Fernando Platas y Rommel Pacheco son dos de los más grandes representantes de México en la historia de las participaciones en los clavados Olímpicos. Sus caminos se cruzaron en la final de los juegos de Atenas 2004, la cual significaría el cierre de la carrera de uno, y apenas el comienzo del camino para el otro.
Fernando Fabricio Platas Álvarez, originario de Naucalpan, participó en cuatro Juegos Olímpicos representando a México en las pruebas de clavados. Alcanzó la gloria y se consagró como una de las máximas figuras del deporte de su país después de obtener la medalla de plata durante Sídney 2000 en el trampolín de tres metros.
El heredero de Platas al mando del clavadísimo mexicano fue Rommel Pacheco Marrufo. El nacido en 1986 formó parte de la delegación de México en los JJOO de Atenas 2004, Pekín 2008, Rio, 2016 y recientemente en Tokio 2020, donde tuvo el honor de ser abanderado nacional en la ceremonia de inauguración.
Después de clasificarse a la final Olímpica de trampolín de tres metros, Fernando Platas manifestó su ilusión por buscar cerrar su ciclo con otra alegría similar a la que le había dado a México en Sídney 2000. Su clasificación a la lucha por las medallas se dio después de lograr colocarse en el octavo lugar durante las semifinales.
Con apenas 18 años en ese momento, Rommel Pacheco calificó en posición número 12 en la antesala de la prueba final de clavados en trampolín individual. La participación durante sus primeros juegos fue destacada por toda la afición mexicana que veía en el yucateco un gran futuro para el deporte azteca.
Fernando Platas, quien había sido elegido para ser abanderado por su país en Grecia, participó en aquella final como el clavadista más longevo dentro de todos los competidores de la noche con 31 años cumplidos. Por su parte, Rommel figuraba como el atleta más joven de los 12 finalistas que buscarían colgarse la medalla en el Centro Acuático de Atenas.
Rommel Pacheco comenzó la primera ronda de aquella final con un clavado un poco pasado de la vertical que le significó una calificación de 60.45. Para su segundo intento, el nacido en Yucatán realizó tres y media vueltas hacia atrás. La inexperiencia le jugó en contra pues sus saltos tuvieron demasiada aceleración y esto no le permitió controlar la manera de entrar al agua. Los jueces le otorgaron sietes, con lo que acumuló 63.90 en esa ocasión. El clavado más difícil durante esa noche para la joven promesa seria de 3.5 grados de dificultad. Aunque su ejecución no fue perfecta, pudo mantener el ritmo para mantenerse en un rango de movimiento correcto.
La figura de clavados mexicana, Fernando Platas, eligió un clavado de 3.1 en grado de dificultad, el cual ejecutó de gran manera, obteniendo nueves de calificación y un total de 80.91. Con una extraordinaria salida del trampolín y una entrada a la alberca muy controlada, Platas pudo realizar un segundo clavado con gran eficacia con lo que se adjudicó ochos y nueves por parte de los jueces.
Finalmente, Rommel terminaría su primera participación en la máxima justa Olímpica con una nada reprochable posición número 10 durante esa final de trampolín individual. Platas, por su parte, demostró una gran capacidad a pesar de su edad, para colocarse en el quinto lugar. Esta competición significó la última de la carrera del medallista mexicano, quien anunció su retiro del deporte poco después de esos juegos.
Atenas 2004 significó para México un cambio generacional en los clavados. El adiós de una leyenda del olimpismo dio entrada al que fuera el máximo exponente azteca en la disciplina durante más de 16 años, a pesar de no haber podido conseguir la ansiada presea Olímpica. En esta ocasión, Rommel es quien dio un paso al costado, pasando la estafeta a jóvenes como Diego Balleza, quien intentará seguir el camino que le ha dado tantas alegrías al pueblo mexicano.
“Al final de mis años como deportista aprendí a disfrutar el camino. me voy pleno y feliz porque siempre lo di todo; gracias a la gente de México por tanto cariño”, escribió en sus redes sociales el clavadista de 35 años para despedirse de toda la afición que lo apoyó durante su trayectoria.
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