Con un perenne rostro de preocupación, con una celebración modesta y la palabra trascender casi tatuada en la frente, Luis Fernando Tena se convirtió en el primer hombre del banquillo que consiguió el logro más importante para el fútbol mexicano: una medalla de oro en Juegos Olímpicos.
Luis Fernando encontró la variante para que sus dirigidos de Londres se pudieran acoplar a un modo de juego que venía de renguear desde la Copa América de 2011, donde al combinado tricolor se le obligó a participar en dicho certamen con un equipo alterno. Fue ahí donde el auxiliar técnico del Chepo de la Torre, que era el seleccionador nacional, recibió la encomienda de tomar el timonel de dicho combinado.
Esa copa de la CONMEBOL será recordada, además de los malos resultados que consiguió, por la indisciplina en la que se vieron envueltos varios jugadores al contratar a mujeres para pasar la noche en el hotel de concentración.
A pesar de tener a su conjunto dividido en ese momento, Tena logró unificar al vestidor para que tres meses después pudieran encarar los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011.
Con el apoyo con el que solo los locales pueden gozar, México consiguió colgarse la medalla dorada. Hasta ese momento, Tena había conseguido un título que no existía en las vitrinas mexicanas. A pesar de las críticas que generaba la gestión de Tena, el sueño de competir en los próximos Juegos Olímpicos con la base de ese equipo era un sueño intacto para el tricolor.
De la pareja de los hermanos Tena, Luis Fernando es el menos reconocido como jugador, pero más distinguido de los dos como director técnico. Lo que siempre ha caracterizado al menor de los hermanos durante sus estadías en los banquillos del fútbol mexicano es que es uno de los estrategas que utiliza en gran medida la motivación para sus dirigidos.
La idea de mantenerse para Londres, de ir con la selección absoluta e irse a jugar a Europa, eran los escenarios que el capitalino sembraba en cada miembro de su equipo. Luis Fernando llegó a declarar que era un método ante un grupo que era fuerte y que podía creer en sí mismo.
El campeonato del Preolímpico de la Concacaf que premiaba con el pase a los JJOO y el título del Torneo Esperanzas en Toulon adhieren al palmarés de un estratega que ya había logrado el título de la Liga Mexicana con Cruz Azul (1997) y con Morelia (2000), dos copas de campeones con Cruz Azul (1996, 1997) y una Liga de Campeones con el mismo equipo (2014).
Fernando se formó como técnico con las sapiencias de siempre de los mexicanos de “Jugar como nunca y perder como siempre”, el “ya merito”, la sanción de la FIFA por los “cachirules” del 88 y más frustraciones que se fueron acumulando con el pasar de los años en el fútbol mexicano.
El pilar más importante que Tena pudo explotar de su seleccionado fue la incorporación de tres refuerzos: Jesús Corona, Carlos Salcido y Oribe Peralta. Jugadores con amplio recorrido en las canchas y que aportaron su amplia experiencia al grupo.
Tras un gris debut en los JJOO, el camino poco a poco fue tomando un color brillante para el combinado tricolor con victorias en instancias importantes como en los cuartos de final contra Senegal y en las semifinales contra Japón.
Al pasar a la final contra Brasil, la búsqueda del oro se tomaría con mesura por el equipo que era dirigido para no conformarse con la plata.
Entre aplausos, abrazos y una charla táctica, Luis Fernando les dejó claro a sus jugadores que Brasil los veía con temor. Además de especificarse que los primeros minutos son importantísimos. El resultado llevó a que México se fuera arriba en el marcador antes de que el cronómetro marcara el minuto uno.
Con un perenne rostro de preocupación, con una celebración modesta, Luis Fernando Tena vio pasar las dos anotaciones de Oribe Peralta que sentenciaron el partido y ponían a México a un paso del oro.
En un abrazo fraternal con su ayudante Salvador Reyes, Luis Fernando pudo saborear las mieles de la victoria más importante del fútbol mexicano cuando el arbitro finalizó el partido y el himno de México se pudo entonar en la cancha del mítico Estadio de Wembley.
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