Se despidió del Barcelona creyendo morir. Como si ese llanto espasmódico le oprimiera el corazón durante el minuto y medio del aplauso agónico y final. Estaba al frente del salón cual criatura desconsolada con un pañuelito de papel estrujado, dos micrófonos inmóviles y la vista fija en la primera fila, donde se hallaban su mujer y sus tres hijos a quienes les habían asegurado que seguirían viviendo en su casa de siempre.
Balbuceante y bajo un fuerte impacto emocional le salieron las frases más sinceras. Una de ellas fue:
— ”Me pasan muchísimas cosas por la cabeza, estoy un poco bloqueado. Hasta el día de hoy no caigo en la realidad de dejar este lugar, este club, de cambiar mi vida por completo. Hace 16 años que estoy en el primer equipo y ahora toca empezar de cero. Es un cambio duro para mi familia, porque sé lo que sienten al estar en esta ciudad, pero también sé que nos vamos a adaptar y a estar bien. Hay que aceptarlo y asimilarlo, arrancar otra vez; siento tristeza, mucha tristeza porque me voy del club al que amo…”.
Durante el mediodía del domingo 8 de agosto de 2021, Messi sintió que una bomba inesperada y traicionera había destruido su mundo idealizado pues increíblemente el Barcelona lo había echado. Las crónicas periodísticas fueron muy generosas y certeras al explicar las razones del estricto cumplimiento del Fair Play financiero impuesto por el presidente de la Liga, Javier Tebas y también la sorprendente falta de reacción de Joan Laporta, titular del Barça, para ofrecer alternativas.
Lo tristemente objetivo es que después de las mejores vacaciones de su vida junto a su familia y la Copa América “adherida a su corazón”, el mejor jugador de futbol del mundo seguía libre, no tenía club, era una “Gioconda en busca de museo”, a pesar de las promesas y los acuerdos verbales con Laporta hasta la noche anterior. Después sobrevino el colapso de un comunicado insólito y cruel.
Una vez más el Barcelona le había faltado el respeto al futbol ya que 37 años atrás lo había hecho con Maradona y en el medio con otros cracks –de menor dimensión– como Ronaldinho, Rivaldo, Riquelme, Figo, Neymar, Luis Suarez entre tantos.
Diego siempre decía que el Barcelona era una institución con dirigentes discriminadores. Ponía los ejemplos de las diferencias en cómo trataban –y le toleraban todas las conductas– a los holandeses (Cruyff, Koeman, Kluivert…) o Ter Stegen (alemán) o a Gary Lineker (inglés), respecto de los jugadores sudamericanos y africanos. Y en tal sentido, vale la pena releer la nota de Pablo Cavallero en Infobae del 9 de Agosto de 2021. En uno de sus párrafos dice Diego en el 2017: “Yo sé que Messi se va a ir mal del Barcelona. O, por lo menos, no se va a ir como lo merece… Yo me fui igual. A Barcelona, al Barcelona club, no le importa lo que vos le das, no te lo agradece. Le van a pagar como me pagaron a mí”.
Ahora que todo pasó tan vertiginosamente –presentación, revisación médica, firma, conferencia de prensa, primeros entrenamientos y el sonido de la aclamación inaugural por su presencia en el Parque de los Príncipes para ver junto a la familia el encuentro ante el Racing de Estrasburgo- se pueden trazar algunas asimetrías entre aquel Diego y este Messi
La línea del tiempo nos indica algunos ítems:
• Diego tenía 22 años; Messi 34.
• Diego y Claudia eran una pareja sin hijos; Messi y Antonela disfrutan de Thiago (9), Mateo (6) y Ciro (3).
• Diego y Messi, –era y es– capitanes de la selección argentina de futbol y los mejores jugadores del mundo de cada época.
• Diego se fue del Barcelona tras padecer una Hepatitis B y una fractura del maléolo con rotura del ligamento del tobillo izquierdo tras una patada de Andoni Goikoetxea del Atletico de Bilbao (1983). Ocurrió en tales circunstancias que algún “amigo del campeón”–de nacionalidad argentina– le dio a probar cocaína, su cruz. En total estuvo 154 días inactivo durante el transcurso de sus dos años en el Barcelona: temporadas 82′-83′ y 83′-84′.
• Messi sufrió pocas lesiones importantes como la del bíceps femoral, el codo, traumatismos musculares por golpes y tratamientos gástricos por reflujo que lo tuvieron inactivo durante 396 días en 18 años de profesionalismo.
• Diego al salir de Barcelona estaba fundido económicamente; más aún, debió vender a un precio vil su casa del barrio Pedralbes , su auto y alguna joya personal para pagar deudas antes de salir de Cataluña.
• Messi –legítima y merecidamente– tiene una fortuna que supera los 400 millones de dólares y ocupa el 2° lugar en riqueza personal entre los deportistas. El primero sigue siendo Floyd Mayweather, según el ranking de la revista Forbes, que fue previo a este nuevo vínculo de Lio con el PSG. Más aún, el diario Sport de Barcelona informó que el club le quedó debiendo a Messi 52 millones de euros por salarios reprogramados a raíz de la pandemia.
• Diego negoció su contrato con el presidente del Nápoli, Corrado Ferlaini y un par de dirigentes napolitanos a través de su representante Jorge Cyterszpiler. Fue él quien cerró la negociación garabateando papeles membretados del hotel Princesa Sofia de Barcelona. Aquella reunión duró 4 horas durante las cuales Maradona iba siendo consultado telefónicamente por Jorge hasta lograr el acuerdo. Pocas personas, un papel y el final de manos estrechadas, a la vieja usanza…
• La empresa de Messi –con Don Jorge a la cabeza– negoció el sorpresivo contrato con el presidente del PSG, Nasser Al Khelaifi de 48 años, tras dos largos días de reuniones entre los equipos de abogados, contadores, tributaristas, auditores y asesores; en total 14 profesionales europeos de primerísimo nivel. Fue así que se logró la aprobación de la familia Real de Qatar, inversionista del PSG cuya representatividad más decisiva la ejerce el príncipe Tamin bin Hamad al Zani. Este es el hombre de mayor influencia en el futbol del Mundo pues Qatar es gran patrocinador de la FIFA, de las confederaciones, de las federaciones, de muchos clubes importantes del universo y de las más grandes estrellas del futbol de la actualidad y del pasado quienes operan para Qatar como influencers internacionales.
• El primer contrato de Diego con el Nápoli fue por 800.000 dólares de prima anual. Luego generó 1 millón más por publicidad e imagen que debió compartir con la Camorra, un socio obligado.
• El contrato de Messi con el PSG es por 35 millones de Euros por año –dos temporadas- y podrá renovarse automáticamente en el 2023/24. Obviamente no están contadas las regalías, los premios, ni tampoco los ingresos por imagen, publicidad, merchandising, criptomonedas, ni ningún otro royalty que al sumarse superaran largamente al salario como jugador.
• Cuando Diego llegó a Nápoli, entre los más destacados compañeros de plantel podríamos mencionar a Daniel Bertoni, Ciro Ferrara y Salvatore Bagni. Sin embargo dos años después el Nápoli con módicos refuerzos, ganó los Scudetto 86-87 y el del 89-90.Tambien la Coppa Italia del 87, la Copa UEFA del 88-89 y la Supercopa del 90 habiendo sido el goleador del 87 y el más brillante jugador de México 86, donde Argentina obtuvo la copa del Mundo…
• Messi, el jugador récord de todo lo conocido y por conocer en el futbol mundial, se agregó a un plantel cuyas figuras más destacadas son Mbappé, Neymar, Sergio Ramos, Donnarumma, Wijnaldum, Hakimi, Verrati, Di María, solo por mencionar algunos.
Después de presenciar la presentación prolija, estética, glamorosa de las nuevas figuras del PSG, evoco lo ocurrido hace 37 años en Nápoli, como no recordar aquel desborde pasional de la multitud. Entonces escribí:
— El éxtasis y la angustia conviven en el corazón del héroe. La sangre se torna espesa, densa y su paso lentifica el tránsito hasta deformar las venas visibles del cuello. En el tramo final del túnel del estadio San Paolo se escucha un rugir de sonidos humanos, inequívocas voces de la multitud. Faltan subir los siete peldaños de la última escalera. Rodeado por una veintena de personas excitadas que le hablan al mismo tiempo, sus ojos de particular vivacidad no se detienen en ningún foco, miran sin ver. Llegan a sus oídos tres de las cuatro sílabas de su apellido con la prolongación de la “o”, como si estuviese en La Bombonera. Era un Ma-ra-dooo…Ma-ra-dooo con el que los “ultras napoletani”, los “tifosi” más caracterizados de las curvas A y B le daban la bienvenida junto a los otros hinchas, la inmensa mayoría, que ocuparon totalmente el estadio y podrían calcularse en 80.000 personas.
— Aquel jueves 5 de Julio de 1984 él tenía puesto un jogging celeste que le habían dado en el vestuario, una camiseta blanca Puma y una bufanda del Napoli, que a último momento le acercó el presidente del club Corrado Ferlaino para que luciera en su cuello y se viera bien en todas las fotos que habrían de recorrer el mundo.-
— Le dio un beso a su mujer, Claudia Villafañe, un abrazo a su representante de aquel histórico momento (Jorge Cyterszpiler), subió rápidamente ese último tramo de la escalera y sintió tembloroso como el San Paolo se convertía en un volcán en erupción cual Vesubio en su primer estallido.
— Diego se paró sobre una bandera que hacía de alfombra con los colores del club, levantó los brazos y recordó aquello que había aprendido de memoria después de firmar su contrato con el único club que ya lo había tentado en el 1979 y cuyos dirigentes viajaron a Barcelona para devolverlo al fútbol, a la felicidad y a la esperanza. Les dijo:
”Buona sera Napolitani, sono molto felice di essere con voi” (Buenas noches napolitanos, estoy muy feliz de estar aquí con ustedes….). Después de decir esto, un “celofán húmedo” le cubrió la mirada a Maradona y la saliva halló una barrera para pasar por la garganta. Las tribunas lo festejaron como si se tratara de un gol. Los descendientes de griegos, romanos, normandos y españoles que conforman la ascendencia del millón de napolitanos vieron un mesías. El crepúsculo ya agonizante de aquella inolvidable noche de verano diseñó la simbiosis más perfecta del fútbol: Diego y el Napoli.
— Ya frente a los periodistas, repuesto de la emoción y del temblequeo de sus piernas, Diego declaró serenamente: “Quisiera convertirme en el ídolo de los pibes pobres de Nápoles, porque son como era yo cuando vivía en Buenos Aires”.
Ahora estamos frente a los dos llantos de Messi. El primero de indignación ante la noticia inesperada por la actitud desleal del Barcelona. El segundo llanto fue de emoción ante la clamorosa bienvenida de muchísimos franceses.
A Messi le habrá parecido que el mundo soñado se le derrumbaba y sentía la sensación virginal de su primer desafío de vida. ¿Qué será esto de ponerse otra camiseta…?
A Diego, en cambio, salir del Barcelona le generaba vivir la plenitud su naturaleza: luchar, volver a empezar, henchir el pecho, intentar una alegría para los desplazados...
Dan ganas de cerrar los ojos y pensar en las sonrisas nuevas; de imaginar a Messi alcanzar el punto simétrico que lo iguale a Diego en la locura de ganar un Mundial. Lo merece.
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