“Maradona es el gran personaje de la historia del fútbol”, dice Guillem Balagué, biógrafo de Lionel Messi, Cristiano Ronaldo y Pep Guardiola, entre otros. No dice futbolista, dice personaje, aunque cuando posa la lupa sobre el artista del balompié, asegura que los dos años que, según su óptica, fueron el pináculo de la carrera de Pelusa, “no los ha tenido nadie nunca. Esa influencia sobre el campo, constante... Sus jugadas eran de una complejidad y consecuencia muy grande, no lo ha repetido nadie, pero fue solo eso. Y eso me confirmó la impresión de que Leo (Messi) ha tenido temporadas de 8/10 puntos por más de una década. Pero ese punto álgido de Maradona ha quedado en la historia y estamos hablando todavía”.
El periodista y escritor español se aventuró a escribir “Diego Maradona, el pibe, el rebelde, el dios” tomando esa distancia. Buscando ser objetivo con el astro que hechizó a varias generaciones de fanáticos del fútbol por la magia de sus botines, pero también por carisma, por gestos, por actitudes, por claroscuros, por transitar los 60 años de su vida en modo reality show. Con el bonus track de los kilos y kilos de literatura dedicada a su historia.
“Ha sido complicado escoger las cosas que hay que decir. Es que tiene tantas capas y posibilidades... La idea primero era que el libro llegara hasta 2001, su despedida, porque creo que todo lo que hay que saber de Diego es hasta ahí. Luego es la exageración y la multiplicación de todo lo que se sabía. Algunas de las historias deben ser conocidas, otras menos. Hay una generación que no le conoce bien. Hay un mundo que no le conoce bien, eso sí me ha sorprendido. Los más jóvenes a lo mejor solo han visto el Diego del Mundial de Rusia, que estaba en otras cosas, o el del final, o el de los goles de Inglaterra, pero se quedan en eso. En el mundo van a descubrir muchas cosas del primer Diego. Y en Argentina espero haberle dado la vuelta al tema para atraer la atención del lector”, detalla.
-Has buscado profundizar en los “personajes secundarios” en la vida de Maradona. Doña Tota, Chitoro, sus representantes, su familia. Cada uno también aportó para componer el personaje.
-Cuando estuvimos en Buenos Aires en enero de 2020, decidimos poner capítulos por personajes, 40 personajes, explicar a Maradona desde la relación con esos personajes. Luego, no me acabo de convencer, y mezclé un poco la cronología lineal. Él afectó la vida de muchísimas personas, pero él también fue añadiendo cosas dependiendo de con quién estaba. Con todos los libros sobre él que he leído, artículos, videos, sorprendentemente a la mujer no se la ha explicado. Claudia, su madre, están desaparecidas de la historia de Diego. La madre, idealizada y ya, y Claudia, la mujer sufridora. Y tenían que tener una presencia fundamental en la historia. Por un lado, la madre idealizada que no comete ningún error, que está siempre ahí y se lo permite todo; eso explica mucho que Diego viviera sin límites, o al variar la estructura familiar y que pasara a ser el padre de la familia a los 15 años; pues los límites te los pones tú. Y Claudia merece un libro o dos. Curiosamente estuve hace poco en un programa de radio con Dalma, y está completamente de acuerdo con que a Claudia no se la había escrito. Es una mujer que tiene un hombre que se impone sus propios límites o ninguno, que marca su ritmo de vida, que intenta aniquilarte, que no la dejó ser ella, por celos. Creo que tengo la distancia suficiente para, sea para bien o mal, desmitificar al mito y darle equilibrio a la historia.
-¿Qué significa Maradona en tu vida? En el rol que desees priorizar, como admirador, periodista o escritor.
-Es el gran personaje de la historia del fútbol. No siento una emoción especial ni la sentí estando cerca de él, pero le hubiera admirado más si hubiera sabido las cosas por las que pasó, y cómo se puso a la vanguardia de tantísimas cosas, algunas rebeldías justas, otras inventadas; pero fue el primero que pensó que el entrenamiento individualizado era básico, 40 años antes de que se pusiera de moda. El primero con jefe de prensa, el primero con agente, el primero que creó un sindicato de futbolistas cuando los futbolistas ni creían tener derechos... Nos dijo que la UEFA y la FIFA eran corruptas y no le creímos. Si eliges solo un solo de esos caminos, te conviertes en la gran persona de tu generación, pero él se apuntó en tantas guerras, que merece todo tipo de admiración. Hoy es el personaje en el que he buceado dos años y medio. Y le debe mucho el fútbol, muchísimo más de lo que imaginaba.
Era imposible imaginar el epílogo de su muerte cuando empezaste a escribir.
-Sí, lógicamente. Yo estaba en Milán el día en que murió. Y pensé “mañana me voy a Nápoles”. Ya el final de la historia no podía dejarla en 2001, pero me sirvió estar en Nápoles, recibir docenas de mensajes de Argentina de gente con la que estuve hablando de Diego; sentisteis que te estaban arrancando un brazo, habéis crecido con él. El llanto en Argentina se convirtió en silencio en Barcelona, no pasó nada, como si hubiera muerto un futbolista cualquiera. Y en Nápoles fue la reclamación de un líder casi militar, político, que les sirvió para la lucha que siguen teniendo. Ni una lágrima, fue un “tranquilo Diego, que te vas, pero no te olvidamos, pero estamos acá para reclamarte como líder de la nación y de nuestros sentimientos”. Ver la reacción que hubo en todo el mundo me ayudó a entender muchas cosas.
¿Cómo evaluás la relación del fanático argentino con Maradona?
-Esto es algo que exploré en el libro de Messi. Muchas de las cosas, de las capas que se le ponen a Messi, y sobre todo a Diego, tienen que ver con vosotros, con vuestro país, con necesidades, ausencias, promesa incumplidas. Se os dijo en los 70 que vosotros y Japón iban a ser los grandes países, los más desarrollados del mundo, y al no producirse esto se buscan culpables. También se buscan a aquellos que confirman que sois especiales. Diego era la confirmación de eso, del que está en la élite, del que lucha cara a cara con FIFA, con UEFA, que tiene conversaciones con Fidel Castro, el Papa... Os hace sentir que sois especiales, únicos. Mucho de la deificación de Diego tiene que ver con vosotros, y él estaba muy cómodo en el escenario, con sentirse así, pero la mayor parte de la deificación es la necesidad de grandes referencias por encima del bien y del mal. Lo convertiste en un lienzo en blanco para tenerlo ahí arriba y que sirva de posible referencia de cualquier cosa, los rebeldes, comunistas...
-De todo lo que has reunido, ¿hay algo que te haya sorprendido de su vida?
-Sí, varias cosas. He visto un montón de partidos, en Barsa, Napoli, Argentina... Esto científicamente no lo podéis demostrar, no tenemos números, pero tengo una sensación visual y analítica de que el mejor Diego, el mejor de la historia, fue un año y medio, si estirás, dos años. De finales del 85 hasta el 87, por ahí. Después, aparte de que tiene problemas personales, en los entrenamientos sufre, de los altibajos, del efecto de la droga y el alcohol empieza a notarse... Y cuando gana el otro Scudetto ya estaba en otro nivel. Confirmo que esos casi dos años no los ha tenido nadie nunca. Esa influencia sobre el campo, constante; sus jugadas eran de una complejidad y consecuencia muy grande, no lo ha repetido nadie, pero fue solo ese tiempo. Y eso me chocó, me confirmó mi impresión de que Leo (Messi) ha sido un 8 o 10 por más de una década. Pero ese punto álgido de Maradona ha quedado en la historia y estamos hablando todavía.
-Te ha tocado escribir sobre las vidas de Messi, Pep Guardiola, Cristiano, ¿qué tiene de especial haber escrito sobre Diego?
-Por ninguno de los tres me llamaron de Netflix y Amazon para una serie de TV. Y me dije, es normal, son 60 vidas en 60 años como mínimo. Ninguno de nosotros tenía su percepción de vida. Leo es futbolista, Cristiano se cuida al máximo, en su cabeza está prohibido salirse de lo que le cuida. Y Pep es fascinante, pero no traspasó los límites que traspasó Maradona. Maradona lo probó todo, para ver qué tal. El gesto magnífico que tuvo conmigo de firmar la camiseta del que soy presidente dejando de lado las varias de Argentina que tenía esperando... Y de que me pidiera él, “¿quieres foto?”... Así tuve mi momento Maradona. Y lo pintaré de colores y lo haré más grandilocuente con el tiempo.
-¿Qué sensación te dio cuando tuviste ese cara a cara?
-Me encontré con mucha gente alrededor. Y con un personaje. Llevo en TV desde el 97. Medio aconsejado por alguien al que admiraba mucho, en lugar de llamarme Guillermo, como me llama mi familia, empecé a firmar Guillem. Guillem Balagué es el de los libros, es otro. Guillermo es el de mi familia. Siempre he entendido que hay una dualidad, sobre todo en la gente más famosa que yo. es hasta saludable, para proteger al hombre. A él, en cambio, lo vi siempre en personaje. Vistiendo de Maradona. Y hacía bromas, y cuando hablaba se hacía silencio alrededor suyo y, si era gracioso, las risas se oían alto. Ser eso todos los días debe ser muy pesado. Y luego estaba grande, le costaba respirar y... Qué poco te debes querer cuando dejas que tu cuerpo acabe así, porque tienes las armas y las maneras para estar más saludable. Tercero: estaba con su pareja de entonces, Esa sensación de querer poseerla, tenerla, controlarla. Cuando nos pusimos delante de la audiencia, es un gran relator, fue un gran relator. Explicaba las historias como nadie y tenía un magnetismo... Era un imán. Estábamos ahí todos pendientes. Esa es una cualidad que se tiene o no se tiene.
-Cuando hablas de Messi, dices que en él, además del talento innato, hubo un trabajo y formación en La Masía que lo ayudó a catapultarse. Cristiano es un self made man. En Maradona, ¿cuánto hubo de innato?
-En el caso de Leo, el Barcelona le pone el contexto necesario para maximizar su potencial. Es una roca cayendo en la montaña. O vas con él, o quitate del medio; eso fue para los N° 9, incluso para los entrenadores. En el caso de Diego, siempre jugaba a jugadas y el fútbol se lo permitía entonces. Por ejemplo, Inglaterra ha jugado en la Eurocopa como la mayoría de los equipos ya no lo hacen. Los que han llegado a las finales de la Eurocopa, en su mayoría, compartían una idea colectiva, que todos trabajaban y mejoraban. Inglaterra decía: “Defendemos en conjunto, siete detrás del balón y les damos la pelota a los de arriba y que hagan”. En la etapa de Diego se jugaba a jugadas. Y al jugarse a jugadas, lo que te inspiraba a tirar defensores es el instinto. No se puede estudiar el dribling y el uno contra uno o el uno contra dos. Él tenía la capacidad de asimilar lo que estaba pasando en el campo y aplicar una solución. Pero no eran equipos... Es ver otro mundo. Te pones a ver partidos del Napoli y es ver otra cosa. Pierdes el balón, te paras adelante del área y ahora te toca a tí.
-Messi ha ganado finalmente su primer título con la Selección Mayor. ¿Has visto una transformación en él en cuanto a gestos o liderazgo?
-Siguiendo la metáfora de la roca, conforme va cayendo y nadie lo puede parar, se le va juntando la rama, el arbusto... Pero mucho de lo que hace, una vez dado el paso de ser capitán, no es que se argentinicepara eso. Le toca hacer cosas, que las hace Busquets, que no es argentino. Las hacen todos. si eres el capitán, te toca liderar. Sí que hay una madurez desde que empieza a tener hijos, relativiza la victoria y la derrota, aunque le duele muchísimo la derrota todavía, sobre todo porque con el Barsa ha conseguido muchas cosas y si no ha conseguido otras, sabe bien él porqué. El por qué es por la gente que lo dirige, por cómo se gastó el dinero. En Argentina es todo más visceral y es más difícil explicar por qué se pierde con los jugadores que hay. Hostia, que no se hayan dado las circunstancias para que no ganara una Copa hasta ahora, son cosas de la mala suerte. Pero vivisteis una etapa dorada, aunque no se convirtiera en oro, con las dos finales de la Copas América y de un Mundial. Que se debatiera si era único porque no había ganado una copa de hojalata es no saber de fútbol. La derrota y la victoria son parte del deporte, tuvisteis ocasión de ganarla y, si no se ganó, no fue por Messi. Hace tiempo que ya no se debate seriamente.
-Sí se da el debate sobre quién es el mejor de la historia.
-Son debates de extremos, siempre tiene que ganar a alguien. Supongo que no hay nadie que defienda que los dos son dos buenos, ¿para qué? Si así no hay debate. Es como debatir cuál es el mejor idioma, si el inglés o el español, ¿cómo se pueden debatir dos idiomas? ¿Cómo debatir quién es mejor, si Messi o Diego? No es un debate de fútbol. El debate es sobre si me hace más feliz o no me hace más feliz.
-¿Cómo crees que va a impactar en el juego de Messi haberse sacado la mochila de no poder ganar algo con la selección argentina?
-Por lo que sé de Messi, es una y quedan más. Esto ya está, ha pasado. Si la gente piensa que por esto va a decidir su futuro o interpretar su pasado de otra manera, no, ya está, ahora piensa: “¿Qué es lo siguiente?”. Haciendo los libros de Messi y luego de Pep seguidos, me sorprendió mucho que habiendo tenido una relación tan intensa con Pep, cuando él se marchó, Messi dijo “vale, ya está, se ha ido, ¿quién es el próximo entrenador?” Y dónde queda lo emocional. Sé que a Pep le dolió, dijo, “¿qué he hecho yo para que hubiera esa gran distancia?” Me enseñó para entender a Messi. No mira para atrás. Ya tuvo su celebración y ya está pensando en lo que viene.
-¿Qué reflexión hacés de su salida del Barcelona y su llegada al PSG?
-Él hizo todo parra quedarse, no quería marcharse. Y no sabe si el club ha hecho lo suficiente. Laporta decidió hace tiempo que no quería endeudar más al club y mantener a alguien como Messi... Barcelona tiene la necesidad absoluta, apremiante, de reducir sueldos. Y una manera ha sido acabar la era Messi. Laporta se entusiasmó con retenerlo, pero luego, aconsejado por gente alrededor suyo, entendió que no podía ser, que la deuda no podía continuar a este nivel. Lo que le dolerá a Messi, es mi impresión, es que en ningún momento fue de cara. No se le puede pedir a Leo que vuelva de vacaciones para firmar, cuando habían tomado esa decisión al menos un día antes; aunque, según otros, habían tomado esa decisión un mes antes. No puede ser que se le diga a última hora. Añade un punto de dolor a la situación de Leo. Es importante que le pidieran reducir el sueldo y lo hizo al 50% sin negociar. Se marchó al PSG, se fue ganando, pero tendrá que acostumbrarse.
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