Si bien la salida de Lionel Messi del Fútbol Club Barcelona luego de 21 años tiene un enorme impacto mundial en estas horas, la historia del final del brillante ciclo del argentino comenzó meses antes, a partir de la enemistad manifiesta entre la entidad catalana y Javier Tebas Medrano, el presidente de la Liga de Fútbol Profesional (LFP), que es la que estableció el reglamento con techos de gastos por parte de los equipos que participan en el torneo de Primera División.
En este sentido, el escueto comunicado del FC Barcelona, indicando que “a pesar de haberse llegado a un acuerdo con Messi y con la clara intención de ambas partes de firmar un nuevo contrato”, responsabiliza decididamente a la LPF por la ruptura con el jugador más importante de su historia.
Tampoco es casualidad, en el comunicado, siendo el FC Barcelona un club catalán, en estos tiempos de conflictos políticos y siendo su presidente Joan Laporta un independentista, la palabra “española” después de la de “Liga”, porque es una manera de ir directamente al hueso contra Tebas, cercano políticamente al partido ultraderechista “Vox” y con quien tiene profundas diferencias en todos los sentidos.
La historia de la salida de Messi del FC Barcelona había comenzado hace casi exactamente un año, cuando el 25 de agosto de 2020 llegó al club el impactante burofax (palabra que recorrió el mundo) en el que se consideraba libre, y aunque luego el jugador desistió de continuar por vía judicial por amor al club, quedó claro que no compartía el proyecto de la anterior junta directiva que presidía Josep María Bartomeu aunque aún con profundas diferencias y con el diálogo quebrado, el principal reclamo del rosarino pasaba por tener a su alrededor, por fin, un equipo competitivo, especialmente luego del mazazo que significó el 2-8 contra el Bayern Munich por la Liga de Campeones de Europa apenas meses atrás.
Cuando Bartomeu, entre la espada y la pared, renunció a la presidencia del Barcelona, hubo llamado a elecciones y se impuso Joan Laporta, quien mantiene una estrecha relación con Messi y su familia desde los gloriosos años de su mandato anterior, cuando el club lo ganó todo y brilló en el planeta de la mano de Josep Guardiola, se pensó que la situación estaba arreglada y que cuando se llegara al 30 de junio y el argentino quedara libre, de cualquier modo las diferencias se iban a zanjar por la predisposición de ambas partes.
Sin embargo, algo ocurrió en el medio que empezó a complicar las cosas y traería como complicación lo que sucedió en estas horas. En abril pasado, el Barcelona (si bien las caras visibles fueron los titulares del Real Madrid, Florentino Pérez, y de la Juventus, Andrea Agnelli), fue uno de los clubes líderes en el intento de salir de la UEFA para conformar lo que se dio en llamar la Superliga Europea junto al “Top-Six” inglés (Manchester United, Manchester City, Liverpool, Chelsea, Tottenham y Arsenal), los italianos Milan e Inter, y el español Atlético de Madrid, ante la total resistencia de Tebas, que veía peligrar la Liga Española, que quedaba completamente disminuida ante la nueva idea.
Si bien Tebas se enfrentó en España mucho más a Florentino Pérez (que quedaba como presidente de la nueva entidad europea), con durísimos intercambios en la prensa, la relación con Laporta –que ya venía mal desde lo político- se resintió por igual y entonces cuando se acercó el final de la temporada en mayo pasado, el titular de la LFP no quiso saber nada con cambiar el reglamento del techo de gastos para los equipos participantes para favorecer que el Barcelona pudiera renovar con Messi.
De nada valieron las diferentes reuniones que durante estos últimos dos meses y medio mantuvieron Laporta y Tebas, en las que parecían haber dialogado razonablemente. El titular de la LFP nunca se movió de su lugar y ni siquiera ahora mismo cedió cuando gracias al acuerdo de los nuevos derechos de televisión, a la Liga le ingresaron 2700 millones de euros, de los que al Barcelona le correspondían 270 (conocido desde la semana pasada) y eso lo acercaba al arreglo con Messi, que venía dilatado por no poder hacerse cargo de la situación aunque el propio jugador aceptara una rebaja del 50 por ciento de su ganancia para la próxima temporada.
Es tanto el enfrentamiento de Tebas con Laporta y Pérez (que entre sí siempre tuvieron una excelente relación), que el presidente del Real Madrid, justo en horas del impacto del final de ciclo de Messi en el Barcelona, emitió un comunicado manifestando su desacuerdo con el arreglo de la LFP con el fondo CVC para recibir 2700 millones de euros a cambio del 11 por ciento de futuros beneficios a un plazo de 40 años
Pérez dice que este acuerdo de Tebas se hizo a espaldas del Real Madrid, y que se hizo “utilizando una estructura engañosa, expropiando a los cubes el 10.95 por ciento de sus derechos audiovisuales y en contra de la ley y sin un proceso competitivo”, lo que tampoco es casualidad, porque apunta a la Liga en el mismo día en el que el Barcelona (su gran adversario deportivo pero su socio en el proyecto de la Superliga (por ahora detenido pero en vías judiciales como para retomarlo cuando se pueda) sostiene en su propio comunicado que pierde al mejor jugador de su historia porque la Liga no lo permitió.
La Liga le respondió inmediatamente al Real Madrid que “no está preocupada por una posible acción legal” del club blanco y que fuentes de sus servicios jurídicos “confirman el máximo cumplimiento del ordenamiento jurídico en todas las dimensiones del proyecto de La Liga Impulso”, en lo que significa la continuación de aquella guerra de abril en un nuevo capítulo al que se sumará sin dudas el Barcelona.
De la misma forma, y sobre la renovación de Messi, Tebas había sido rotundo hace una semana cuando dijo que “el Barcelona conoce las normas y no hay excepción. Todo depende de ellos, que conocen las normas y cuando hay que modificarlas hay unos organismos y a la fecha de hoy no hay nada previsto para modificar nada”, ante los rumores de que el último manotazo de ahogado de los azulgranas fuera intentar una reforma del estatuto corriendo contrarreloj.
De todos modos, si bien una parte importante del final del ciclo de Messi en el Barcelona pasa por la decisión de Tebas de mantenerse firme ante las cuestiones de cumplimiento económico, no todo está relacionado con eso, sino que aparece también el tema de la falta de competitividad del equipo.
En las últimas horas, se atribuyó al entorno de Messi la disconformidad del crack con el actual plantel del Barcelona, en especial cuando se enteró de que su compañero de la selección argentina, el ascendente defensor del Atalanta, Cristian “Cuti” Romero, finalmente fue transferido al Tottenham Hotspur en 40 millones de euros (la cifra más alta de la historia pagada por un defensor argentino) y por lo tanto, se terminó la chance de que pasara al club catalán, que hasta el momento contrató a su amigo Sergio Agüero (con lo que muchos dieron por seguro que el rosarino aceptaría continuar), a Eric García (proveniente del Manchester City aunque de las divisiones inferiores del Barcelona), a Emerson Royal, del Betis, y al neerlandés Menphis Depay, quien tuvo buenas actuaciones en los partidos amistosos.
Sin embargo, al mismo tiempo el plantel enflaqueció con la salida de Junior Firpo (Leeds United), Jean Clair Todibo (Niza), Carles Aleñá (Getafe), Juan Miranda (Betis), Matheus Fernandes (Palmeiras), Trincao (Wolverhampton) y Monchu (Granada) aunque siguen los intentos por desprenderse también de Philippe Coutinho, Samuel Umtiti, Antoine Griezmann, Martin Braithwaite, Clement Lenglet, Miralem Pjanic e Ilaix Moriba.
De nada sirvió que Laporta, basado en el afecto con Messi y su familia, dijera que “estamos en camino” o pidiera “paciencia porque vamos bien en las negociaciones” o que “él quiere seguir en el Barcelona” o que el argentino fuera a votar, acompañado de su hijo Thiago, en una muestra de apoyo hacia el dirigente.
Ni el plantel daba garantías de competitividad ni podía seguir bajando sus pretensiones más de lo que ya había hecho siendo jugador libre desde el pasado 30 de junio, y como gesto hacia el club, a partir de la firmeza de la Liga en que los números cierren, aunque el torneo, ya sin Messi y sin Cristiano Ronaldo, pudiera sufrir una caída en la consideración mundial. La suerte estaba echada.
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