Llegó a París y generó una revolución, pero no planteó ningún cambio ni impuso condiciones drásticas con aires de divo. Todo lo contrario. Desde que Lionel Messi arribó al París-Saint Germain (PSG), se manejó como uno más en un plantel plagado de estrellas y se mostró como un líder fuera del campo de juego, ese lugar en el que todos esperan verlo este domingo cuando su equipo visite al Reims por la cuarta fecha de la Ligue 1 de Francia.
En pocas horas, Leo pasó de las lágrimas en su despedida del Barcelona a una sonrisa que tiene grabada en su rostro desde que aterrizó en la Ciudad de la luz. En el mismo aeropuerto se lo vio feliz aquel martes 10 de agosto cuando llegó para firmar su contrato por dos años. Desde ese momento comenzó una comunión con todo el ambiente parisino, que pasó a ser nuevo hogar.
Se lo ve relajado, como aliviado. Tal vez su primer título a nivel mayores con la selección argentina significó sacarse una mochila pesada, pero no por las críticas de sus detractores, si no por su necesidad, sentimiento y firme convicción de levantar una copa con la Albiceleste, donde en los últimos dos años acompañó la transición con la nueva generación desde que asumió Lionel Scaloni. Incluso en las últimas horas trascendió que se puso al hombro la postura para todos sus compañeros pudieran jugar las Eliminatorias Sudamericanas a pesar de las negativas en Inglaterra, Italia, España y Portugal.
El crack rosarino se lo ve con otro aplomo. Demuestra por qué es un líder positivo y natural. Es un referente porque es el mejor del planeta, pero no necesita demandar la capitanía. Él empezó a contagiar al resto en los entrenamientos y es algo que alguno de sus compañeros ya empezaron a destacar.
Cada imagen que trasciende desde la capital francesa se muestra a un Messi sonriente, con otra impronta. Es cierto que quiso quedarse en el Barcelona, pero este cambio de aire le vino bien. Se nota la versión más terrenal de un jugador de otro planeta. Pasaron 17 días desde que comenzó su furor, y en este tiempo se pueden destacar seis gestos suyos.
1. Trato con los hinchas. Desde que bajó del avión se puso el chip parisino y empezó a meterse a la gente en el bolsillo con aquella remera blanca con letras negras que decía “Esto es París”. En el aeropuerto saludó a una multitud y luego multiplicó su fervor popular a cada segundo con marcados gestos. En el hotel donde se hospeda y a pesar del cansancio, salió al balcón y saludó a los hinchas.
Luego el ritual se repitió cuando firmó su contrato y fue presentado de forma oficial. Miles de personas le dieron la bienvenida en las inmediaciones del Parque de los Príncipes, el estadio del PSG. En el primer partido de local recibió una ovación del público que reventó las tribunas. Recién llegó y ya lo aman. Aún no jugó un minuto, pero la adoración es total. Y Leo se brindó con la gente.
2. Sin caprichos. Es uno más en el plantel. Espera poder mudarse cuanto antes con su familia a una casa, pero acompañó de la mejor forma esta transición. No exigió ninguna licencia ni pidió retrasar su inicio en los entrenamientos. Se focalizó en trabajar para conseguir su mejor forma física ya que su último partido fue el 10 de julio en la final de la Copa América.
3. Relación con los compañeros. Muchos se preguntaron qué iba a pasar con Sergio Ramos, con quien tuvo algún encontronazo en los clásicos contra el Real Madrid. El defensor también llegó como jugador libre al PSG. Pero Leo apenas arribó al gimnasio, fue a saludar uno por uno a sus compañeros y hasta se lo vio sonriente con el español.
Lo propio con su comprovinciano Mauro Icardi, con quien se dio un afectuoso abrazo y debido a la lesión en el hombro del delantero, no podrán volver a estar juntos en la Selección, al menos en esta triple fecha de las Eliminatorias.
Y más allá de lo que pase con Kylian Mbappé, también lo buscó al crack francés como reconociendo su lugar. Si el atacante galo llega a ser transferido, pudo comprobar la buena actitud de Leo.
4. Camiseta. En sintonía con esta descripción, y más allá de que su amigo Neymar le ofreció la número 10, Messi respetó al brasileño y la rechazó. Pero ello fue más allá de su vínculo; quiso dar el mensaje de que no viene a quitarle nada a nadie.
En ese sentido tampoco le “robó” la 19 al español Pablo Sarabia. Leo usó ese dorsal en sus inicios en el Barcelona y también en la selección argentina.
Sin entrar en conflictos, tomó la número 30 que era del cuarto arquero Alexandre Letellier, quién todavía no debutó en competiciones oficiales con los parisinos. Ese número es muy especial para el rosarino de 34 años ya que fue el usó cuando debutó en el Barcelona.
5. Compromiso. En el último entrenamiento de este jueves, Messi llegó dos horas horas antes. Él y Rafinha fueron los primeros en arribar al predio. Está muy metido en el trabajo diario y eso también es liderazgo. Sus compañeros ven una actitud de sacrificio y si el mejor de todos deja en claro cuán importante es la preparación física, el efecto sobre el resto es que no pueden regalar nada.
El propio guardameta costarricense Keylor Navas así lo confirmó al contar “la gran persona” que es Leo. “Lo conocía de las veces que habíamos jugado en contra pero ahora que compartimos tiempo es súper bonito porque veo que es alguien humilde, sencillo y trabajador. Tiene un don que Dios le dio diferente a todos los demás, pero en los entrenamientos trabaja mucho y eso nos motiva muchísimo”, resaltó.
6. Transmite ilusión. Desde su presentación dejó en claro que está en un equipo con el que puede pelear por cosas importantes. “Sé que mis objetivos y los objetivos de París son los mismos”, sentenció. Sabe que con este plantel puede competir por el título de la Champions League, esa estrella que tanto ansía el PSG.
Sus testimonios no son tribuneros ya que Leo no lo necesita. Pero eso también es liderazgo: transmitirle fe a su gente, para que crean en su equipo más allá de los nombres propios. Messi siempre lo demostró en un campo de juego, pero en la previa a su debut en el elenco galo dejó en claro de que no fue a París de vacaciones. Aún tiene hambre de gloria más allá de sus 35 títulos con el Barcelona en 17 años.
Poder ser campeón con otra camiseta representa su mayor desafío a nivel clubes. Se lo nota vigente y nadie duda de que Messi aún tiene mucho para dar. Empezó a ser un líder en el vestuario por su trabajo y seguramente pronto lo será en la cancha. Porque un líder verdadero es el que construye con el ejemplo y Leo lo hizo desde que pisó la capital francesa.
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