El mejor jugador de fútbol del mundo estaría a punto de firmar un contrato con el PSG de París. Un equipo de cuatro abogados se encuentra discutiendo por ambas partes los puntos más intrincados del contrato que unía a Messi con el Barcelona y que requieren de decisiones personales y de consultas con empresas, corporaciones, agencias y marcas, a efectos de un distracto incruento y amistoso.
Por otro lado, algunas exigencias de Lionel ya fueron zanjadas y otras se encuentran en deliberación. Los puntos que quedaron claros son:
1-Prioridad para la prestación a la selección argentina de fútbol en cualquier tipo de partido y/o compromiso que hubiere, sean estos oficiales (FIFA), amistosos o benéficos.
2-La asistencia personal a Leo Messi de quien cumplió esa función en el Barcelona durante 11 años, Pepe Costa; también la facilitación para que cualquier miembro del personal sanitario, médico o asistencial del departamento de selecciones nacionales del fútbol argentino tenga acceso a todas las instalaciones del PSG para atenderlo frente a cualquier consulta.
Está en debate la rescisión unilateral del contrato a cambio de un resarcimiento por parte de Messi al PSG, para cualquier caso que modificara la situación política entre el Barcelona y la Liga.
3-Permiso para viajar de París a Barcelona en los días en los que no hubiere actividad programada por parte del PSG (un trayecto de aproximadamente 40 minutos en avión).
Luego habrá otras cuestiones más puntuales respecto de las obligaciones que el PSG quiera que Messi asuma como, por ejemplo, la comunicación de las ventajas del Bitcoin del PSG para la compra del merchandising y de los productor afectados a su negocio: entradas, abonos, etcétera. Este, entre otros temas, está en discusión; al igual que la vivienda inicial en París y el personal de seguridad, que obviamente serán finiquitados en las próximas horas.
Toda esta cuestión formal, antes o después, será resuelta. Lo que en cambio subsistirá es el trauma de verse forzado a un cambio de hábitat de manera involuntaria. Por cuanto, en términos categóricos, podemos afirmar, que a instancias de Javier Tebas, presidente de la Liga de España, el Barcelona ha cesanteado a su mejor jugador. Y además, el fisco español dejará de percibir 300 millones de euros al año. Es el equivalente a lo que tributarían 120.000 ciudadanos, es decir, dos pequeñas ciudades enteras.
En estas mismas horas, todo está previsto para desembarcar en París, presentarse en el Parque de los Príncipies e inaugurar en los hinchas del PSG la más sublime sensación: tener un equipo insuperable en el mundo, habida cuenta de la suma de sus figuras (Neymar, Mbappé, Di María, Sergio Ramos, Donnarumma...).
Para cualquier jugador de fútbol del mundo, esto constituiría la sublimación de su carrera. Jugar en un gran equipo, tener grandes figuras como compañeros y enormes posibilidades de ganar todo lo que se ponga enfrente. Pero no es el caso de Messi, por cuanto él no disfruta de la situación futura, toda vez que padece la situación pasada. Y aún no fluye dentro de él la posibilidad de asimilar este hecho extraño, repentino, inesperado y absurdo. Todo está dado para que sea el PSG, pero a medida que transcurre el tiempo, podrían abrirse otras perspectivas. Porque el espacio que media entre la cesantía fáctica y la firma de un nuevo contrato generará ideas creativas y búsquedas de lograr la rúbrica de Messi, que es lo que podrían estar pensando un par de clubes del mundo, incluso el Barcelona.
Si esto fuera así, no sólo sentimos la indignación de lo que le hicieron a Messi en cumplimiento de una ley de Fair Play que amerita respeto, pero que humanamente habilita excepcionalidades, toda vez que en el mundo se padece una pandemia.
Presto que la decisión de la Liga fue inflexible, nos encontramos ante una reflexión curiosa y cruel: Messi busca club, que es como decir, La Gioconda busca un museo.
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