El llanto de Messi conmovió al mundo. Le pasó la vida en ese instante en el que no podía contener las lágrimas y se le secaban los labios. Tenía que ver con su sentido de pertenencia, con dejar el Barcelona. Tan fuerte como visualizar 21 años en un par de imágenes. Había llegado ahí a los 13, solo con su papá, intentando crecer y cumplir un sueño. Se iba con su esposa y sus tres hijos mirándolo desde la primera fila. Con sus compañeros admirando su juego aún más que en esa primera práctica que voló. Es una sensación muy fuerte que camina por el cuerpo. Llorar es algo tan liberador como espontáneo. Sale solo. Era su lugar. Leo podía entrar de noche al club, con los ojos cerrados, y no chocarse con nada porque sabía todo. Dónde estaba cada cosa, qué ruidos había en los distintos lugares, quién lo iba a abrazar. Y ahora también qué dirigente no iba a hacer todo por complacerlo... Tan cierto como que hacía unos días había empezado a asimilar a toda velocidad el cambio abrupto. Porque algo había olfateado. Así, después de hablar con Antonela, quien lo banca en su proyecto deportivo y personal; luego de dejarse motivar por Neymar y Di María, Messi se enfocó en el PSG. Firmó este martes y mañana será presentado. Aunque lo más fuerte es que otra vez tiene en los ojos el brillo asesino del que hablaba el genial Negro Fontanarrosa.
Messi quiere ganar otra vez la Champions. Aunque tenga cuatro fotos con la Orejona. Sus últimas balas están ahí y en el Mundial de Qatar, ahora que por fin pudo festejar con la Selección en la Copa América. Se siente un poco más liberado, pero es una máquina de competir. Una vez le preguntaron a Guardiola qué era lo que más le impresionaba de Leo. No respondió su poder de gol ni la gambeta a toda velocidad. “Su espíritu competitivo”, declaró el entrenador favorito de Messi.
Siempre quiere jugar, por eso no hay que sacarlo de la cancha. Siempre quiere ganar, por eso hasta último momento esperó refuerzos para su Barcelona. Desde esa mirada surgió el nombre del Cuti Romero en las últimas semanas, aunque ahora fue presentado en el Tottenham. Si bien se armó sin segundas intenciones –como le confesó a sus íntimos– a Leo también lo impresionó la calidad de la foto más viral de los últimos tiempos. Neymar, a quien siempre buscó de nuevo para el Barça; Di María, Paredes, Verratti. Y ahora, cuando se empiece a entrenar en París, hay que sumar a Sergio Ramos, Mbappé (el Real Madrid y uno de sus grandes sponsors lo quieren), Marquinhos, Donnarumma... Más un entrenador argentino como Mauricio Pochettino. En fin, Messi y PSG tienen otra coincidencia: los dos están locos por la Champions League. Los dueños millonarios del club desde 2011 han tirado la billetera por la ventana buscando un equipazo para festejar el último día. Es ahora o nunca.
La presión por ganar lo moviliza a Messi. No le pesa. Tiene claro que –más que para el resto– es campeón o fracaso. Por eso no lo abruma deportivamente hablando de salir de su zona de confort en Barcelona. Fue una gran venta de humo esa supuesta última oferta del club que Leo analizaba en la noche del lunes. Alguien lo dijo en público, se replicó acá y allá. Tal vez era para limpiar un poco la imagen del Barça, aunque bien mirado lo dejaba más expuesto si tenía una posibilidad y no lo había hecho antes. “No sabemos quién tiró eso”, relativizan por completo desde el entorno del mejor jugador del mundo.
Leo ya había empezado con una sonrisa su tour de despedida antes de partir rumbo a París. El sábado estuvieron en su casa de Castelldefels compañeros como el Kun Agüero, quien se quedará pese a los primeros rumores de que buscaba rescindir; Busquets, Jordi Alba y el famoso streamer Ibai. Después llegó el turno de los súper íntimos Luis Suárez, quien al pasar le dijo de un interés del Atlético Madrid, y de Pepe Costa, el hombre de Barcelona que es su sombra hace años. Él viaja siempre también cuando Leo va a la Selección, como en los primeros años hizo el fisioterapeuta Juanjo Brau. Es más: hay un gran chance de que se sume en esta nueva experiencia en PSG. Sí se descartó desde su entorno que Messi se lleve un masajista personal.
Messi debió armar su nueva logística a toda velocidad. Hace ya varias horas que estaba cerrado el pase. Pasa que una transferencia de impacto mundial también obliga no sólo a charlas con distintas empresas sino hasta, por ejemplo, tener stock de las nuevas camisetas. Allí surge el tema del número, nada menor para el marketing ni la ventana de negocio que se abre. Será el 30. Puede ser una forma de no arrancar sacándole la 10 a su amigo Neymar. De hecho en el video del PSG que oficializa el pase de Messi se ve una imagen del vestuario con la 10 de Neymar y la 7 de Mbappé.
A Leo lo ocupa más la adaptación de su familia a un nuevo país. El jugador se va a entrenar, se suma a un grupo, viaja para los partidos, compite. Antonela, Thiago, Mateo y Ciro son quienes tienen que asumir todas nuevas costumbres. Allí serán clave las familias de Di María y Paredes, los otros argentinos del equipo. En los primeros días, de hecho, se quedará en un hotel, el Le Royal Monceau Raffles. Fue todo súper rápido y se irá acomodando con la ayuda de Jorge, su papá y agente, con quien viajó hacia la Torre Eiffel. Allí, en una de las ciudades más lindas del mundo, se lo vio a Leo saludando desde el aeropuerto con una remera que decía “Aquí es París”. Aquí es donde Messi recuperó la sonrisa y su gen competitivo...
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