 94 millones de euros. Unos 80.000 fanáticos lo recibieron en el Santiago Bernabéu, lugar en el que año a año mostró un crecimiento exponencial.
En sus primeros días en España empezó a jugar un fútbol más esquemático y sus primeros entrenadores, Pellegrini y José Mourinho, lo colocaron sobre la izquierda con la premisa de buscar el balón al espacio o recortar hacia adentro con el balón para aprovechar su mejor perfil y su pegada fulminante. Se vio muy beneficiado de juego de transiciones veloces porque todavía era uno de los jugadores más rápidos del mundo, aunque ya no un simple velocista. A esas alturas tenía una inteligencia superior, una lectura de juego admirable. Era capaz de involucrarse en la construcción del juego y a la vez explotarse al máximo como un soberbio finalizador.
Fue un ciclo en el que Cristiano ganó otros dos Balones de Oro y le peleó el trono a Lionel Messi. Sus primeras cinco temporadas en la Casa Blanca fueron descomunales: hizo 252 goles en 246 partidos en todas las competiciones, ganando una Copa del Rey y una Liga con Mourinho, y posteriormente otra copa y la Champions League con Carlo Ancelotti. Y cuando parecía que su curva de rendimiento iba a ser descendente, apareció Zinedine Zidene para adaptar su juego y dosificar sus esfuerzos con el propósito de prolongar su carrera. Hasta 2015, Ronaldo fue avasallante superioridad física. Pero ante los primero síntomas de vulnerabilidad se convenció de que no podía jugar cada minuto de cada partido y tenía que debía estar más cerca del área. Su metamorfosis era un hecho: no había rastros de ese extremo natural, ya un goleador letal.
“Ahora soy diferente, soy más un jugador de área, no tanto de banda. Ahí puedo marcar más goles, así que cambié un poco mi posición. Ha sido una transformación natural y ciertamente me mantiene feliz”, confesó Cristiano a MARCA en plena transformación en Madrid. Su nueva versión se trasladó a Italia, a donde desembarcó siendo el primer jugador de la historia en ganar cuatro veces la Bota de Oro. Y lógicamente también con la fama de ser protagonista en las grandes citas: fue el primer jugador en llegar a los 50 goles en fases eliminatorias de la Champions League y es el único jugador que ha marcado en tres finales de esta competencia.
En la Juventus tenía el desafío de ser nuevamente campeón de Europa pero no logró que ese dominio nacional de su equipo se traslade al plano continental, ya que lo más lejos que llegó fue los cuartos de final de la edición 2018/19, donde él marcó dos goles pero su equipo fue eliminado por el Ajax. En el Calcio italiano dejó de ser solo un goleador letal para convertirse en un centrodelantero servicial, ejerciendo un rol muy activo entre líneas. Su versión actual es la de un artillero que puede fijar a los zaguero rivales pero también participar mucho del juego interno, buscar zonas de remate y ataca los espacios para aprovechar su letalidad.
Con 36 años, su vigencia está fuera de discusión. El Manchester United recupera a uno de los jugadores más importantes de su historia moderna. Ya no tiene la vitalidad de hace 12 años, pero cuida meticulosamente sus descansos, la alimentación y hace énfasis especial en los entrenamientos para combatir el paso del tiempo. Su físico se apaga pero su talento y determinación pueden más, lo empujan a seguir reinventándose de manera constante. Por eso regresó a Old Trafford, para intentar seguir ganando títulos. Ya sin ser un extremo de amagues innecesarios, sino como uno de los máximos goleadores de la historia del fútbol.
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